Una sociedad de cazadores murciana pionera en la traslocación de conejos de monte
La iniciativa de gestionar la sobrepoblación de conejo ha sido de la sociedad de cazadores ‘El Conejo de Monte’.
La excesiva densidad de conejo de monte en Cieza, Murcia, tiene a los agricultores de la zona ahogados. Esta situación contrasta con otras regiones de la comunidad en la que no cuentan con ejemplares de esta especie. Por este motivo, los propios cazadores han tomado la iniciativa de combinar la práctica cinegética con la traslocación de estos animales. Pero, atención, no se trata de una práctica que cualquiera pueda hacer. Para saber más nos hemos puesto en contacto con un experto de la materia. Todos los detalles, a continuación.

Captura sin muerte de los conejos a trasladar.
La población de conejo de monte
El conejo de monte se encuentra distribuido de manera muy desigual en diferentes áreas de nuestro país. En algunas zonas, apenas se detectan ejemplares de esta especie, mientras que, en otras, su presencia está causando daños significativos en el campo y la agricultura, tanto que son considerados una plaga.
Tal y como trasladaba a este medio el Doctor en Ciencias Biológicas e Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Rafael Villafuerte, existen dos subespecies diferenciadas en la Península Ibérica. A grandes rasgos, si trazamos una línea imaginaria desde el Cabo Finisterre hasta el Cabo de Gata, tendríamos la subespecie cuniculus al noreste y la algirus al suroeste mientras que, en las zonas de contacto, existe una estrecha franja en la que es usual encontrarse con ambos subtipos. Dada la naturaleza “visual” del ser humano, físicamente pueden parecernos iguales, pero es muy importante destacar que no lo son. De hecho, el propio Dr. Villafuerte y otros científicos consideran que deberían catalogarse como dos especies distintas.
Este pequeño mamífero además de tener un gran valor intrínseco como agente modificador de los ecosistemas, es muy importante en la dieta de algunas especies en peligro de extinción, de entre las que destacan el águila imperial y el lince ibérico. Por otro lado, también es, junto con la perdiz roja, una especie de la caza menor.
Por eso el traslado de ejemplares de zonas donde la población es excesiva a otras donde prácticamente es inexistente se ha realizado tradicionalmente con dos fines: un aprovechamiento cinegético satisfactorio y la sostenibilidad y viabilidad del medio y la fauna.

Se eligen zonas con abundancia poblacional y donde ocasionen daños para extraer ejemplares.
La traslocación de conejos
La comunidad científica y concretamente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), se ha posicionado en contra de traslocar especies salvo casos en casos puntuales y bajo unos parámetros estrictos.
Una de las principales razones deriva de la diferencia entre las subespecies que acabamos de mencionar. Soltar conejos de una subespecie con unas características genéticas y biológicas determinadas en áreas donde existe otra subespecie diferente puede tener efectos muy negativos sobre sus poblaciones. Antes de llevar a cabo una traslocación entre lugares geográficamente alejados, deberá realizarse un análisis genético para estudiar la compatibilidad. Si esto no fuera posible, se recomienda realizar las sueltas en territorios cercanos a pocos kilómetros de distancia.
Hay otra razón por la que la traslocación no es una práctica que los científicos consideren haya que generalizar: la mortalidad que puede causar la mala aclimatación al nuevo hábitat. La adaptación al terreno es un aspecto fundamental para la supervivencia de los ejemplares y por tanto para una repoblación eficaz.
Se debe diferenciar entre las “sueltas duras” y las “sueltas blandas”, en las que hay un importante gradiente. El primer término hace referencia a capturar un animal en una zona determinada y soltarlo, sin más, en otra. Esta práctica no es en absoluto efectiva ya que casi el 100% de los ejemplares terminan muriendo en sólo una semana.
Una “suelta blanda ideal” sería aquella en la que los animales son correctamente aclimatados. Como nos trasladaba el Dr. Villafuerte significa, grosso modo, soltar un grupo de unos pocos ejemplares en una misma área del que no puedan escapar durante un corto periodo (5-6 días), con abundante a comida y agua, para que puedan ir asumiendo sus roles hasta que comiencen a cooperar. Eso significa una adaptación real, que se quedarán en esa zona. Habrá sido una traslocación exitosa.
Ahora bien, dentro de los estrictos parámetros que se han de valorar antes de llevar a cabo el desplazamiento de conejos, sea cual fuere el destino, es evaluar exhaustivamente la situación sanitaria de cada ejemplar para asegurar que no sean portadores de ninguna enfermedad y verificar si en la zona objetivo ha existido previamente conejos o no (se trataría, entonces de una introducción, no de una traslocación). En caso afirmativo, se deberán conocer y tener controlados los factores que han terminado con la población de conejos, para evitar que esta vuelva a desaparecer.
El Dr. Villafuerte aboga por realizar idealmente una única repoblación con animales perfectamente controlados a través de los análisis genéticos y sanitarios. En caso de que hubiera que repetir año tras año la repoblación, es decir, fuera necesaria la continua intervención del hombre, la práctica habría que considerarla un fracaso. Sería exitosa si, una vez hecho el trasvase de ejemplares, la población se regulara naturalmente.

La sociedad de cazadores pionera en la traslocación
La pasada semana, la sociedad de cazadores "El Conejo de Monte" de Cieza terminó los trámites burocráticos que la habilitan para capturar y trasladar en vivo lagomorfos a su propio centro de concentración de animales, dotado de toda documentación, revisión y correspondiente asignación de código REGA. El proceso incluye la desparasitación y la cuarentena protocolaria.
Esto la convierte, tras meses de duro esfuerzo, rehabilitación y acondicionamiento de las instalaciones a la actual normativa, en la primera sociedad que autogestiona los daños causados a la agricultura por especies como el conejo, pudiendo capturarlos en zonas muy damnificadas del municipio y repoblar otras que apenas cuenta con ejemplares.
Cabe destacar, después de todo, que la traslocación de conejos ha de llevarse a cabo siempre y cuando sea necesaria y se cuente con los mecanismos y requisitos adecuados, como en este caso, ha logrado esta sociedad.
Hemos hablado con José Manuel Sánchez, presidente de la sociedad y uno de los propulsores de la iniciativa. La sociedad ha pasado de tener 140 socios a 300, un incremento digno de resaltar pero, aún son más importantes los valores que comparten sus componentes. Muchos de ellos, además de cazadores también son agricultores que sufren las consecuencias de la plaga de conejo. Pese a los grandes destrozos que hacen los lagomorfos en sus tierras, como buenos cazadores siempre tratan de buscar la sostenibilidad del ecosistema y su fauna.
Nos gusta cazar, no matar por matar. Con esas palabras Sánchez ha querido hacer hincapié en que ser cazador no es necesariamente, ni siempre, sinónimo de abatir.
En la sociedad siempre hemos apostado por un tipo de caza sostenible.
La excesiva densidad de conejo de monte en Cieza, Murcia, tiene a los agricultores de la zona ahogados. Esta situación contrasta con otras regiones de la comunidad en la que no cuentan con ejemplares de esta especie. Por este motivo, los propios cazadores han tomado la iniciativa de combinar la práctica cinegética con la traslocación de estos animales. Pero, atención, no se trata de una práctica que cualquiera pueda hacer. Para saber más nos hemos puesto en contacto con un experto de la materia. Todos los detalles, a continuación.
Captura sin muerte de los conejos a trasladar.
La población de conejo de monte
El conejo de monte se encuentra distribuido de manera muy desigual en diferentes áreas de nuestro país. En algunas zonas, apenas se detectan ejemplares de esta especie, mientras que, en otras, su presencia está causando daños significativos en el campo y la agricultura, tanto que son considerados una plaga.
Tal y como trasladaba a este medio el Doctor en Ciencias Biológicas e Investigador Científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Rafael Villafuerte, existen dos subespecies diferenciadas en la Península Ibérica. A grandes rasgos, si trazamos una línea imaginaria desde el Cabo Finisterre hasta el Cabo de Gata, tendríamos la subespecie cuniculus al noreste y la algirus al suroeste mientras que, en las zonas de contacto, existe una estrecha franja en la que es usual encontrarse con ambos subtipos. Dada la naturaleza “visual” del ser humano, físicamente pueden parecernos iguales, pero es muy importante destacar que no lo son. De hecho, el propio Dr. Villafuerte y otros científicos consideran que deberían catalogarse como dos especies distintas.
Este pequeño mamífero además de tener un gran valor intrínseco como agente modificador de los ecosistemas, es muy importante en la dieta de algunas especies en peligro de extinción, de entre las que destacan el águila imperial y el lince ibérico. Por otro lado, también es, junto con la perdiz roja, una especie de la caza menor.
Por eso el traslado de ejemplares de zonas donde la población es excesiva a otras donde prácticamente es inexistente se ha realizado tradicionalmente con dos fines: un aprovechamiento cinegético satisfactorio y la sostenibilidad y viabilidad del medio y la fauna.
Se eligen zonas con abundancia poblacional y donde ocasionen daños para extraer ejemplares.
La traslocación de conejos
La comunidad científica y concretamente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), se ha posicionado en contra de traslocar especies salvo casos en casos puntuales y bajo unos parámetros estrictos.
Una de las principales razones deriva de la diferencia entre las subespecies que acabamos de mencionar. Soltar conejos de una subespecie con unas características genéticas y biológicas determinadas en áreas donde existe otra subespecie diferente puede tener efectos muy negativos sobre sus poblaciones. Antes de llevar a cabo una traslocación entre lugares geográficamente alejados, deberá realizarse un análisis genético para estudiar la compatibilidad. Si esto no fuera posible, se recomienda realizar las sueltas en territorios cercanos a pocos kilómetros de distancia.
Hay otra razón por la que la traslocación no es una práctica que los científicos consideren haya que generalizar: la mortalidad que puede causar la mala aclimatación al nuevo hábitat. La adaptación al terreno es un aspecto fundamental para la supervivencia de los ejemplares y por tanto para una repoblación eficaz.
Se debe diferenciar entre las “sueltas duras” y las “sueltas blandas”, en las que hay un importante gradiente. El primer término hace referencia a capturar un animal en una zona determinada y soltarlo, sin más, en otra. Esta práctica no es en absoluto efectiva ya que casi el 100% de los ejemplares terminan muriendo en sólo una semana.
Una “suelta blanda ideal” sería aquella en la que los animales son correctamente aclimatados. Como nos trasladaba el Dr. Villafuerte significa, grosso modo, soltar un grupo de unos pocos ejemplares en una misma área del que no puedan escapar durante un corto periodo (5-6 días), con abundante a comida y agua, para que puedan ir asumiendo sus roles hasta que comiencen a cooperar. Eso significa una adaptación real, que se quedarán en esa zona. Habrá sido una traslocación exitosa.
Ahora bien, dentro de los estrictos parámetros que se han de valorar antes de llevar a cabo el desplazamiento de conejos, sea cual fuere el destino, es evaluar exhaustivamente la situación sanitaria de cada ejemplar para asegurar que no sean portadores de ninguna enfermedad y verificar si en la zona objetivo ha existido previamente conejos o no (se trataría, entonces de una introducción, no de una traslocación). En caso afirmativo, se deberán conocer y tener controlados los factores que han terminado con la población de conejos, para evitar que esta vuelva a desaparecer.
El Dr. Villafuerte aboga por realizar idealmente una única repoblación con animales perfectamente controlados a través de los análisis genéticos y sanitarios. En caso de que hubiera que repetir año tras año la repoblación, es decir, fuera necesaria la continua intervención del hombre, la práctica habría que considerarla un fracaso. Sería exitosa si, una vez hecho el trasvase de ejemplares, la población se regulara naturalmente.
La sociedad de cazadores pionera en la traslocación
La pasada semana, la sociedad de cazadores "El Conejo de Monte" de Cieza terminó los trámites burocráticos que la habilitan para capturar y trasladar en vivo lagomorfos a su propio centro de concentración de animales, dotado de toda documentación, revisión y correspondiente asignación de código REGA. El proceso incluye la desparasitación y la cuarentena protocolaria.
Esto la convierte, tras meses de duro esfuerzo, rehabilitación y acondicionamiento de las instalaciones a la actual normativa, en la primera sociedad que autogestiona los daños causados a la agricultura por especies como el conejo, pudiendo capturarlos en zonas muy damnificadas del municipio y repoblar otras que apenas cuenta con ejemplares.
Cabe destacar, después de todo, que la traslocación de conejos ha de llevarse a cabo siempre y cuando sea necesaria y se cuente con los mecanismos y requisitos adecuados, como en este caso, ha logrado esta sociedad.
Hemos hablado con José Manuel Sánchez, presidente de la sociedad y uno de los propulsores de la iniciativa. La sociedad ha pasado de tener 140 socios a 300, un incremento digno de resaltar pero, aún son más importantes los valores que comparten sus componentes. Muchos de ellos, además de cazadores también son agricultores que sufren las consecuencias de la plaga de conejo. Pese a los grandes destrozos que hacen los lagomorfos en sus tierras, como buenos cazadores siempre tratan de buscar la sostenibilidad del ecosistema y su fauna.
Nos gusta cazar, no matar por matar. Con esas palabras Sánchez ha querido hacer hincapié en que ser cazador no es necesariamente, ni siempre, sinónimo de abatir.
En la sociedad siempre hemos apostado por un tipo de caza sostenible.