Una becacina defiende a sus polluelos del ataque de una garcilla hambrienta
Una pequeña ave se agiganta para proteger a sus polluelos del ataque de un depredador que multiplica su tamaño. Este vídeo demuestra la lucha constante de algunas especies ante el constante acoso de otras especies oportunistas.
La garcilla bueyera oriental (Ardea coromanda) es una pariente cercana de la especie que podemos encontrar en nuestros campos y posada en el lomo de las reses, la garcilla bueyera. Abundante en terrenos húmedos, carrizales o tarajes ribereños, hasta zonas secas como brezales, alcornoques, encinas, pinos y otros árboles. Se alimentan principalmente insectos capturados en el suelo entre el ganado, pero también de animales mayores como batracios y reptiles.
Un depredador oportunista en busca de crías
Esta prima oriental, originaria del sur y este de Asia y Australasia, de tamaño similar a la nuestra, mide entre 46 y 56 centímetros de longitud, con un cuello relativamente corto, un pico poderoso y unas patas largas que la permiten avanzar ágilmente en entornos inundados. Se diferencian en que la garcilla del ganado oriental cuenta con colores más vivos en su cabeza, que se extiende hasta las mejillas y la garganta. Su alimentación la lleva a aprovechar casi cualquier oportunidad que le brinde el entorno. Descubre a sus presas, pequeños reptiles, anfibios, peces e incluso mamíferos y aves de menor tamaño, como vamos a ver, gracias a una visión binocular favorecida por la posición de sus ojos.
La táctica defensiva de una madre
Y los pollos de esta becacina, de apenas unos centímetros, suponen un bocado muy apetecible para la garcilla. Pero el valor y el instinto de protección de la madre de las jóvenes agachadizas repele el intento de ataque al abultar sus plumas y desplegar sus alas en una posición amenazante que utiliza la especie cuando se enfrenta a depredadores de mayor tamaño o en rituales de emparejamiento.