Un lobo ibérico se alimenta de los restos de un corzo al pie de una carretera burgalesa
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Un lobo ibérico se alimenta de los restos de un corzo al pie de una carretera burgalesa

Según los datos de la Dirección General de Tráfico, el corzo provocó el año 2022 un 57% de los accidentes causados por animales en Castilla y León. Fueron 7148 los corzos y 26 los lobos los que colisionaron con vehículos en la comunidad autónoma durante ese periodo de tiempo.


La DGT contabilizó 35.156 accidentes con animales en las carreteras interurbanas españolas el año 2022, aunque en esta cifra no se incluyen los siniestros de este tipo ocurridos en Cataluña y País Vasco. Por comunidades, fueron Castilla y León, con 12.403, Galicia, con 5.443, y Castilla-La Mancha, con 4.340, las que registraron más accidentes con daños materiales. De estas colisiones, "seis de cada diez accidentes con animales atropellados se producen en entornos rurales y de noche, especialmente los fines de semana y en otoño, según un estudio que realizó la Fundación Línea Directa.

La carretera de mayor siniestralidad en Castilla y León es la N-122, que comunica Aragón con Castilla y León y Portugal a través del Valle del Duero. Fue escenario de 402 accidentes de tráfico causados por animales. En el año 2021, un motorista de 35 años falleció al chocar con un corzo en Nogarejas, León.

 

219 manadas de lobos en Castilla y León

Esta es la cifra que arroja el último censo realizado por la junta. Una treintena de manadas más que hace diez años. Fecha en la que se efectuó el último censo poblacional nacional. Los lobos no solo se alimentan de cérvidos y jabalíes. Desde que se prohibió la caza del depredador, los ataques a la ganadería se han incrementado en un 29% en Castilla y León.

 

Una carretera del norte de Burgos

Las imágenes del lobo devorando los restos del ungulado han sido grabadas en una carretera de Briviesca, municipio al norte de la provincia de Burgos, ubicado en la comarca de La Bureba. Un conductor sorprende a un lobo solitario alimentándose de los restos de un corzo. Al depredador no parece incomodarle en un primer momento la presencia del humano. Finalmente, se aleja del lugar, no sin dirigir una mirada desafiante a la persona que ocupa el coche.

 


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