La tanatosis o cómo los animales engañan a la naturaleza
Fauna

La tanatosis o cómo los animales engañan a la naturaleza

Esta estrategia defensiva, tan poco estudiada por la comunidad científica, sirve a muchos animales para eludir a sus depredadores y aumentar así sus posibilidades de supervivencia.


Es una de las conductas más curiosas y que más nos puede sorprender de algunos animales. Nos referimos a su capacidad de aparentar que están muertos cuando se ven amenazados. Aunque es conocido como tanatosis, el término más correcto para referirse a este fenómeno es la inmovilidad tónica, puesto que se trata de una paralización muscular durante la cual el animal no responde a estímulos externos. Es más que un acto de aparente defunción en sí mismo.

Conocemos más a fondo este comportamiento

Algunos animales cuando se enfrentan a una amenaza, en lugar de huir o luchar, simulan estar muertos poniendo ojos vidriosos, reduciendo el ritmo cardíaco y el respiratorio, expeliendo gases que asemejan al de la putrefacción del cuerpo o mostrando rigidez absoluta. Este fenómeno no se limita a un grupo particular de animales y puede observarse en insectos, peces, reptiles, aves y mamíferos. Se cree que la tanatosis tiene varios propósitos evolutivos. En muchos casos, sirve como una estrategia de supervivencia al confundir a los depredadores y dar a la presa la oportunidad de escapar mientras el depredador cree que está muerta. También puede ser una forma de evitar la atención de depredadores que prefieren presas activas.

Cabe destacar que la tanatosis no siempre es una respuesta consciente por parte del animal; en muchos casos, es un comportamiento instintivo desencadenado por el miedo o el estrés. Además, la duración de la tanatosis puede variar, desde unos pocos segundos hasta varios minutos, dependiendo de la especie y las circunstancias.

Este jabalí se ‘desmaya’ y se hace el muerto tras ser descubierto

Algunas especies que fingen su muerte

La codorniz japonesa, Coturnix japonica, es uno de los ejemplos más claros de como la estrategia de hacerse el muerto funciona para repeler el ataque de depredadores. En un estudio se observó cómo los gatos prefieren las codornices activas sobre las codornices inmóviles en un 86% de las ocasiones. También se comprobó que los gatos pasaban mucho más tiempo acechando, atacando y manipulando a las codornices activas que a las que se hacían las muertas.

Tanto el conejo salvaje como el conejo doméstico muestran episodios de inmovilidad tónica que están asociados a estrategias de supervivencia ante la presencia de lo que consideran depredadores. Un estudio demostró que la duración de la tanatosis era más corta si el conejo se encontraba más cerca de su cobijo o si la proximidad del ser humano se reducía. Al contrario, cuanto mayor era la distancia a su escondite, los individuos se hacían los muertos durante más tiempo.

El pato salvaje es otro de los animales que saben fingir como nadie su propia muerte, con en el video que os presentamos a continuación en el que consigue engañar al fino olfato de un perro.

 

La reina de la farsa: la zarigüeya americana

Las zarigüeyas realizan este comportamiento de manera tan espectacular que la gente también denomina a la tanatosis como: "jugar a la zarigüeya". Cuando los depredadores atacan a las zarigüeyas y bloquean cualquier posibilidad de escape, estas se acuestan de lado, sus músculos se ponen muy rígidos, sus cuerpos flexionados y no responden al tacto. Su respiración y los latidos del corazón se ralentizan y se vuelven apenas perceptibles. Sus bocas, llenas de saliva espumosa, cuelgan abiertas lo mismo que sus lenguas que adoptan un mortuorio color azul. Descargan orina y heces (y los olores desagradables asociados). Los ojos los mantienen abiertos, pero inmóviles. Según todas las apariencias, parecen muertos y los depredadores suelen seguir adelante. Aunque la mayoría de las funciones del cuerpo de las zarigüeyas casi se apagan, permanecen lo suficientemente alertas como para monitorear lo que está sucediendo. Cuando sienten que el peligro ha pasado, “vuelven a la vida”—en un minuto o, a veces, después de algunas horas—para ponerse a salvo.

Otras razones para hacerse los muertos

En general, los científicos no tienen mucha información acerca de este intrigante comportamiento, ya que es difícil documentarlo en el medio natural y hay preocupaciones éticas a la hora de diseñar experimentos de laboratorio en los que los depredadores atacan a sus presas. No obstante, sí han descubierto otras dos razones, además de la defensa por las que algunos animales simulan su muerte: la comida o el sexo.

Algunos peces usan esta estrategia para cazar. Especies como el cíclido americano o el pez abade fingen estar muertos en el fondo para esperar la llegada de alevines a los que engullen cuando se acercan.

En algunas especies de artrópodos en los que predomina el canibalismo sexual, los machos se quedan pegados al paquete de comida que entregan a la hembra haciéndose los muertos. Cuando esta empieza a comer, el macho “se despierta”, intenta aparearse de nuevo y huye.

Relacionado con la reproducción, pero en sentido opuesto está el caso de la hembra de la libélula, que no escatima esfuerzos para evitar aparearse: deja de volar o incluso se estrella en el suelo para escapar de los machos agresivos, que pueden dañarla.

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