Una espera de libro que quedará plasmada en la próxima publicación de un cazador y escritor cinegético
Crónicas de caza

Una espera de libro que quedará plasmada en la próxima publicación de un cazador y escritor cinegético

Un reconocido autor de libros de caza anticipa a los usuarios de Club de Caza uno de los lances que formará parte del nuevo libro de caza en el que se encuentra inmerso. El cazador abate un jabalí de 17 centímetros de colmillo en un apasionante aguardo.


Francisco Fernández es un experimentado cazador con más de 40 años en la caza de cochinos a la espera. A Paco, además de apasionarle la caza del jabalí, le encanta inmortalizar sus experiencias en la pantalla de su ordenador. Esto le ha llevado a publicar dos libros que hablan de sus experiencias en la caza. Las publicaciones tituladas El Olor de Sierra Morena y La Soledad del Monte han sido publicadas por la editorial Canchales.

Unas vacaciones dedicadas a la caza

"Supe hace dos semanas de la existencia de este macho. Vi en una zona del acotado, donde se le proporciona grano a la fauna silvestre, sus profundas huellas en el barro. A este comedero no solo acudía este macho, también lo hacía desde hace dos meses una hembra con cuatro crías ya destetadas. Este hecho me hizo pensar que si el macho andaba por la zona se vería atraído por la jabalina, ya que en breve estaría en celo.

A finales de octubre comienza el celo en la especie. El sábado 14 de octubre Noelia, mi esposa, y yo decidimos comenzar nuestro periodo vacacional intentando abatir este macho. No es la primera vez que hacemos una cosa así, en nuestra luna de miel cazamos un cochino con unos colmillos de 17,5 centímetros y 2,3 de grosor".

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El jabalí se sitúa a menos de dos metros del cazador

"La misma noche de nuestra llegada aguardamos al cochino en el lugar en el que había visto las huellas. A las 21 horas vimos a la cochina junto a su prole. Contuvimos la respiración cuando nos percatamos que la piara se dirigía hacia nosotros. Para mi sorpresa, junto a ellos venía el macho.

Pasó a menos de 10 metros del puesto sin ser capaz de localizarnos, el viento nos era favorable. No lo esperaba, de ahí que no tuviera el rifle en las manos. Me dejó con un palmo de narices, ya que como apareció, desapareció. Dos horas más tarde escuché un ruido a mi espalda, a no más de tres metros de distancia de nuestro puesto. Al mirar por el monocular térmico pude ver al cochino cogiendo aire. El sonido de sus gruñidos nos puso los nervios de punta. Se tensó la situación, aún más si cabe, cuando vimos que se dirigía hacia nosotros. Se detuvo a un metro y medio del puesto para castañear los colmillos. Unas matas de tomillo me impidieron dispararle. Tras haberlo visto esa noche en dos ocasiones, a la 1 de la madrugada dimos por finalizado el aguardo y nos marchamos al cortijo a dormir".

A la tercera va la vencida

"Nada más amanecer, fui a estudiar la zona para ver donde podía colocarme. A tenor de lo sucedido por la noche, el punto que elegí para esperarlo no era el adecuado. Retrasé el puesto unos metros, de donde me había situado la primera vez. La verdad que estaba muy contento con la nueva ubicación, tenía mejor perspectiva y un mayor ángulo de visión de la vereda por donde deberían entrar los cochinos. Esta segunda espera no escuché ni vi nada. El martes volví a intentarlo a pesar del viento huracanado que asolaba la zona.

A las siete y media de la tarde ya estábamos colocados en el puesto. 50 minutos más tarde una piara de cochinos entró por el puntal de mi izquierda, en dirección a los barrancos que bajan al río. Iban dos cochinas enormes y cuatro primales. A unos 50 metros los seguía el macho. Ese era mi objetivo. Se alejaron de nuestra posición, pero este hecho no nos hizo perder las esperanzas de abatirlo esa noche. A las 21:45 horas nos entró un macho. Tras observarlo detenidamente, decidí no dispararle, se trataba de un animal de un par de años. Al impedirnos el aire oír la llegada de los cochinos, cada cinco minutos mirábamos hacia el último lugar donde habíamos visto la piara por si aparecía de nuevo".

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El celo acabó con la vida del macho

"A las 23:00 horas, en el mismo puntal en el habíamos observado al grupo de cochinos, vemos un bulto enorme. Gracias al monocular térmico, me percato de que es una cochina. Minutos más tarde de su aparición, observamos otros dos cochinos a pocos metros de ella. No les quitaba ojo de encima cuando veo al macho que esperaba y a una jabalina unirse a los otros tres suidos.

Tras unos tensos minutos de espera, la piara se dirige al lugar donde nos encontramos ocultos. Entra primero una cochina acompañada por cuatro crías, mientras que el macho se queda rezagado junto a la jabalina sin rayones. A pesar de que la hembra no para de rechazarlo. Se me eriza la piel al recordar la espera. Necesito de un único disparo de mi rifle Mauser del calibre 6.5x57 para derribar al macareno".

 


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