¿Un sabueso de Baviera mostrando ante una paloma torcaz?
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¿Un sabueso de Baviera mostrando ante una paloma torcaz?

Se trata de un perro especialista en el rastro de sangre, con un olfato privilegiado que le lleva a seguir diminutas emanaciones que pueden llevar muchas horas en el suelo y entre la vegetación del monte. Con una voz inconfundible resultado de una selección escrupulosa que buscó animales que, una vez encontrase la presa herida o muerta, avisasen con su voz al cazador.


Pero, ¿se trata de perros capaces de realizar la muestra ante un ave u otro animal? En el mundo existen muchas razas de perros de caza mostradores. Se dividen en dos grandes familias: las razas británicas y las continentales. Entre las primeras, destacan el pointer inglés y la familia de los setters. En suelo continental europeo, encontramos razas mostradoras prácticamente en cada país divididos en tres tipologías, la bracoide, la Spaniel y el tipo grifón. En la primera encontramos desde nuestros perdigueros de Burgos y pachones navarros, al braco alemán de pelo corto y sus paisanos, el de pelo cerdoso, el drahthaar, el weimaraner y el pudel pointer, o los franceses, con el braco de Auvernia o el Ariege entre ellos. El epagneul bretón francés, el langhaar alemán o el perdiguero de Drente son algunas de las razas de mostradores tipo Spaniel. Y, entre los tipo grifón, destacan el spinone italiano, el griffon korthals francés o el ceský fousek.

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En esta clasificación no hay ni rastro del sabueso de Baviera. No es un perro mostrador. Se trata de uno de los más extendidos perros de rastro, originario de la Baja Baviera, una región de Alemania con una orografía que necesitaba la selección de un perro con una morfología más ágil, resistente y, por ende, menos pesada que el perro más utilizado de la época, el rastreador de Hannover. Hablamos de la segunda mitad del siglo XIX en unas montañas muy exigentes donde un perro de rastro de presas heridas con una alta eficacia se convertía en un tesoro para los cazadores.

Los cruces de aquellos perros de rastro más pesados con sabuesos rojos de montaña fueron conformando la raza tal y como la conocemos hoy: un perro de tamaño y tamaño mediano, mesomorfo dolicocefálico y clasificado morfológicamente como de tipo braccoide. Como resultado de aquellos cruces buscando la funcionalidad, hoy disfrutamos de un perro bastante ligero, muy musculoso, con un cuerpo ligeramente alargado y levantado en la espalda. La altura para los machos es de unos 50 centímetros a la cruz, mientras que para las hembras es de 45 hasta esa parte más alta de la espalda, y su peso varía entre 25 y 35 kilos.

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La pasión de un perro de rastro le hace parar ante una paloma torcaz

Hablamos con Carlos Arnau, gran apasionado del sabueso de Baviera, también llamado Rastreador Montañés de Baviera, y responsable de la página de Instagram Sabuesos de Baviera de Moncofa. Nos cuenta lo siguiente sobre sus orígenes con esta raza “hace unos 12 años me cedieron un cachorro y lo adiestré para el rastro de sangre. Enseguida me di cuenta de que era una raza con unas cualidades impresionantes para esta función y que era esencial para una de mis pasiones, la caza con arco.

Más tarde me hice con una hembra. Decidí dar un paso más y traerme un sabueso de Baviera de Polonia, donde la raza está, por decirlo de alguna manera, más definida y seleccionada. Finalmente, hice una camada con este perro y una de mis sabuesas. De ella nació Chata de Moncofa que es la protagonista del vídeo.

 

“Su propietario, Alberto Romero nos cuenta que está encantado con ella. Una perra de dos años, muy noble, inteligente y apasionada por la caza, además de preciosa. Esta pasión es la que la ha llevado a aflorar ese instinto de muestra. Y no solo mostrarlas. Nos cuenta que ya ha atrapado un par de palomas”.

No es una muestra, pero es algo muy parecido

Por ello, siendo estrictamente escrupulosos, no podemos decir que el perro esté realizando una muestra como la conocemos en las razas anteriormente citadas. Pero su comportamiento es muy similar, casi idéntico, originado por un estímulo visual que lleva al perro a detener su instinto de persecución de la presa para acercarse a ella de una manera muy lenta y cuidadosa.

Algo que, como ha reconocido su propietario, le ha llevado al éxito del acecho, consiguiendo sorprender y atrapar varias palomas. Por ello, el comportamiento de caza ha sido reforzado y esa perra continuará haciendo uso de él cada vez que sus ojos descubran un ave.

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