Un cazador salva la vida a un pollo de paloma torcaz
Asturias

Un cazador salva la vida a un pollo de paloma torcaz

El pequeño ejemplar se precipitó del nido y terminó al lado de la carretera, su sentencia estaba clara. Por suerte, un cazador lo vio y lo rescató.


Un gesto que no es nuevo y que representa la ética del cazador. Cada año, especialmente en épocas de sequía, como está siendo la presente, los cazadores son las personas que velan por el mantenimiento del medio y el bienestar de su fauna. Facilitan alimento cuando escasea, establecen puntos de agua y controlan las poblaciones. He aquí una realidad que media sociedad-por ser optimistas-desconoce. He aquí, la verdad de la caza.

Los buenos cazadores, los verdaderos animalistas

Un cazador asturiano salvó de una muerte segura a un polluelo de torcaz de escasos días. El pequeño había caido del nido y quedó tendido en el suelo, a escasos metros de una carretera muy transitada. Al peligro de la depredación, se le sumaba el de ser atropellado, pero llegó su ángel de la guarda.

 

Tras rescatarlo y mirar que no tuviera ninguna lesión o herida, lo metió en una caja de cartón y le dio de comer. El animal, como era de esperar estaba muy asustado, pero con el buen trato poco a poco se fue relajando.

Nos cuenta el cazador que se lo ha llevado a casa para intentar sacarlo adelante y poder devolverlo a la libertad cuando esté en condiciones. Aunque sabemos que no es tarea fácil, nuestro protagonista no va a “tirar la toalla” y hará todo lo posible para salvar la vida de la pequeña paloma. ¡Suerte!

El acoso animalista en redes

Cada día nos encontramos, sobre todo en redes sociales, con personas que prejuzgan a los cazadores. Eso, los que no insultan directamente sin tener conocimiento de causa. Si bien es cierto que en todos los sectores hay gente mala, que actúa al margen de la ley y la ética, ello no hace malo a todo un colectivo o a toda una actividad.

Algo que parece lógico, obvio, no lo es tanto cuando hay quienes se dedican a generalizar y a criminalizar. Hay quienes se empeñan en meter a todos en el mismo saco aun a sabiendas de que no es ni cierto, ni justo. Pero de justicia no entiende el acoso animalista.

Desde hace años los cazadores y especialmente, las cazadoras, vienen soportando crueles ataques hacia su persona únicamente por tener un estilo de vida determinado. Ataques como insultos de todo tipo, deseos de muerte, humillaciones, vejaciones, discriminación e incluso, en el peor de los casos, amenazas de muerte.

Esto no ha tenido, salvo casos muy puntuales, reconocimiento penal ni ha sido castigado, pese a encajar en lo que reconoce el delito de odio del Código Penal. La violencia tiene impunidad casi total al perpetrarse desde las redes sociales, muchas veces, bajo el anonimato

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