El zasca a Luis Miguel Domínguez por mentir sobre Félix Rodríguez de la Fuente que le perseguirá de por vida
Polémica

El zasca a Luis Miguel Domínguez por mentir sobre Félix Rodríguez de la Fuente que le perseguirá de por vida

Una página de Facebook especializada en desmentir bulos de animalistas ha realizado una publicación que desenmascara quizás la mentira más escandalosa difundida por el condenado por la Justicia Luis Miguel Domínguez.


No se le ha ocurrido nada más al también conocido como Lobo Marley, animalista radical condenado en 2018 por desviar fondos provenientes de una herencia de dos ancianos hacia una fundación animalista que presidía, que asegurar que Félix Rodríguez de la Fuente no es cazador, y que esto es un invento de los cazadores.

Recordemos que el Juzgado de Primera Instancia número 11 de Madrid le condenó a devolver los casi 60.000 euros que quedó demostrado que se apropió indebidamente a través de la Fundación Malumar para la Protección de Animales Abandonados, que él mismo presidía. Tras declararse insolvente, ese dinero jamás fue repuesto.

Y hoy mismo vuelve a saltar a la palestra para quedar como un manipulador tras mentir en una afirmación que se desmantela muy fácilmente. Solo una fotografía ha sido necesaria para demostrar que Luis Miguel Domínguez miente al asegurar lo siguiente:

-“Decir que Félix era cazador es además coger el rábano por las hojas, hacer que el Pisuerga pase por donde les convenga, esa falacia no llevó a millones de personas a seguirle”.

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La respuesta de la página de Facebook Lo Que Los Animalistas Esconden. Y Sus Seguidores Ignoran no puede ser más simple: adjuntar una fotografía de un joven Félix posando con una escopeta de caza y junto a un perro de caza, además de otra con un halcón en una mano y varios conejos recién capturados practicando el arte de la cetrería, del que era ferviente defensor y practicante.

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Y solo hay que acudir a sus muchos escritos sobre el tema, como los múltiples prólogos que escribió tratando el tema venatorio, para conocer la realidad de su visión sobre la caza y el cazador conservacionista. Un simple ejemplo lo encontramos en el prólogo de la Enciclopedia de la Caza, editada por Vergara en 1967. En él, podemos encontrar párrafos como estos:

“El naturalista, con toda sinceridad, no tiene más remedio que responderse a sí mismo afirmativamente: puede y debe introducir al lector en las artes venatorias. Primero, porqué él mismo llegó a conocer y a querer a los animales siguiendo las venturosas sendas del cazador. Y, sobre todo, porqué la caza, lo que los científicos llaman la predación, ha venido constituyendo el resorte supremo de la vida desde que ésta apareció sobre nuestro planeta. Porque el cazador, si mata siguiendo las rígidas e inmutables leyes que ha impuesto la naturaleza a la gran estirpe de los predadores, regula, con su acción, y dirige, al mismo tiempo, el complejísimo concierto de las especies: el equilibrio entre los vivos y los muertos.

Al hombre que escala penosamente una empinada ladera para ganarle la mano a las perdices; al que soporta el cierzo, calado hasta los huesos, en una espera a los patos; al que siente en las sienes la música monorrítmica de la sangre cuando un venado galopa hacia su puesto, rompiendo el monte; al hombre que, olvidado de su condición de artesano, de intelectual, de financiero o de político se sume de pronto en la eterna e inmutable tensión del cazador ante la presa; concretamente, al predator humano, querría yo exponer con toda objetividad y, también con toda la cordialidad, el porqué de su incontenible pasión hacia el arte venatorio. Y querría, también recordarle las reglas estrictas que, desde el principio de los tiempos, han venido respetando todos los cazadores, desde el tiburón al águila, desde la mantis religiosa al tigre. Reglas cuya transgresión transforma al predator en hediondo necrófago, al noble cazador en despreciable matarife.

Por ello, compañero cazador que, olvidado de tu condición de artesano, de intelectual, de financiero o de político, te sumerges de pronto en la eterna y inmutable tensión del predator ante la presa, piensa que la naturaleza a impuesto reglas muy severas a cuantos nos hallamos en la cúpula de la pirámide de la Vida. No mates, caza. Porqué no es lo mismo matar que cazar. La persecución, el acoso y la muerte de la pieza, siempre han exigido del cazador esfuerzo físico y agudeza mental. Y en cuanto al ejercicio de la caza contribuya a desarrollar tus músculos y afinar tus sentidos, será para ti una actividad noble y deportiva, regida por la eterna ética biológica. Una sola pieza que te exija una tarde entera de persecución, una penosa espera desafiando al cierzo o un laborioso cálculo de estrategia cinegética, representara más alta conquista y más provechosa dedicación que cien infelices animales derribados con comodidad y sin fatigas. Porqué no es la cantidad de capturas lo que forma y ennoblece al cazador, sino la calidad de las mismas”.

 


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