Caza un jabalí de 157 kilos y 21 centímetros de colmillo y necesita una carretilla para cargarlo
Crónicas de caza

Caza un jabalí de 157 kilos y 21 centímetros de colmillo y necesita una carretilla para cargarlo

El portentoso ejemplar lucía en su boca un trofeo digno de su proverbial volumen, pese al desgaste de navajas y amoladeras.


El afortunado cazador que ha logrado vencer la partida a este viejo jabalí, después de más de un año tras su pista ha necesitado de más de treinta esperas para lograr librar a los agricultores de la zona del ejemplar que se había convertido en la mayor de sus pesadillas.

El abate de este jabalí pasó a ser un desafío personal para Carlos Serrano el día que se percató de la astucia del macho. Las cámaras de seguridad de los agricultores lo grababan cada noche a diferentes horas y en distintos puntos de los sembrados. Además de variar cada día el lugar en el que se alimentaba, al despuntar la mañana atravesaba a nado el río Jalón para encamarse alejado de los cultivos.

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El cazador necesitó una carretilla para sacar al jabalí del monte. A la derecha, el gran y viejo jabalí recién abatido por Carlos.

El jabalí se encontraba en el ocaso de su vida

Carlos Serrano es un apasionado de la caza del jabalí a la espera. A lo largo de su trayectoria cinegética de más de un cuarto de siglo el esperista zaragozano ha logrado abatir un gran número de cochinos, pero ninguno como este.

El macareno no solo destaca por su peso o por las medidas de sus navajas, con 21,3 centímetros el colmillo derecho y 19,6 el izquierdo. Lo más reseñable era su avanzada edad, según el cazador había perdido gran parte de su dentición mientras que sus navajas y amoladeras presentaban un gran desgaste como consecuencia de su longeva vida. Y se movían al tocarlas por el mismo motivo.

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Espectacular tablilla con el trofeo del viejo cochino. A la derecha, la foto nos enseña el descomunal tamaño del jabalí.

Así consiguió abatir este impresionante jabalí después de más de 30 aguardos nocturnos

Hace más de un año, agricultores de una zona cercana al río Jalón a su paso por la provincia de Zaragoza avisaron a Carlos de la presencia de un enorme jabalí que estaba destrozando sus cultivos. El cazador necesitó pedir un permiso especial a la administración para intentar su abate ya que las siembras se encontraban en una zona de caza restringida.

El cochino burló en numerosas ocasiones al cazador, pero este hecho no amilanó a Carlos, todo lo contrario, aumentó su afán por cazarlo. Una noche de otoño decidió intentar de nuevo el abate del macareno en un maizal que había sido visitado por el animal en días anteriores. El zaragozano se situó en el lugar elegido para el aguardo justo antes de anochecer. Dos horas después de ponerse el sol, oyó cómo el cochino avanzaba por las hojas secas que había próximas al río.

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La boca del jabalí nos confirma que se trataba de un ejemplar muy viejo. La cámara de foto trampeo delató las visitas del gran jabalí a los cultivos.

Minutos más tarde, el solitario entró en plaza. El cazador tiró del gatillo de su rifle de la Browning del calibre .30-06 cuando el macho se encontraba a 30 metros de distancia. Carlos tuvo que esperar dos minutos para saber si la bala que había salido del cañón de su arma había alcanzado su objetivo ya que en el momento del lance se le cayó la linterna al suelo.

Hasta el instante en el que no pudo recuperarla y volver a encenderla, no se percató de que había logrado por fin culminar el desafío que se había encomendado. Cuando Carlos comprobó el tamaño del cochino, avisó a su padre y a su hermano para que fueran al lugar con una carretilla de mano para poder cargar el jabalí.

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