De calores y vaivenes

Llevamos un año de turbulencias, al menos en lo meteorológico. Los que somos del norte no recordamos una época de calor tan larga e intensa como la que estamos viviendo, pero tampoco nevadas como las de este 2015. Dice el refranero, año de nieves año de b


«14 familias españolas se suman a la yihad por dinero», Monedero y los ratones Frankenstein, el gallego con «el que viene el lobo, con coleta», y para remate Casillas desahuciado del Real Madrid. No está mal para desayunarse cualquier domingo de julio. Lo primero, verdaderamente preocupante, lo segundo metafóricamente gracioso. De lo tercero, lo único curioso era la segunda parte del titular «el líder acepta la modernización». Lo de Casillas, una «putada». Y me dirán qué tiene esto que ver con la caza. Pues así en plano nada, pero me apetecía comentarlo. Porque el mix no tiene desperdicio y porque, digo yo, que no todo el tiempo se pasarán ustedes hablando de caza. Aunque lo cierto es que algo sí tienen en común estos mensajes, y es que a casi todos nos gustaría dar caza a yihadistas, ratones y lobos. Bromas aparte, de esa lectura dominical me quedaría para reflexión con la supuesta aceptación —con la boca grande— de nuestro presidente sobre la modernización de su partido. Pero siendo como es, gallego y conservador, suena más a algo a medio camino entre la morriña de Rosalía de Castro y el «cualquier tiempo fue mejor» de las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. Modernización, cambio, relevo. Quizá. Pero tarde y a la fuerza. Solo cuando el miedo a perder el poder, cuando el vivir de las rentas y en la cómoda situación del que tiene la sartén por el mango por años peligra, y el mercado te da definitivamente la espalda, es cuando se proponen cambios. ¿Pero es posible cambiar manteniendo al mismo líder? Difícilmente. Liderazgo, cambio, nuestra casta, la que supuestamente nos representa, a nosotros, cazadores, ni siquiera se plantea su obsoletismo o falta de valía. Las sociedades, y no me refiero a las de caza, son evolutivas, y las grandes crisis, como la que ha padecido este país, cuyas causas no han sido, ni mucho menos, únicamente económicas, provocan cambios sustanciales en las mismas. El miedo, el dolor, la desesperanza, hacen que prendan mensajes incendiarios y que allí donde debiera llegar la cabeza lo haga el corazón. Sin llegar a caer en simplismos ni estar a favor de mensajes populistas, las crisis deben producir, además, aprendizaje y oportunidades de mejora, y si para eso hace falta el empuje de movimientos que agiten y conduzcan a la acción positiva de los que están en posición de producir el cambio, y no lo hacían por estar acomodados, bienvenidos sean. ¿No hay por ahí algún cazador con coleta dispuesto a incendiar nuestros corazones, capaz de generar conciencia y necesidad de cambio para desalojar de su gastado asiento esos momificados culos que dicen representarnos?
Aunque también podemos seguir como siempre: «Acordándonos de Santa Bárbara solo cuando truena».
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