La inspiradora historia de Plata, la podenca amputada

Más de un mes perdida, regresa con una pata amputada y da una lección de superación: la inspiradora historia de Plata, una perra de caza a la que nada puede detener.


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José Manuel sacó a su perro a campear en una zona que conoce bien. Tenía muchas esperanzas puestas en ese podenco andaluz de apenas seis meses. Era una de las primeras tomas de contacto del joven con el campo.

Chilló y ya no pude encontrarla

La inspiradora historia de Plata, la podenca amputada

Pero en un momento dado, el cazador perdió de vista al podenco. Escuchó cómo chillaba, pero nada más. En ese momento comenzó una pesadilla que duraría nada menos que cinco semanas.

No lo encontraba por ningún lado. José Manuel nos confiesa que pasó horas en aquel campo buscando a su perro. No faltaba ni un solo día, durante los días y las noches. Lo compartió en grupos de perros perdidos, denunció su pérdida, pero nada daba resultados, Plata, que así se llama este precioso ejemplar de manto blanco, seguía perdido.

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No se dio por vencido

Pero este cazador cordobés no se dio por vencido. Cinco semanas después, una vecina de la zona la encontró. La llevó al veterinario y allí avisaron a José Manuel. Estaba desnutrida, totalmente seca, y se acercaba torpemente, como si hubiera sido atropellada. Pero eso no fue lo que le sucedió a esta cachorra.

Cuando José Manuel la tuvo en brazos, corrió al veterinario. La perra había perdido la pata derecha trasera. Todo el mundo le decía que la perra iba a sufrir mucho, que no merecía la pena intentar salvarla.

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«Haz todo lo que puedas para salvarla», le dijo al veterinario

Esto no detuvo al cazador, que le dijo a su veterinario que hiciera todo lo posible por salvar a su perra: «Después de sobrevivir más de un mes sola en el campo, con una pata amputada, sin haber comido apenas, esta perra ha demostrado que es una superviviente. Yo sabía que iba a superarlo», nos confiesa José Manuel.

Y así fue. Un mes después de la operación y del tratamiento, cientos de euros después, Plata ha dejado claro que no hay nada que pueda pararla. ¿Un cepo? ¿Un lazo? ¿Un coche? Nadie sabe lo que le ha pasado a Plata. Pero lo que todos sabemos ahora es que esta perra ha demostrado tener una fuerza fuera de lo común.

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Plata es feliz

Un largo y costoso tratamiento y, sobre todo, los cuidados de José Manuel y de su madre, han conseguido devolverle ese carácter alegre que siempre caracterizó a esta perra: «El dinero no me duele. Me lo gasto en mi perra mejor que en tonterías». Y la perra se lo agradece con creces: «Cuando llego a casa se me sube encima solo con una pata. Ella corre, salta, hace una vida totalmente normal. Jugamos mucho, y sé que es feliz».

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Cuando le preguntamos al cazador si piensa llevarla de caza, nos responde que sí: «La probaré, porque es una perra con mucha afición, y a mi ritmo creo que podrá disfrutar de la caza. Pero si no puede, esta perra será la mejor compañía en casa, porque ya lo es».

Esto mismo se lo dijo el cazador a una señora que le puso mal gesto en la consulta del veterinario: «Incluso quiso comprármela. Le dije que la perra iba a estar mejor conmigo que con cualquier otra persona. Incluso me preguntaron si iba a hacer daño a la perra por el hecho de ser cazador. Eso me enfadó mucho. Esta gente con prejuicios no entiende el amor que sentimos por nuestros perros de caza».
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