La realidad que envuelve a los robos de galgos

El galguero está harto, hastiado, desmoralizado, iracundo y con una necesidad imperiosa de que se resuelva esta situación de manera definitiva. Hemos recogido el testimonio de uno de estos galgueros que viene sufriendo, en demasiadas ocasiones, el robo de sus perros.


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José María Lobo acaba de encontrar a uno de los galgos que le robaron hace unos días. Hemos contactado con él para que nos cuente el caso en el que ha recuperado varios de los diez ejemplares que le robaron y que aparecieron en unas condiciones deplorables después de que el mismo José María haya estrechado el cerco sobre los que se llevaron a sus perros.

José María nos cuenta: «Hace unos días me robaron diez galgos. Puse la correspondiente denuncia, pero como son ya muchas veces que me pasa, investigué por mi cuenta y movilizando a muchos amigos y conocidos. Poco a poco, pude seguir la pista hasta la zona en la que habían escondido a algunos de mis perros. Y, supongo que, al creerse descubiertos, hace unas horas apareció uno de mis perros abandonados. Presido el Club del Podenco Andaluz, con 60.000 socios que son aficionados a la caza. Este problema lo conocen todos los asociados porque me preocupo de enviar información a todos ellos. Incluso les envío fotos de los perros que son robados. Los asociados se convierten en los mejores ojos y oídos pendientes de los perros robados, y algunos de ellos son localizados gracias a su colaboración. Los dos últimos perros que han aparecido de los que me robaron fue gracias a esto».

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En un estado que da lástima

El estado en el que el perro ha sido encontrado es deplorable, y lo peor es que esto se ha convertido en una constante. José María lo detalla: «El pobre animal está con las uñas reventadas, seguro que por llevarlo a furtivear, el chip se lo han «arrancado» y la oreja que tenía el tatuaje se la han cortado. Además, parece desnutrido y está muy delgado.

La semana pasada sucedió lo mismo. Soltaron a otro de los perros que me robaron y lo encontré en las mismas condiciones. Los hemos encontrado en el Viso del Alcor, cuando yo vivo en Sevilla capital y tengo a los perros cerca de donde vivo».

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Por muy difícil que se lo pongamos…

Este galguero nos habla del dineral que invierte en mantener a sus galgos lejos de los «amigos de lo ajeno», pero que, por mucho que se esfuerce, nada parece frenarles: «Me gasto dinero en las fincas donde tengo a los perros, en acondicionarlas, en vallarlas, tienen vigilancia, pero ni aun así se detienen los que los roban. Todos ellos tienen microchip, tatuaje y con análisis genotipado realizado en el banco de ADN de la Federación Española de Galgos, pero les da igual. Por muchas veces que se les encuentre con galgos que han sido robados, siguen actuando de la misma manera».

José María es un gran aficionado a la caza con galgo, y lleva más de 20 años compitiendo con sus perros. Para él, esto es mucho más que una afición, es un estilo de vida, pero reconoce que los robos que sufre tan a menudo le hacen plantearse abandonarla debido al enorme sufrimiento que le lleva a padecer cada año. Nos explica cómo proceden los ladrones para esquivar la ley: «El problema es que, para que no se les acuse del robo, les rajan para quitarles el microchip y les cortan la oreja donde tienen el tatuaje. De esta manera, aunque les lleves al Seprona a la puerta de su casa y saquen los perros, no puedes demostrar que te han robado el perro. Suelen aludir a que lo encontraron por los caminos y lo recogieron como acto humanitario».

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Un problema que se vuelve contra el galguero: el abandono

Ya sea porque se cansan de los galgos, los explotan hasta que los animales ya no pueden más o porque se vean con la Guardia Civil en los talones, es muy común que estas mafias de ladrones acaben abandonando a los perros robados. Y esto supone un doble problema para el galguero, como nos cuenta José María: «Otro problema derivado de que realicen estas mutilaciones a nuestros pobres perros es que, cuando los abandonan porque ya nos les sirven para furtivear o simplemente han robado otros que les gustan más, si tienen la suerte de que llegan a manos de la Guardia Civil, estos los llevan a las protectoras, por lo que resulta muy difícil encontrarnos a nosotros, los legítimos dueños.

Además de rompernos la vida y la afición al galgo, utilizan este despropósito para cargar contra los galgueros, que somos las víctimas en todo esto, y nos acusan de abandonarlos. Esto hay que solucionarlo ya. Hay que establecer un protocolo de recogida de perros errantes y difundirlo entre los guardas de los cotos, los agentes de la Guardia Civil, las protectoras… Para que cuando esto suceda, estos perros puedan volver con sus propietarios».

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¿Existe una solución?

Cuando preguntamos a José María qué podría solucionar este grave problema, primero resopla, y después nos contesta con palabras cargadas de rabia y dureza. «La única solución es que cambien la ley. Cuando sabes quién es el que te los ha quitado y dónde los tiene, y no puedes recuperarlos, algo muy gordo está fallando. Y cuando alguien «encuentra» galgos con el chip arrancado y la oreja cortada en repetidas ocasiones, y no le sucede absolutamente nada, también falla algo de manera muy grave.

Otra de las soluciones la han tomado directamente desde el Club del Podenco Andaluz, pero no pueden ponerla en marcha por problemas administrativos. Han llegado a un acuerdo con una empresa japonesa para comprar un microchip líquido que está siendo utilizado en Francia para controlar serpientes en estado de libertad y poder extraerles el veneno y producir antídotos. Este microchip es absorbido por huesos y cartílagos, por lo que sería imposible quitárselo a los perros, y añade la ventaja de que contiene un localizador gps, por lo que dos de los problemas más graves que padecemos por los robos de los galgos se solucionarían. El problema es que no conseguimos la autorización administrativa para poder utilizarlos».

Desde Club de Caza queremos agradecer a José María que comparta con nosotros su grave problema y le enviamos nuestro apoyo para que continúe luchando por sus galgos y por su afición.

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