Torcaces, bendita aviación

No terminan de pasar las palomas como sería deseable. Pero no duden que lo harán, como siempre. ¿Cuándo? Difícil vaticinarlo. Atención a la luna nueva del 10 y a los días posteriores y anteriores.


Si el tiempo medianamente acompaña más de uno hará la temporada. Incluso más tarde de esas fechas porque muchos palomeros aguantarán en los pasos tradicionales. No en vano es una de las especies menores que más satisfacciones aporta. Un animal emblemático para muchos cazadores vascos. Las ayudas comunitarias a la siembra del maíz ha supuesto para las torcaces un cambio alimentario y, en consecuencia, una explosión demográfica de sus poblaciones, para alegría de los cazadores que han visto en este animal una alternativa a las mermadas perdices. Bien durante la pasa o en la invernada en el sur peninsular, a nada que la montanera y un buen cimbelero acompañen, es fácil cubrir las exigencias de cualquier cazador que se preste. A pesar de que el arte del reclamo con palomas vivas tenga sus dificultades y las veleidades de este animal genere algunas veces más de un disgusto. Pero acertar los lugares donde están cebadas a la bellota es vital y el espectáculo que supone verlas bajar al señuelo una maravilla. Nunca es fácil engañar a un animal silvestre. De ahí que sea imprescindible el concurso de un buen cimbelero. En pueblos como Zuñiga (Navarra), Santa Cruz de Campezo, Oteo, Orbiso, Maeztu… de la montaña alavesa siempre ha habido grandes profesionales de este arte. De hecho esta modalidad es originaria de esa zona, si bien habría que matizar que por esas zonas, a diferencia del sur, a los bandos necesariamente se les baja hasta posarlos en los robles próximos al puesto. Siempre mucho más difícil. Cimbeleros como el Marquitos, el Tunillo, el Chucho, el Rubio y otros han sido un referente para los jóvenes cazadores que han cogido el testigo. Recuerdo con nostalgia como Marquitos, poco dado a salir del Campezo, me dijo hace ya muchos años «Vente conmigo a Navalmoral de la Mata (Cáceres) y te voy a poner encima tantas palomas que taparán el sol». No tuve la oportunidad. Pero los que conocieron a este fenómeno que vivía exclusivamente de lo que cazaba y pescaba saben bien que si alguien era capaz de hacerlo era él. Algún día les contaré sus aventuras. Solamente adelantarles que él solito, en el peor puesto, era capaz de matar más palomas que todos los cazadores del pueblo y que con un bote de pimientos a modo de carrete y un palo como caña hacía lo propio con las truchas. Nos dejó el bueno de Marquitos y con él una forma de entender la vida. No duden que a San Pedro le habrá enseñado allá en el cielo a poner lazos a los jabalíes y a coger truchas con gusanos de chopo. Amigo y compañero del Tasio, el de la película que lleva su nombre. Dos fenómenos del campo y de la vida que difícilmente se vuelvan a dar. Marquitos, tela para un avispado director de cine. ¡Si yo les contara sus andanzas con las trufas, caracoles, setas, palomas, jabalíes, truchas, hierbas medicinales, liga de acebo, miel, tila…! y todo para sacar cuatro perras y poder subsistir.
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