Fidelidad a raudales

Como era de esperar, una vez más el Día del Cazador y Pescador fue un éxito de público y organización, gracias a los 250 aficionados que se dejaron la piel montando todo el entramado que conlleva un evento de este calibre.


Destacar la ingente labor de los jóvenes de Adecap Gazteak que, pese a su juventud, dieron la talla como de costumbre de la mano de Modesto García «Txori», alma mater de estos jóvenes. No sería malo que la administración velase un poco por ellos, ejemplo de moderación y respeto. Y es que estamos hablando de chavales de entre 10 y 15 años que su pasión por la pesca es un ejemplo para propios y extraños.

Muchas y variadas fueron las actividades que el público agradeció, así como las múltiples exposiciones de material relacionado con estas prácticas y que por falta de espacio no puedo detallar. Destacaría por su originalidad la actuación de los cimbeleros de torcaces y la sorprendente monta –con saltos incluidos— de Paulita, una niña de 10 años a lomos de un pottoka llamado Guiyi Guiyi y dirigido por Aldara Larringan de la Hípica de Orobios (Amorebieta), una artista.

La presencia institucional corrió a cargo de Andoni Ortuzar (PNV), Amaya Fernández (PP) y Víctor Oroz, sensible con estos colectivos en estos momentos tan difíciles. Los aficionados cumplieron con su compromiso y responsabilidad, transmitiendo unión, respeto, y marginación al mundo del animalismo que tanto daño les ha hecho.

Desde el estrado el presidente de Adecap arengó a cazadores y pescadores como verdaderos garantes de la continuidad de sus aficiones y denunció a algunos políticos que no comulgan con estas prácticas y al mundo de los animalistas. Se me hace difícil buscar las palabras adecuadas para agradecer a todos los asistentes al evento —muchos miles— pero al menos decirles que son un ejemplo de fidelidad y respeto y que su futuro como cazadores y pescadores está garantizado a nada que continúen como hasta ahora. Y lo digo consciente que ni uno solo se va a dejar arrebatar algo que para ellos es una forma de entender la vida.

Posiblemente a algunos lectores que no practican estas artes les cueste entenderlo, pero créanme que incluso una vez abatido el animal desearían darle la vida que le han quitado. Difícil entenderlo, pero tan cierto como la vida misma. Solamente acompañándoles entenderían estas prácticas. Y se lo dice uno que les conoce bien. Y es que los que más les odian es por su ignorancia y dificultad para entenderlos.

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