Jabalíes en el punto de mira

Los accidentes en carretera por invasión de jabalíes en la calzada están haciendo a este animal protagonista en los medios de comunicación. Lógicamente el personal empieza a preocuparse y la pregunta surge por doquier: ¿Hay tantos jabalíes?


Haberlos hailos, pero no tantos como la gente pueda pensar. Durante una larga noche un jabalí mueve mucho monte y es normal que su presencia se constate en varios lugares. Pero de ahí a que alguno pueda pensar que en cada mancha de monte hay un jabalí, dista un abismo.

Nunca es fácil localizarlos, y mucho menos abatirlos. Ni les cuento si es un macho viejo. Tienen más espolones que el gallo de la pasión. Y más trampas que una ratonera. No en vano han vendido caro el pellejo en cien batallas con cazadores y perros.

Acontece que hemos experimentado en los últimos 20 años una explosión demográfica espectacular a consecuencia del butano —la leña no se corta para calefacción— y del abandono del campo y eso, donde no hemos tenido contacto importante con el animal, se nota. De ahí que proceda señalizar la carretera en los pasos querenciosos para reducir la velocidad, colocar pasos elevados o subterráneos para la fauna y facilitar su caza a las cuadrillas autorizadas, verdaderos especialistas en estas lides.

Casi siempre que se escribe sobre jabalíes se le trata como un animal fiero, torpe y sucio. ¡Qué lejos de la realidad! Bravo como pocos animales, si algo habría que destacar del jabalí es su instinto de conservación y su gran capacidad para no dejarse sorprender por las encerronas que los cazadores le preparan en las batidas. De ahí que sean pocas las modalidades de caza mayor más agradecidas y complejas si hablamos de media docena de perros y doce escopetas.

Importa el número de capturas así como la estrategia, el trabajo de los perros y el buen ambiente entre pocos amigos, y mucho más en la actualidad por la peste porcina africana. Constatada la presencia del jabalí por los rastros de la noche, se establece la estrategia: cómo abordar la cacería, el lugar donde ocupar los puestos, la suelta de los perros… Normalmente en los laderones, los puestos se ubican cerrando la crestería, después de penosa ascensión a punta de bota. Durante la ascensión sobran todas las prendas, luego serán imprescindibles pues el aire en las cumbres atraviesa como un cuchillo, ya que cazador debe permanecer quieto como una estaca. Uno de los grandes secretos del cazador de espera.

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