Jabalíes

Marcharon las lluvias hacia el sur y con ellas las migradoras, entre ellas las becadas. ¿Una pena?, más bien una injusticia.


Una pena para los cazadores vizcaínos. Se les prohibió cazar el sábado y el domingo pasado sin necesidad alguna porque no había nieve y los animales estaban fuertes, tenían sustento y los cupos eran garantes de su devenir. A perro flaco todo son pulgas, una oportunidad que tuvieron voló hacia el sur peninsular. No creo que vuelva a pasar. No lo admitirían los cazadores.

Ahora, el protagonista es el jabalí. Los días invernales de intenso frío son los más seguros para que acuda a barrearse en los bañaderos, pero variando siempre de horas. De día, no abandonan voluntariamente el encame aunque perciba fuertes ruidos, incluso latidos de perros. Y mientras estos no lleguen a la misma mata en que se acostó no se incorporará. Si lo hace, esperará a los perros, dándoles cara para defenderse, y si no consigue alejarlos o acuden a la llamada otros perros, huyen a la carrera.

Por su constitución física son más ligeros subiendo que bajando. En su nuevo paradero permanecerá de pie grandes horas, atisbando, y aunque reine el silencio absoluto a su alrededor no regresará en muchos días por los lugares donde fue descubierto.

Los grandes machos se zorrean con fantasmas en el monte, casi sin mover una hoja. Apuntarse uno de estos macarenos requiere una atención extrema y una buena colocación, evitando moverse nada y sin cargar aire.

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