Oso pardo

Afortunadamente la península ibérica cuenta con un patrimonio faunístico importante, con especies emblemáticas, algunas en regresión y otras no tanto. Entre las más distinguidas destacaría al lince ibérico, quebranta-huesos, águila imperial, urogallo, avutarda, lobo, oso, perdiz roja y macho montes.


Quizá por su tamaño, el oso pardo suscite el que más admiración. Símbolo de nobleza y fuerza en 1953 se prohibió acertadamente su caza porque sus poblaciones estaban bajo mínimos, fruto del furtivismo, destrucción persistente del bosque de alta montaña, mala gestión del recurso y una campaña mediática contra él irresponsablemente orientada, peor llevaba e ignorantemente tratada. Como era de esperar el impacto logrado con esta campaña de exterminio no se hizo esperar. Afortunadamente hoy es el día que sus poblaciones lentamente se van recuperando en Asturias y Cantabria gracias a la labor de la Fundación Oso Pardo dirigida por Guillermo Palomero, quien ha sabido templar gaitas en el medio rural haciendo también posible que en algunas zonas oseras se pueda cazar el jabalí. No ha sido fácil concienciar a unos y otros y recuperar nuevos hábitats donde no le falte comida y tranquilidad. En el orden cronológico, el oso, cumpliendo un hito en la Naturaleza, se extendió por toda Europa y en nuestro país se localizaba preferentemente en las serranías de Gredos y Guadarrama. En Euskadi el último oso se abatió hace 120 años aproximadamente, en Urkiola, por un criado del caserío Askondo de Mañaria. Independiente y silencioso, al espantarlo nunca ha adoptado la actitud bípeda propia de una posición de ataque. Omnívoro, se alimenta preferentemente de bellotas, hayucos, fresas silvestres y demás frutos. Se nutre asimismo de hierbas, maíz, brotes tiernos, larvas, caracoles, ratones y sobremanera miel. Así las cosas, ahora que la primavera nos regala sus primores, su luz, su calor, sus flores; cuando de las laderas de la montaña saltan centenares de cascadas debido al deshielo, formando espumas de plata para crear ese verdeazul de los ríos, veremos a las hembras salir de su letargo invernal con un par de oseznos, alegría y misterio del bosque. Un lujo al alcance de muy pocos.
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