Corzos a rececho

Con la llegada de la primavera el corzo, el más pequeño de los ungulados, se erige en protagonista de la fauna ibérica. Ha soportado la crudeza del invierno y luce airoso una cuerna de seis puntas ansiada por un selecto grupo de cazadores. Son los denominados corceros, aficionados recechistas que han encontrado en esta especie la niña de sus sueños.


Cientos de horas dedicarán a localizar ese gran trofeo tantas veces soñado. Nada fácil por cierto, porque si hay un animal escurridizo y misterioso donde los haya que venda cara su vida es el duende del bosque, el corzo, alegría del monte. Pondrá a prueba todos los conocimientos del recechista adquiridos después de muchos fracasos en una disputa limpia donde cada cual jugará sus bazas, bien para sobrevivir uno, bien para alcanzar el venador ese atávico deseo —tan difícil de entender— de dar muerte a algo que más ansía y aprecia. Aunque bien seguro que una vez conseguido, desearía darle la vida que le ha quitado. Venerado por los recechistas y vilipendiado por los jabalineros porque atrae a los perros durante las batidas de jabalí, el corzo ha colonizado prácticamente toda la península con una capacidad de adaptación asombrosa. De hecho el crecimiento es tan grande que en algunas regiones está sufriendo ataques parasitarios propios de una regulación natural. Sufre también la crudeza del invierno, ya que las variaciones de los recursos alimenticios son muy acusados en el bosque debido a las diferentes conductas silvícolas en las distintas estaciones donde el número de especies comestibles desaparece considerablemente. A esta escasez hay que añadir la calidad nutritiva, falta de proteínas y una peor digestibilidad. Su paisaje ideal es el bosque tupido con grandes claros, donde encuentra brotes jóvenes con tallos fácilmente accesibles. En resumen cuanto mayor sea la diversidad forestal de un territorio más fácil será la implantación del corzo. De costumbres hogareñas, utiliza espacios reducidos que el cazador aprovecha no sin dificultades para su localización. En el bosque ocupa alrededor de 60 hectáreas y en un medio abierto su dominio puede llegar a las 100 hectáreas. Las heladas continuas con nieve que superen los 30-40 centímetros pueden ocasionar bajas que pueden llegar hasta un 30% de mortalidad en sus poblaciones. Aunque su peor enemigo sin lugar a dudas es el lobo que se ceba con los corcinos y los animales adultos. Curiosamente los corzos que han ocupado recientemente las zonas cerealistas del norte de España —inédito hasta hace bien poco— son los que mayores cuernas desarrollan al encontrar un aporte alimenticio adecuado a su desarrollo.
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