El reclamo es nuestras Termópilas

Corría el año 480 a. C. Cuando el rey Jerges I de Persia inició la segunda de las Guerras Médicas. El sátrapa quería poner fin a las colonias griegas cercanas al imperio persa y escarmentar a las ciudades estado que habían apoyado a aquellas en la primera Guerra Médica.


Jerges reclutó un ejército sin paragón en la historia antigua, que se puso rumbo hacia las tierras de sus vecinos del sur. Enterados los griegos de la inminencia del ataque persa, decidieron plantar cara al soberano. Las polis griegas no estaban dispuestas dejarse someter por un rey asiático sin luchar, sin defender su concepción occidental del mundo, su manera de vivir. Leónidas, 17º rey agíada de Esparta, acompañado de sus guerreros hoplitas —seleccionó sólo trescientos hombres que tuvieran ya descendencia— comandó un ejercitó aliado de unos 7.000 griegos (atenienses, tebanos, y espartanos) que decidieron hacer frente a un ejercito abismalmente superior de persas en el paso de las Térmopilas. En la trastienda de esta historia de persas y griegos se esconde una constante de la historia de la humanidad: el afán de unos grupos sociales por someter a otras tribus, y la resistencia de aquellos a quién se pretende someter, a la pérdida de su libertad y sus costumbres. Aplicado a la Ley de Patrimonio Natural, las cargas continuas de las hordas legislativas contra el mundo rural y modalidades de caza tan tradicionales, arraigadas y hermosas como la perdiz con reclamo macho en nuestra piel de toro, sólo puede entenderse dentro de ese contexto de sometimiento de lo rural a lo urbano del que bebe la Ley de Patrimonio Natural en lo que se refiere a la caza. Ya podría haber elegido el Ministerio de Medio Ambiente otra modalidad que no representara —como, sin duda, hace la caza con reclamo— el paradigma de la caza sostenible, de la caza selectiva, de la caza como herramienta de gestión de poblaciones de perdiz, de la caza como aprovechamiento y uso alternativo de las fincas, y de la caza, en fin, como cultura y parte de nuestras más ancestrales e ibéricas señas de identidad. La caza de la perdiz con reclamo es uno de esos tipos paradigmáticos, ejemplares de caza prudente y sostenible. No será en este artículo donde se analicen las bondades de esta modalidad de caza ancestral, que se practicaba ya por los romanos con lazos y que sigue manteniendo igual en nuestros días en las Baleares. Ya habrá hoplitas y honderos entusiastas, que desde el detalle y la saeta del argumento científico, arrojen razones, datos y argumentos sobre la tropa ecologoide y la Ministra que, a capa y espada, ha querido privarnos de la caza con reclamo. Narbona, ha encontrado ciudadanos libres, que como los espartanos han salido al frente en defensa de sus derechos y, en las Térmopilas de los pasillos del Congreso, del Senado, en las angosturas de los medios de comunicación y la opinión pública, se han mantenido firmes, unidos y han conseguido eliminar la amenaza que para la perdiz con reclamo existía en la Ley. Se ha trascendido además a la opinión pública, y se han superado con este asunto las murallas de los medios del sector cinegético. Radio, televisión y prensa nacional se han hecho eco de la trifulca dialéctica entre cazadores y Ministerio en torno a la defensa de la caza. Ayer mismo leía en el diario El Mundo «Los diputados del PSOE desoyen a Narbona y apoyan a los cazadores. El Congreso aprueba la Ley de Patrimonio Natural con la enmienda que permite la caza de perdiz con reclamo durante la cría». Aparte de la inexactitud que supone decir que la perdiz con reclamo se caza en época de cría (que no es así), lo que queda claro del artículo es que los diputados socialistas no acataron la disciplina de voto y optaron por votar a favor de que se mantenga la caza con la perdiz con reclamo como hasta ahora se recogía en la Ley de Espacios Naturales que la nueva Ley de Patrimonio Natural viene a suplir; la caza ha trascendido de sus islas mediáticas tradicionales al continente informativo de los medios generalistas de primer orden. También en el diario La Razón se ha seguido con detenimiento la contienda. Como en el caso de la agresión persa, la agresión legislativa al mundo rural y a la caza ha tenido como consecuencia la unión de las tribus, de las ciudades estado, de los sectores cinegéticos y del mundo rural para hacer frente a la invasión injustificada, irracional, y poco meditada de la Ley de Patrimonio. El caso es que, eliminadas las limitaciones a la perdiz con reclamo (hay cientos de miles de reclamistas en España), ya hay alguna organización ecologista que, de la mano probablemente del propio Ministerio, ha anunciado que recurrirá al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas por este motivo. Como Leónidas y sus espartanos, allí estaremos, con nuestros hoplones sobre el hombro esperando nuevos ataques a la venatoria, y volveremos con el escudo o sobre él. *Tras las Termópilas, los persas fueron derrotados definitivamente en Platea y Salamina
Comparte este artículo

Publicidad