Protección animal, «nueva exigencia social» según Podemos

El programa de Podemos alude a la caza y la tauromaquia en su epígrafe (cito literalmente, página 35/36) «Protección animal, una nueva exigencia».


Entre otras cuestiones propugna: «Elaboración de directivas europeas y leyes estatales de protección de los derechos de los animales, estableciendo penalizaciones para los actos de maltrato y abandono de los mismos y erradicando cualquier uso de fondos públicos para actividades nocivas contra los animales». También la prohibición de la tauromaquia y —ojo— la «regulación de la caza mayor». Prevén además la promoción de asociaciones protectoras de animales. Supongo que Papá Noel Domínguez, alias Lobo Marley, alias motosierra-man, estará frotándose las manos, y que su próxima acción en vídeo será incluso condecorada por las huestes de Podemos. El caso es que borrar del mapa la tauromaquia y la Semana Santa en Sevilla es un hueso demasiado duro de roer, incluso para Pablemos. Pues como diría el maestro Patxi Andión, el de los cazadores (como el de los aficionados a los toros) es un colectivo transversal. O lo que es lo mismo, es una masa donde hay gente de cien mil raleas, condiciones, cunas, orígenes y condición social. En la caza, que ya está regulada —hiperregulada diría yo— no nos hacen falta más Mesías, ni más descubridores de la pólvora. Si acaso, informes técnicos y gestión conforme a los mejores datos de la ciencia. Todo lo demás es charlatanería de feria, quincalla del todo a cien. Por otro lado, leo atónito que «el sexo con animales dejará de ser impune». Y es que hace poco que los grupos parlamentarios han aprobado que el abuso sexual a los animales y la explotación de los mismos sea delito. ¡Me quedo mucho más tranquilo!… Y me pregunto si será el médico forense el que reconozca a la gallina —léase víctima—; si le pondrán una pulsera al agresor para no acercarse a su víctima, no vaya a ser que deje de poner huevos; si los jueces dictarán órdenes de alejamiento respecto de una cabra, o una borrica; o cómo se fijará el daño moral a una mastina o un potro. Por cierto, será difícil saber si la gallina era consentidora o si habrá que tomarle declaración en comisaría. En definitiva, un paso de gigante para la humanidad. Otro síntoma más del mal de sociedad enferma que se conoce no tiene otra gilipollez en la que pensar que en los derechos humanos de los animales. El botón de muestra de que muchos de nuestros parlamentarios viven en otra galaxia (la de la granja y el rebaño). Bien podían pensar en solucionar los problemas reales de la gente. En fin, que así nos luce el pelo (o la coleta o la permanente en su caso).
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