Algo está cambiando

Cuando me propusieron publicar un blog mi primer instinto fue morirme de risa. Simplemente pensé, ¿qué puedo yo aportar al mundo cinegético español?, si yo de armas sí, pero de perdices y corzos, buah, nada. Y pocos minutos después pensé «pues va a ser qu


Ya no sólo por ser mujer, que también, sino porque en la caza y en el mundo en general algo está cambiando. Y es que tiempos de crisis son tiempos de esperanza. Más allá de la manida monserga de la caída de la actual directiva de la Real Federación Española de Caza, creo que se prometen cambios. Y uno de ellos es que una cazadora en ciernes como yo se atreva a opinar. ¿Y por qué no? Todo pasa por ver si esto se consolida, pero en los últimos meses todo ha sido una suerte de foros, encuentros, un advenimiento de asociaciones juveniles, turismo cinegético (ojalá, porque este país si de algo sabe es de eso, turismo), lobbies revolucionarios (no hablo de Podemos), apoyos institucionales y hasta la Ministra de Agricultura, bla, bla y no sé qué más, Medio Ambiente, eso, porque mira que es largo el nombre, quien se atreve a decir en público que la caza es un soporte real de la economía rural de este país. Si es que aún existe (el país, digo). La suerte es que si el país no existe, la caza al menos sí, y más allá de existir, es una forma de vida. Y eso se me ocurre reivindicar. No provengo de una familia con tradición cinegética, pero circunstancias de la vida me hicieron hace más de una década recalar, siendo como soy joven aún, en este mundo. Que engancha, y hasta una profana como yo en lides cinegéticas se atreve a decir que prejuicios fuera y que la caza es la bomba. Que somos, no sólo buenos, sino estupendos, porque la caza es mucho más que una pasión, es una forma de vida o de entender la vida. Por eso es apasionante saber que hay gente defendiéndolo que se compromete y que se implica con casi , a pesar de las circunstancias, como decía Ortega y Gasset. Y es que sólo en nuestra mano está cambiarlo. Aunque no se equivoquen conmigo, porque toda esta declaración de intenciones no es gratuita, porque si la caza es una forma de vida, el marketing a lo que por profesión y por devoción me dedico, también lo es. Llegué a este mundillo por accidente, pero pienso quedarme, para vender armas que es lo que hago, y bastante bien por cierto, sino porque ambas empastan pero que muy bien. Y es que frívolamente hablando, y siendo realistas, haría más por la caza que nuestra Reina Letizia, como otras regentes hacen, saliera en el ¡Hola! vestida de montera, que todas las disputas y artículos sesudos escritos por los mismos de siempre en los mismos medios de siempre, o las luchas y promesas federativas en pro de la caza en diez años. Y es que hay mundo más allá de la enfermedad del conejo, los gusanos del corzo y el derrocamiento de no sé quién. ¿Cuántos somos? Muchos, pero invisibles, menospreciados, no pienso volver a los tiempos de alevín en los que me asustaba y acomplejaba decir a mis amigas estupendas salidas de escuela de negocios, como yo, contratadas por las consultoras más in de la capi, que me dedicaba a la caza y vendía armas. No peino canas aún gracias a una genética envidiable, pero no más. Y aunque no comparto su slogan: SÍ A LA CAZA. Quizá debamos contratar a algún friki como Risto Mejide o a Pablo Iglesias para que nos redima, o rescatar a Juancar, ahora retirado, para hacernos notar. ¡Puede! Lo que sí tengo claro es que me gusta lo que hago y que espero seguir y contar con seguidores que se sumen a hacer de esto un futuro y por supuesto a vender lo mejor de lo mejor, Blaser, J.G., Norma o Zeiss entre otros, de aquí a 30 años. Como bien dijo Juan Antonio Sarasketa, Presidente de la ONC, y tiene toda la razón, en su discurso de cierre del XXII Día del Cazador Vasco el pasado 22 de junio en la Campa de Dima frente a una multitud aparentemente atenta pero lejana «si no cazáramos, en un tiempo muy corto tendríamos un problema de urbanidad, de intromisión y de circulación». Así que, sea como sea, si la caza no existiera, habría que inventarla. Hasta la próxima.
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