Respetada ministra de Medio Ambiente

Señora Ministra: Ya sé que usted no me va a leer nunca y si por casualidad lo hiciera, entiendo que no considerará lo que pueda decir un cazador de pueblo, lo mismo que ha ignorado el sentimiento del millón de ciudadanos cazadores. Hemos puesto en sus manos la gestión de la naturaleza, a la que amamos, aunque la parezca un tópico, y estamos decepcionados.


No parece que sea usted propensa a la seducción (a mi edad sólo me puedo referir a conceptos del oficio), pues tiene aspecto severo ?que está muy bien señora para ese oficio suyo? y por ello, he perdido mi afán por convencerla. No me duelen prendas en confesar que me gustaría más poder matizar en algún momento, y personalmente, estas reflexiones; aunque ya sé que no recibe a cazadores. Pierde usted con ello un torrente de ideas positivas en beneficio de la naturaleza, que la mayoría de los cazadores estamos muy interesados en preservar. Permítame señora Ministra que la manifieste mi preocupación vital por la naturaleza española que no queda amparada con su Ley, ni mucho menos, porque no gestiona lo trascendental. La naturaleza sigue, en su práctica totalidad, sometida al albur de las actividades que han acabado con parte de la fauna y el medio: la geometrización del territorio, la agricultura intensiva moderna y la especulación del suelo. Usted con esta ley hace política de salón conservacionista dirigida a reductos, a anécdotas territoriales, pero se olvida del todo. Encrespa y enemista a los usuarios puros del usufructo natural, ?agricultores, ganaderos y cazadores?, por unos pocos espacios que todos estamos dispuestos a respetar especialmente, ?327.000 Has de los 13 Parques Naturales y ahora las 500.000 Has. que, aproximadamente, intenta proteger del plomo?, cuando los 15 millones de Has de la Red Natura 2.000 (mantenidos inmarcesibles desde siempre, contra los usos agresivos, por sus dueños y usuarios), van a seguir siendo agredidos por la moderna sociedad del cemento. Y no digamos nada de los 33 millones de Has restantes, que están abocadas a la desertización, porque nadie las protege. Para justificar mi razonamiento sólo debo preguntarla algo capcioso, porque conozco la respuesta. ¿Qué ha hecho en los cuatro años al frente de su ministerio para erradicar el vertido constante a toda la naturaleza española de millones de toneladas de veneno a través de fitosanitarios, insecticidas y pesticidas? Absolutamente nada. Eche una mano a agricultores, ganaderos y cazadores ?que son los verdaderos custodios del medio ambiente? y se la echará a la naturaleza y al conservacionismo. Nuestro campo, señora ministra, necesita menos crispación, más consenso y mejores guardianes. Podría preguntarla también algo más puntual ¿Qué ha hecho su ministerio para acabar con el vertido de millones de perdices, muchas de genética y sanidad dudosas, que inundan Parques Nacionales, Red Natura 2000 y el resto de los 504.000 Km.² de este país; qué ha hecho para frenar el envenenamiento oficial y masivo por rodenticidas de millones de hectáreas en Castilla y León; qué ha hecho para potenciar la búsqueda de alternativa al plomo; qué ha hecho para vacunar y recuperar al conejo? Absolutamente nada. Usted debería dirigir su política hacia lo importante, con más datos y menos opiniones, en lugar de buscar agradar sólo a los grupos que la jalean y vitorean. Cuando se preocupe de todos estos asuntos que nos desasosiegan a la gente del campo, la aplaudiremos todos. Pero hay algo mucho más trascendente que la quiero dar a conocer y me hubiera gustado más exponérselo a través de alguna reunión en la que los cazadores hubiéramos sido concertados por usted, para dar nuestra opinión sobre la regulación de la naturaleza, de la que tanto tenemos que decir y consensuar. Ministra deje de ignorarnos. No olvide que uno de los padres del socialismo, J. J. Rousseau, decía que el poder de preceptuar leyes válidas no puede pertenecer legítimamente más que a la voluntad general. Deduzco que, para quien entiendo su mentor, esta Ley no hubiera sido válida. Con esta Ley, sin recoger la opinión de los gremios más significados en su usufructo, usted ha creado demasiada zozobra. Para evitar tanta incertidumbre es necesario dilucidar en decreto algunas cuestiones de esta Ley, que no las entiende nadie. Y es necesario que opinemos los cazadores. Sepa señora que llueve sobre mojado; cada vez que el gobierno saca una ley de medio ambiente, los cazadores, que en teoría deberíamos estar encantados y participando ?porque en su exposición y objetivo principal busca proteger la naturaleza de los atropellos a que la someten los que se consideran amos de ella?, acabamos crispados y en manifestación porque no se nos escucha, ni pregunta y en cada nuevo paso se nos quita algo sin que se beneficie la naturaleza. Es la teoría comercial “del salchichón”. La Ley 4/89 de Conservación de Espacios de Flora y Fauna Silvestres, que en su mayoría suscribimos encantados los cazadores y ahora queda sin vigor cuando se active esta nueva Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, se promulgó también ignorando a este gremio por parte del tristemente célebre Santiago Marraco, que presumía en el Congreso por haberse cargado la caza con esa Ley. No se la cargó, como es obvio. Pero vendió progreso estúpido entre sus simpatizantes. Aquella Ley que sobrepasaba los objetivos buscados en la 79/49 CEE, a la que trasponía, estaba mal orientada y trajo como consecuencia las denuncias de la CEE al Reino de España y, paradójicamente, también tuvo sus encuentros con cazadores y comunidades autónomas que la recondujeron a través de los tribunales. Vamos por el mismo camino señora ministra. No crea que vamos a hacer abrenuncio de principios irrenunciables. Seguiremos denunciando envenenamientos puntuales y masivos. Continuaremos buscando la vacuna para recuperar a esa especie vital, el conejo, que se muestra cada vez más difícil. Vamos a seguir recogiendo perros para evitar impulsos de alguna bestia excepcional. Seguiremos intentando poner en las armerías un sustituto al plomo para evitar saturnismo. Seguiremos analizando todas las perdices y liebres que nos presenten los cazadores con muestras de enfermedad. Continuamos con el proyecto de genética de la perdiz roja para poner orden en la granja y el campo. Vamos a seguir anillando codornices para hablar con datos y no con opiniones. Seguiremos pagando investigaciones sobre comportamiento y densidad de fauna y no nos cansaremos de proponer y respetar cupos de captura, sobre todo para especies migratorias, ni de beneficiar a la fauna con mejoras. Estamos preparando especialistas para que controlen debidamente a los predadores. Andamos ahora con la ONC estudiando la incidencia de las semillas blindadas en la fauna. Sería interminable la relación de actos puntuales que patrocinamos los cazadores y definen de sobra un comportamiento y forma de pensar. Por todo esto tan notable su ministerio no hace absolutamente nada, aunque hemos solicitado su colaboración. Y no somos sospechosos, señora ministra; nuestra lealtad con la naturaleza está avalada y asegurada. Sepa, señora, que muchas de esas labores citadas las conozco de primera mano y me gustaría hablar con usted de todas ellas, independientemente de nuestras próximas protestas. Beso su mano, Señora Ministra.
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