Campeonatos, Caza y Diccionario

Otro año más ha saltado el escándalo en los llamados campeonatos de caza menor con perro. No podía ser de otra forma y luego me explicaré.


Si además es cierto que el descalificado ha amenazado con su arma a otra persona, el asunto excede el ámbito de la disciplina deportiva y pasa al terreno del Código Penal. La Caza siempre se ha definido como una actividad que consiste en perseguir y acosar a animales salvajes para capturarlos vivos o muertos. La última edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la define como. “Buscar o seguir a las aves, fieras y otras muchas clases de animales para cobrarlos o matarlos” Lógicamente me gusta más la primera definición porque a la segunda le falta precisión, lo que es algo impropio de la labor de nuestra Academia aunque no una excepción. Y también, cuando define “caza” dice lo siguiente: “1-Acción de cazar. – 2-Conjunto de animales no domesticados antes y después de cazados”, y también: “caza mayor: La de jabalíes, lobos, ciervos u otros animales semejantes” y finalmente: “caza menor: La de liebres, conejos, perdices, palomas u otros animales semejantes”. Aquí, aunque menciona animales no domesticados, no se puede entender que se refiera exclusivamente a animales nacidos y criados en total libertad y en su medio natural. Del mismo modo, las definiciones de caza mayor y menor se quedan muy escasas. Si tomamos la definición académica de “cazar”, podríamos interpretar que cazamos cuando entramos a un corral para cobrar o matar cualquier gallina o conejo, luego también es cazar cuando en un terreno se sueltan animales criados en cautividad para ser buscados y abatidos con disparos. Estas acciones lícitas no son consideradas como caza por quien se siente cazador por varios motivos: 1- No se trata de animales salvajes con todas sus capacidades de defensa desarrolladas. 2- A ese ejercicio le falta el componente de incertidumbre que siempre debe acompañar a la caza por ser consustancial con ella. Creo que la Real Academia debería modificar todas estas definiciones para que reflejen la realidad que representan y se ajusten al sentido social de las mismas. Está bien que incorpore palabras que aparecen a causa de los avances tecnológicos e incluso, pero con mesura, algunas palabras de uso vulgar y frecuente con origen desconocido tales como “chute” y “guay”, aunque entiendo que lo fundamental es que las palabras que son propias de nuestra lengua estén perfectamente definidas en cuanto a su más exacto significado principal. Está bien eso de “cazar a un jugador”, pero la definición principal, la de “cazar”, no deja de ser la más importante. Y volviendo al asunto de los Campeonatos de Caza menor con perro, de acuerdo con las definiciones lingüísticas que le afectan, está claro que, mal que nos pese a muchos, se les puede entender como de caza. Lo que está menos claro es el sentido del campeonato o concurso si entendemos que en la caza interviene el azar de un modo determinante. Salvo artimañas que lo invalidarían, no se puede garantizar la igualdad de oportunidades para cada uno de los participantes. No habrá el mismo número de piezas en cada cazadero ni aunque se suelten el día anterior, además de que piezas huidas de uno pueden aparecer en otro durante el concurso. Al leer “Campeonato de Caza”, siempre me viene al pensamiento “Campeonato de Bingo”, pero está claro que no todos lo interpretan así e incluso algunos se lo toman en serio y a veces excesivamente. No puedo aceptar que quien abata más piezas en esa competición sea mejor cazador que cualquier otro, sea o no participante, por la sencilla razón de que no existe igualdad de oportunidades. Claro que tampoco puedo admitir que la caza sea un deporte, pero esa es otra historia. Llevemos el problema a la caza mayor. Imaginemos un Campeonato de Caza Mayor, sorteemos los puestos y que comience la montería. ¿Será mejor montero quien más reses abata? No lo creo. Hagamos el concurso pero recechando. Tomemos una buena extensión, como Cabañeros o la mismísima Sierra de la Culebra ¿Cómo delimitamos los terrenos para todos tengan las mismas oportunidades? ¿Para que el número de piezas, de extensión y de dificultad sea aproximadamente igual para todos? Entiendo que esto de la caza y de la competición está absolutamente reñido, y que por ello, por el afán de notoriedad y por diversas razones más, se presta a todo tipo de engaños y escándalos que perjudican a los cazadores y a las esencias tradicionales de la caza. Ya va siendo hora de que la RFEC se ponga las pilas y se aleje de estas actividades para evitar más daños en el colectivo de cazadores, o que se cambie el nombre por el de Real Federación de Concursos de Tiro con Escopeta, y no vuelva a mencionar las palabras “caza” y “cazadores” para no continuar manchándolas, independientemente de lo que diga el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Y ya metido en harina me pregunto si la Escuela de Caza de la RFEC enseña a cazar corriendo con el perro detrás como perseguidos por un oso y hasta reventar al can, (según alguien ha comentado), y si enseña a hacer “el caracol” al estilo de quien ha sido tan galardonado, con el ánimo de crear futuros Campeones, porque si es así más valdría que enseñasen a tocar la caracola para conservar un arte que se está perdiendo con tanta “turuta”.
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