Engordar para morir

Lo bueno que tiene leer, adentrarse en los modernos medios de comunicación o en los libros es que uno se entera de cosas, aprende cosas y disfruta con una serie de conocimientos en los más diversos ámbitos. Dicen que hay que estar con la mente abierta, no cerrarse a nada.


Dirán que a qué viene todo esto. Pues a que no está de más conocer la experiencia de otros cazadores, leer lo que opinan los expertos en modalidades cinegéticas, lo que aconsejan los especialistas en técnicas de gestión, conocer las experiencias que se vienen poniendo en práctica en el control de predadores, como por ejemplo en el libro que está a punto de editar sobre este tema la Escuela Española de Caza… Todo ello puede colaborar a que juntos, sumando conocimientos y poniéndolos en práctica, intentemos lograr un futuro mejor para la caza en nuestro país. O sólo nos sirva para ver noticias tan curiosas como que, por ejemplo, los científicos aseguran que los niños y jóvenes sacrificados ritualmente por los incas comían mejor varios meses antes de su trágico final, su dieta se enriquecía notablemente, incorporando productos como la carne, ausentes en las comidas de los campesinos. Vamos, que eran engordados antes. No está muy lejos este hecho de ese popular dicho español engordar para morir. Algo así puede pasarnos este año con las poblaciones de perdices. Todos los datos apuntan a que en general estamos en los compases iniciales de una temporada muy especial para las perdices, que sus poblaciones son más abundantes, que los aprovechamientos pueden ser más elevados, pero no por ser un año bueno caigamos en la tentación de apurar las capturas, de aumentar los cupos, de ejercer una mayor presión cinegética sobre las poblaciones de nuestras queridas patirrojas. Por que eso sí sería engordar para morir.
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