Políticamente incorrecto

Hoy quiero ser políticamente incorrecto, muy incorrecto para los tiempos que corren. Cinegéticamente hablando, se entiende. Lo aviso por si algún despistado o sensiblón, incluso de nuestra grey, está empezando a leer estas líneas. Ser políticamente incorrecto es simplemente ir en contra del discurso dominante, de las opiniones generalizadas de una sociedad que han impuesto, y que refuerzan cada día, los medios de comunicación. Muchas de estas opiniones o ideas se sacralizan a través de la Ley por su beneficio para la sociedad, pero otras llegan y pasan como las modas sin el más mínimo fundamento, y lo peor es que no admiten un reproche.


Me ha dado la idea un amigo ecologista que se sorprendió cuando le dije, por escandalizarlo, que Javier Ceballos, doctor en cetrería, estaba a favor del desnide controlado de rapaces. ¡Anatema! Por mucho que se explique y argumente nuestro experto en cetrería, los insultos y el destierro los tiene asegurados entre los ayatolás de la naturaleza. Pues bien, ahí van mis reflexiones que harán saltar del sillón a más de uno y también, espero, reflexionar a la mayoría. ¿Por qué no se regula que los chavales puedan cazar con escopetas de perdigones antes de iniciarse con las de fuego? Cazar aves cazables como los córvidos, los zorzales o los estorninos pintos, porque ya saben que los negros están absurdamente prohibidos. La escopetilla de plomillos era la verdadera escuela de la caza y hoy, además, existen carabinas con la adecuada potencia y calibre. Y por ir más allá en la incorrección, ¿por qué no se permite, en condiciones controladas, la caza de otras aves abundantes como rabilargos y arrendajos? En Francia, Italia y otros países europeos se caza por ejemplo la alondra hasta con trampas. ¿Por qué no se autoriza la caza con el calibre .22, un arma ideal para el control de córvidos y para cazar determinadas especies de caza menor? También en Europa se emplea este calibre sin que nadie se rasgue las vestiduras. ¿Causaría algún prejuicio a la especie abatir controladamente algunos machos de avutarda y que el dinero de esos permisos se destinasen a la conservación de sus poblaciones? ¿Por qué no se vuelve a autorizar la caza controlada de la perdiz pardilla en Castilla y León en aquellos cotos que, teniendo la densidad suficiente —que los hay— les hagan mejoras de hábitat? ¿Y por qué no se hace lo mismo con algunos ecosistemas acuáticos? ¿Por qué la administración no permite, por ejemplo, que un determinado grupo de cazadores se haga cargo, técnica y económicamente, de la restauración y conservación de una laguna a cambio de algunas tiradas controladas? Por cierto, ¿cuántas cigüeñas más pueden soportar nuestros ecosistemas? ¿Qué tiene que pasar para que una especie protegida se controle, al menos temporalmente? ¿Qué pasaría si un determinado propietario de finca, o todos a la vez, se negasen a que alguien entrase en sus tierras para tocarle los huevos —perdón pero es así— o los pollos al águila imperial o llevarse un lince a Doñana? ¿Y qué pasaría, por ejemplo, si a uno de estos propietarios, o a todos, les diesen treinta mil euros por año y ejemplar de lince o imperial que tuviesen en sus fincas? ¿Creen que se extinguirían? ¿Sería esta política conservacionista más rentable que la actual? ¿Por qué cuando se habla de la pésima situación del urogallo se echa la culpa a la abundancia de venados y jabalíes y no se habla para nada de predadores protegidos ni, por supuesto, de controlarlos? ¿Por qué los conservacionistas están en los consejos de caza y a los cazadores no les llama nadie para hablar de «conservación»? ¿No es la caza una herramienta de conservación? ¿Qué es conservar? Muchas cosas que se hacen hoy en nombre de la «conservación», ¿conservan realmente la naturaleza? Ya sé que casi todo lo expuesto chirría, está prohibido y por supuesto seguirá estándolo. Respeto la Ley, pero eso no quita que muestre mi desacuerdo sobre algunos asuntos o luche, aunque sea con estas reflexiones, porque las cosas puedan ser de otra manera. Creo además que si se llevaran a cabo algunas de estas proposiciones a la naturaleza no le pasaría absolutamente nada malo, posiblemente todo lo contrario.
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