¿Vergüenza…?

Para sufrirla, hay que tenerla, y en estos días se ha demostrado que, algunos, ni la tienen ni se la espera.


Recordamos, algunos que allí estuvimos, unos cuantos (por ejemplo y entre otras muchas que se celebraron a nivel nacional), las arengas de aquella, gloriosa, manifestación de Córdoba —busquen en las hemerotecas que, como dice el anuncio, el algodón no engaña—.

Recordamos aquellos gritos de esperanza que convocaron, a unos cuantos miles de ingenuos, a tomar Madrid para hacer ver al mundo, bueno, a todo el país, que somos un sector que está vivo, muy vivo como se ha demostrado este 3 de marzo; que estamos hartos de ser humillados, ninguneados, insultados, vilipendiados; que somos gentes sencillas (demasiado algunas veces) que tenemos una forma de vida tan respetable como cualquier otra; que somos imprescindibles para la sostenibilidad del medio ambiente, para que sobreviva el mundo urbanita y llene sus neveras y no les dé un buen susto un guarro en sus jardines ni peligre su vida en las carreteras… que somos los que somos y que ya está bien de tanto cuento.

Pues, para algunos, para aquellos que tanto gritaron como mintieron, hoy se ha visto que na de na y si te he visto no me acuerdo.

Si tuvieran vergüenza, que hay que tenerla, correrían a esconderse bajo la alfombra para que nadie viera sus caras y decirles a la cara lo que muchos, unos cuantos miles, piensan. Si la tuvieran, dejarían de inmediato los sillones, las poltronas en las que se eternizan gracias a la ‘democracia corporativa’ (suena a otra época) que practican en sus feudos. Si tuvieran… pero no tienen.

El 3 de marzo ha demostrado que sin ellos también se puede, que esas gentes sencillas que tantas veces han escuchado promesas, arengas, vacías, no necesitan de sus mangoneos para salir a la calle y demostrar lo que son, lo que somos, no necesitan de sus caducas instituciones, en las que algunos llevan varios lustros, para demostrar que todo esto puede sobrevivir sin ellos. ¡La caza también vota!, estaba en la calle, y no en sus despachos, por mucho que se quieran adjudicar unos méritos que han demostrado que ni tiene ni se merecen.

Y a todos ‘sus asociados’, que abran los ojos, que hay otras muchas asociaciones que sí luchan, de verdad, por todo esto, por eliminar los privilegios que otorgan las cuotas, como se ha demostrado este 3 de marzo. Que sirva de algo la demostración de fuerza que se ha hecho en la calle, como ya ha servido de mucho, de muchísimo, el que todos los medios de comunicación hayan estado presentes en la manifestación y el 3 de marzo haya sido noticia en todos los telediarios, cosa que ellos nunca han conseguido a pesar de ‘los méritos’ que se adjudican. También ha servido de mucho el que todos los políticos, de todos los partidos, hayan visto, en la calle, no en los despachos, que la caza también vota.

Que no nos engañen más con sus promesas y sus cuentos. El 3 de marzo se ha demostrado que la Alianza Rural, la auténtica, no necesita a aquellos que, por la noche y a escondidas, han dejado fuera a unos cuantos cientos de asociaciones que sí se dejan la piel por esto, en contra de los mismos de siempre que manejan todos los cotarros. Porque la Alianza Rural, la de las pancartas que el 3 de marzo han desfilado por La Castellana, ¡sí tiene vergüenza!

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