¡Damocles… y la espada!

No me voy a referir a ese personaje tan nombrado de la cultura griega clásica, quien de hecho ha conseguido la fama no por su persona o logros, sino por haberse situado sin querer debajo de una espada que su rey colocó secretamente sobre él para que comprendiera que no todo eran ventajas para el monarca en palacio. Y por ello ha sido la espada la que se ha referido tantas veces como representación de un riesgo cierto, de una amenaza más que grave. Nuestro propio diccionario la refleja como ‘Amenaza persistente de un peligro’.


Es decir, y centrando ya mi comentario en lo que más nos puede interesar, algo muy parecido a lo que hay que sufrir tal como se nos presentan los borradores de los Reglamentos de Armas que han de relacionar esos ingenios en todas sus variantes o categorías, y basta con referirnos a este tan reciente que hemos padecido durante las semanas que ha estado amenazándonos de una forma tan evidente como grave e incomprensible.

Acercándome ya como estoy a las cuatro décadas profesionalmente en este ambiente, ya comprenderán que me he visto unas cuantas veces inmerso en la situación de estudiar, opinar y sin duda alegar los borradores de los Reglamentos que se han ido planteando a lo largo de nuestra Historia reciente. Siempre, por supuesto, ha habido cosas INCOMPRENSIBLES (y lo pongo en mayúsculas para que se me comprenda mejor), como por ejemplo cuando a mediados de los ’80 se quiso incluir los cuchillos domésticos con numeración y guía en nuestra Ley de las Armas, y creo recordar que también los destornilladores, aunque no se especificaba su tamaño. Lo malo, lo que terminaba de confirmar lo inconmensurable del ABSURDO (y repito el motivo de las mayúsculas), es que no se asimilaban los formones, ni las gubias, ni los cúter, ni las hachas, ni los pica-hielos, ni los martillos… creo que no hace falta que siga.

Quiero decir que siempre, pero nunca como en el que nos llegó con 2019, ha habido que hacer un esfuerzo por comprender en más de un caso lo que quería conseguir el reglamentador y, lo que era todavía más importante, por qué desde ese texto que se quería hacer ley se obligaba a cientos de miles de ciudadanos a situaciones verdaderamente perjudiciales para sus aficiones, sus intereses y hasta su Libertad. Los ejemplos podrían llenar páginas y páginas, se lo aseguro, y entre las cosas más infumables que recogía el que ya sabemos no va a seguir adelante (¡Jódete Damocles!), estaba en que cada cual será responsable de establecer las medidas de seguridad necesarias para evitar que pueda ser víctima de robo; porque las sanciones se planteaban en decenas de miles de euros, y las armas potenciales de robo y multa, TODAS, hasta las que no lo son bajo cualquier criterio de sentido común. Vamos, como decía aquel famoso Presidente del Congreso de los Diputados: ¡Manda huevos!

En cualquier caso, si ese Reglamento que nos amenazaba no va a ver la luz (al menos tan lesivo e increíble como se nos quería hacer tragar), recordemos que la norma de la UE sí se va a trasponer al que está en vigor. Y quiero decir con ello que fueron meses de reuniones, gestiones, y muchos etcéteras de los responsables de la Intervención Central de la Guardia Civil (ICAE), con los de los sectores o entidades más representativas de todo el sector vinculado con las armas en España. ¿Qué va a pasar entonces ahora? ¿Servirá de algo todo lo tratado durante 2018, o va a ser una trasposición literal, con todo lo malo que se pudo confirmar en todas aquellas reuniones?

Ya lo ven, nosotros a confiar en poder colaborar con nuestros legisladores, con la mejor intención, y el listo del Damocles otra vez tocando las narices con la espadita. ¡Ya veremos!

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