¡No somos los terroristas!

Hace unos días París volvía a padecer varios atentados terroristas que incluso convulsionaban al mundo, desde una serie de acciones que demostraban la escalada en capacidad y forma de actuación de los asesinos, siendo el más grave sufrido por Francia, con casi 500 víctimas entre muertos y heridos.


Y otra vez han sido los mismos fanáticos los que han causado el terror más sangriento e indiscriminado; como fue en Madrid con el peor atentado sufrido en Europa, o en Londres, o en Nueva York, o en tantos otros sitios, con miles de inocentes que siguen padecido su fanatismo en África, en Asia, en Oceanía… Nos enfrentamos a una situación terrible, con un campo de actuación imposible de controlar, y con un factor fundamental, como es la sorpresa, que siempre actuará a su favor, y para el que los servicios de Inteligencia son prioritarios, máxime cuando diálogo o negociación son imposibles bajo su planteamiento de mandato divino contra los infieles. Esta gentuza demuestra cada día hasta dónde llega su crueldad y cómo se recrean en asesinar a gente de toda raza, edad o género, difundiendo las imágenes de sus hazañas como mejor carta de identidad de su barbarie, y para aterrorizar en una táctica tan atroz como eficaz. Sabemos que están infiltrados entre nosotros, que cuentan con la ventaja de camuflarse entre millones de ciudadanos que quizá comparten su origen, costumbres y hasta religión, pero que no comulgan con su ansia de sangre, de aniquilación y de conquista. Y no va a ser fácil ganar esa guerra desigual, en la que el enemigo no sólo confirma hasta dónde está dispuesto a llegar (renunciando hasta a su propia vida), sino porque además se hace invisible entre la muchedumbre. Y por supuesto que deseamos la mayor eficacia de todas las iniciativas que los gobiernos que componen el mundo libre y democrático pueda plantear para enfrentar esta situación, terrible y en la que nos va la vida, aunque no podemos dejar de lamentar y condenar que pretendan imponerse soluciones absurdas e ineficaces, además de completamente injustas. Y es que resulta que para prevenir los atentados terroristas, los responsables de Seguridad de la Unión Europea (encabezados por el Sr. Fabio Marini, al que ya podemos considerar como verdadero enemigo desde otras acciones en nuestra contra), han planteado nuevas prohibiciones, entre ellas las que afectan a las armas inutilizadas (caso en el que en España podrán aplicarse ya pocas más restricciones, a no ser que deban conservarse hechas rodajas), o la prohibición —bendita palabra— de las armas semiautomáticas de aspecto militar. Es difícil aceptar que se puedan impedir actos terroristas prohibiendo las armas a los ciudadanos legales. Seguro que todos desearíamos saber en qué armerías compraron los yihadistas sus Kalashnikov, además de los numerosos explosivos utilizados, lo mismo que sería bueno conocer quién les concedió las correspondientes licencias de armas. Es una actitud más que increíble vergonzosa por parte del Ministerio del Interior Europeo, el mismo que debiera haber demostrado su eficacia antes de los atentados y no intentando desviar la atención con medidas tan absurdas como las que ahora pretende. Eso sí, los que ya deben estar muy contentos con la posibilidad de esta situación son los propios terroristas, a los que seguro les vendrá muy bien que los ciudadanos enemigos tengan cuantas menos armas mejor. Recuerden las estadísticas de Australia que comentábamos el mes pasado, con incrementos de hasta el 300% en actos delictivos tras desarmar a los LEGALES, y un enorme ridículo para los políticos. Si entran en nuestro Facebook podrán conocer más y hasta enviar su firma de protesta a la autoridades de Bruselas para impedir esta injusticia.
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