¡Tomen nota, por favor!

El pasado 2 de octubre se producía en un centro estudiantil de Roseburg, en los EE.UU., un nuevo tiroteo masivo por el que morían nueve personas y varias resultaban heridas. Lamentablemente otro suceso más de este tipo, aunque en él se daba una circunstancia muy especial, que curiosamente las máximas autoridades de aquel país se demuestra que no quisieron dar a conocer, como sí lo hicieron otras muchas fuentes, incluso del todo cercanas a los hechos.


Y sucedió que aquel asesino fue preguntando a sus víctimas por la religion que profesaban, disparándoles a la cabeza o a las piernas según contestaran que eran cristianos o no. Es decir, que el suceso tomaba claros signos de atentado en lugar de tiroteo, como la Administración Americana lo consideró inmediatamente para que le sirviera en la campaña anti-armas en la que está empeñada. Pero de hecho muchos ciudadanos recibieron al presidente Obama con pancartas bien críticas contra su actitud con este suceso y hasta se giraban para darle la espalda cuando la comitiva oficial recorría la localidad de Roseburg. Y el tema del Control de Armas viene a cuento porque me han hecho llegar una interesante carta que un ciudadano australiano, policía por más señas y de nombre Ed Chenel —que no se trata de ningún anónimo—, ha remitido a un importante foro de cazadores y tiradores internacional, pero con enorme presencia de estadounidenses. En esa misiva, Chenel se dirige principalmente a ellos para darles a conocer unas muy interesantes cifras y estadísticas que se han elaborado en su país, un año después de que el gobierno, por una nueva ley, obligara a los ciudadanos a entregar 640.381 armas de fuego (legales, debemos señalar) para ser destruidas; un programa que supuso el coste de más de 500 millones de dólares a los contribuyentes de Australia. Y esa drástica medida gubernamental ya ha reflejado sus frutos, entendibles según los siguientes datos: - Los homicidios en Australia han aumentado un 6,2 por ciento. - Los asaltos han aumentado un 9,6 por ciento. - Los robos a mano armada se incrementaron en un 44 por ciento (sí, 44%). Y esto en cuanto a los datos referidos al país en su conjunto, pues todavía hay estadísticas más demoledoras, cuando el agente Chenel nos deja saber que en el estado de Victoria, los homicidios con armas de fuego se ha disparado en un 300 por ciento. Hacen falta unos largos minutos para reflexionar sobre esas cifras y lo que significan. Pero al mismo tiempo hay que intentar asimilar que esas medidas de control sobre las armas, las que sin duda se llevaron a cabo destruyendo cientos de miles de ellas, afectaron única y exclusivamente a las que pertenecían a ciudadanos que las poseían de forma absolutamente legal, y precisamente controlada, mientras que todas las que estaban en poder de los delincuentes (de todo tipo y condición), siguieron en esas mismas manos, que además se veían infinitamente más libres y seguras para delinquir gracias al regalo inconmensurable que les habían hecho los políticos —bien inteligentes— australianos. Y digo yo que la actuación de esos padres de la patria del enorme país de nuestras antípodas, hubiera sido mucho más lógica y razonable una vez que hubieran desarmado a los asesinos, atracadores, violadores (y hasta terroristas, que también los hay allí), en vez de dejar indefensos a los ciudadanos legales. Durante 25 años las cifras de delincuencia fueron disminuyendo en Australia, mientras que han bastado sólo doce meses para revertir dramáticamente la situación. Incluso se han disparado los asaltos a los ancianos en sus propios domicilios. Ojalá lo puedan solucionar.
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