‘Hunting in the World’ ya está en los quioscos

Querido lector, esta es la primera carta del director del primer ejemplar de una nueva revista de caza, y, a mayor abundamiento, de una revista de caza mayor de marcada vocación internacional: Hunting in the World.


Dirigida fundamentalmente a los cazadores más viajeros y a aquellos que sueñan con poder viajar algún día hacia otros cazaderos, más lejanos, sugerentes, exóticos, distintos… La idea no es nueva. Ese mismo espíritu es el que inspiró la revista Hunters que yo mismo fundé y dirigí durante años hasta que, el pasado mes de enero, la empresa editorial que había adquirido siete años atrás sus derechos decidió dejar de publicarla. Las circunstancias, adujeron. Sea.
Quiere decirse que, como empresa, partimos de cero, que nada nos une a esa editorial ni a aquélla cabecera (si no son los recuerdos y una cierta nostalgia por el paso de unos años archivados en la memoria como dichosos y fructíferos). Pero no así en todo lo demás. Somos más expertos, quizá más sabios (por más viejos), hemos aprendido de nuestros errores y, por encima de todo, hemos hecho tantos amigos por el camino que nos sentimos confiados. A algunos ya los conocen, son los “clásicos”, y a otros los irán conociendo. Sabemos que la situación actual de nuestra economía no es la idónea para aventuras empresariales, y no faltará quien nos tilde de ilusos o locos o insensatos por echarnos al camino cuando arrecia la tormenta, pero hemos considerado que, tentada la ropa, era el momento de ponerse en marcha. Dice el refrán que “quien es arriero no ha de mirar al cielo”, y en ello estamos. Ligeros de equipaje, eso sí. Hay que seguir en la brecha: a la sombra de estos meses de inacción hemos asistido entre hastiados y molestos a un capítulo más de esa especie de exhibición de estulticia informativa en torno a la caza que se produce cada vez que sucede algo que rompe con el rutinario, simple y monocorde rechazo de cada día. Hay cosas que no cambian. El Rey estaba de safari al elefante en Botswana cuando un percance le quebró la cadera. ¡Oídos para oir y ojos para ver! ¡Cuánta tontería, cuánto chiste tontorrón, cuánta fraseología sin sustancia! ¡Y cuánta mentira! Pero el resultado es que el probo ciudadano preocupado por la salud del planeta y sus criaturas cree, hoy más que ayer pero menos que mañana, que el elefante está en peligro de extinción ¡en Botswana! y que la caza de trofeo es o será la responsable de su desaparición. Ya saben, no dejes que la verdad te estropee un buen reportaje o una frase ingeniosa… y mucho menos un ataque en toda regla a la caza y a los cazadores. Volvemos también por eso –y precisamente– para defender la caza y a los cazadores, sin complejos, sin alardes, sin aspavientos, con información veraz, con argumentos… (y sin las descalificaciones y los insultos tan usuales entre sus detractores). Por dos poderosas razones. La primera porque es de justicia. La caza es legal, y cazar conforme a ley es un derecho. Y la segunda porque la caza es necesaria, aquí y en cualquier otro lugar del mundo donde cazar sea todavía posible, es decir, en donde el ejercicio razonable de la caza haya permitido la supervivencia de especies cazables y el sostenimiento de territorios naturales. Defenderemos la buena caza frente a la visceralidad de quienes niegan las leyes de la naturaleza; frente a la irracionalidad de los que no atienden a razones, ni a cifras ni a hechos. Defenderemos a la buena gente que caza porque ama la naturaleza, y la vive como lo que es, sea en la finca de al lado o en el más inhóspito y remoto de los parajes. Ese es nuestro compromiso. Por lo demás, es para mí un verdadero placer volver a estar entre vosotros, cada mes.
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