Adiós D. Miguel

Se fue el «Cazador que escribía»…


De acuerdo que el irse de este mundo es ley de vida, que no nos vamos a quedar nadie en él… pero hay muertes que duelen mucho y ésta, la del maestro Delibes, es una de las que te dejan cicatriz. Nadie como D. Miguel ha sabido contarnos esos días de campo detrás de las perdices. Nadie ha sabido traducir a palabras esos sentimientos, esa impronta, esas sensaciones que todos los cazadores llevamos grabados en el alma pero que sólo un ser privilegiado es capaz de materializarlos en el papel. Esos personajes duros, a la vez que tiernos, de sus Santos Inocentes. Esa realidad de la diferencia de clases. Ese oscuro mundo de los señoritos y de la gente llana del campo… Ese saber cazar, de gozar del lance, ese «y si se va, que se vaya» de la pieza bien tirada. Ese leer el campo. Todo eso lo aglutinaba este castellano viejo que acaba de irse a esperarnos en los mejores cotos del otro mundo. Con todo mi respeto y admiración.
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