¿Dónde quedó la presunción de inocencia?

El pasado 16 de julio la Agrupación de Cazadores de Gilena (Sevilla) recibe una notificación de la Consejería de Medio Ambiente mediante la que se le comunica la suspensión cautelar de la actividad cinegética en los dos cotos que titulariza por la aparición, en uno de ellos, de siete lazos de acero sin tope. Los lazos fueron encontrados por el Seprona el día 8 de marzo, cuatro meses después, la Administración inhabilita la práctica de la caza en los dos cotos gestionados por la Sociedad, basando su decisión en la URGENCIA de evitar o reducir el riesgo para los recursos naturales.


La Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente de Sevilla, una vez más, vuelve a adoptar una medida de suspensión sin audiencia previa, sin respetar la vigente legislación cinegética. ¿Dónde está la presunción de inocencia de la que tanto se habla en nuestros días? Bien nos enseñan a los periodistas a escribir con cuidado para no dañar sensibilidades, presunto siempre presunto. Así, el presunto maltratador, el presunto asesino, el presunto pederasta, siempre presunto. Pero en el caso que nos ocupa, ¿dónde queda la presunción de inocencia de la que tanto se habla? Aquí el mundo al revés. Primero el castigo, luego la investigación de los hechos. No es de extrañar la indignación (y cierto aire de tristeza) con la que me hablaba el Presidente de la Agrupación de Cazadores de Gilena, José Manuel Ruiz. Sus palabras denotaban con precisión la impotencia del inocente acusado de cometer un crimen. En el momento de cerrar nuestra edición de septiembre, José Manuel me cuenta que gracias a las presiones hechas por la propia Sociedad de Cazadores, por el Delegado de la FAC en Sevilla, José Luis Luque y por los Servicios Jurídicos de la Federación Andaluza, la Consejería de Medio Ambiente ha autorizado la práctica de la caza en el coto titularizado y gestionado por la Sociedad, mientras que el coto en el que aparecieron los lazos, titularizado por el Ayuntamiento de Gilena y gestionado por los Agrupación cinegética, continúa inhabilitado. De cualquier forma el coto habilitado no es suficiente para albergar a los trescientos cazadores con los que cuenta la Agrupación, y la cosa se complica todavía un poco más al ser zona de olivar, lo que dificulta la práctica de la caza. Mientras tanto, la lucha sigue y los cazadores gilenenses se movilizan recogiendo firmas de los vecinos y de asociaciones ecologistas locales que avalen su impecable comportamiento e implicación con la conservación del medio ambiente. Ahora el objetivo está claro, intentar negociar con la Administración para que habiliten el coto suspendido, estableciendo un perímetro alrededor de la aparición de los lazos. Ocurra lo que ocurra, lo único cierto en esta historia es el daño ocasionado a la Agrupación de Cazadores de Gilena y, sobre todo, los peligrosos precedentes que se crean, pues cualquiera que desee hacer daño a una Sociedad de Cazadores lo único que tiene que hacer es entrar al coto y poner lazos. ¡Vendidos ante los bárbaros! Macarena Astorga Profesora Comunicación Audiovisual Colabora con el Gabinete de Prensa FAC
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