Precintos y fotografías

Son varios los casos que conozco en que alguien protesta escandalizado por la exhibición pública que se suele hacer, en los medios de comunicación especializados, de cazadores que posan ufanos ante la cámara, con sus trofeos sin portar el pretendidamente obligado precinto. Esta suele ser una discusión muy reiterada en los foros de Internet, donde es frecuente leer como algún exaltado protesta vehementemente y solicita explicaciones sobre la presuntamente dudosa legalidad de tal o cual consecución cinegética.


Por otro lado, es creciente la preocupación que se empieza a remover en nuestras conciencias sobre la imagen que la caza proyecta ante el resto de la sociedad, y en esto tienen mucho que decir las imágenes que nosotros mismos presentamos en medios de comunicación tanto especializados como generalistas. Son varias las asociaciones que se preocupan de ello e incluso llegan a editar y hacer públicos códigos de conducta para la publicación de imágenes de caza. La Asociación del Corzo Español creó hace bastante tiempo unas normas para la difusión de fotografías en sus publicaciones en las que se ponía como condición que las piezas deberán mostrar un aspecto limpio, sin sangre, sin presentar la lengua fuera de la boca, heridas abiertas o vísceras a la vista. También se evita la publicación de fotografías de cabezas cortadas y si en la fotografía aparecen humanos estos deben mostrar una actitud de respeto, no publicándose aquellas en las que se adopten posturas inadecuadas, se porten armas en actitudes amenazantes, se esté arrastrando a la pieza muerta por los cuernos, orejas o patas, y todas aquellas que denoten falta de respeto al animal cazado o puedan ser consideradas ofensivas o desagradables por otros observadores, por supuesto salvando las ocasiones en que por motivos científicos o técnicos la imagen lo requiera. Tampoco se publican fotografías de corzos colgados, salvo que con ello se quiera aportar información relevante y otra serie de condiciones que pretenden elevar en cierta medida, el concepto que de los cazadores posee la sociedad en general, y ofrecer a nuestro animal un último honor y muestra de respeto que en muchas ocasiones se les pierde. Las normas no sólo aportan prohibiciones sino que terminan ofreciendo consejos para obtener unas buenas imágenes lo más correctas posibles y en donde la ética y el respeto engrandezcan la situación. No obstante, me estoy yendo del propósito de mis meditaciones de hoy. La verdad es que el recriminar el mostrar en público la fotografía de un animal cazado sin el pertinente precinto, me parece a mí que es más propio de una mente calenturienta y un poco desquiciada, que fruto de algún razonado concepto. Para empezar no se tiene en cuenta que en determinados lugares, generalmente gestionados por la administración, y en otros casos gestionados por sociedades particulares, no se coloca precinto al animal. En alguna comunidad autónoma el precinto no se ha de colocar a menos que el ejemplar salga del coto donde fue abatido, y en otras el preceptivo precinto sólo ha de colocarse cuando se vaya a mover del lugar donde se capturó. Tampoco se tiene en cuenta que el precinto es totalmente antiestético fotográficamente hablando y con un poquito de tiempo y algo como el Photoshop el inconveniente estético se soluciona. Nunca he visto a nadie antes de lanzar sus furibundos ataques al autor del supuesto desaguisado, interrogarle con antelación para intentar averiguar si la foto en cuestión ha sido procesada para maquillarla previamente. Siguiendo un poco más lejos voy a llamar la atención sobre hechos que supondrían un delito superior y sobre los que nadie dice nada. Por favor, cojan ustedes el folleto de un automóvil. El folleto está cargado de imágenes del estupendo vehículo y todas con una placa de matrícula ficticia, es decir falsa, e incluso con un modelo inexistente en la legislación de cada país. Las fotos exhiben el coche no sólo en un estudio, sino que se puede observar el vehículo circulando por una vía pública, y eso es delito (o como quiera que sea legalmente) y ninguno de esos que levantan la voz con nuestros trofeos dice nada de esto. Esta forma de pensar que intentan imponer estas personas supondría que cuando viésemos unas fotos de un edificio en construcción, deberíamos poder ver en la imagen una copia de la licencia de la obra, o cuando viésemos la foto de un conductor éste debiera exhibir el permiso de conducir. ¿Por qué nadie protesta de las fotos en las que aparece un tierno infante posando ante su primer bicho? ¿Debería exhibir en la imagen su DNI, permiso de armas, licencia, y demás? Y en este caso no se habla sólo de ir cumpliendo los requisitos administrativos para cazar, hablo de que ese jovenzuelo puede ser un peligro para sus vecinos de caza, y nadie dice nada. Nadie pregunta si el protagonista estaba correctamente tutorado en sus acciones por un mayor. Y para terminar se puede comentar que en las películas en muchas ocasiones las situaciones, edades, etc. se alteran para obtener la ficción adecuada, y puede ocurrir que un joven sin edad legal para beber alcohol, en la ficción de la película lo esté haciendo y nadie pregunta si lo que se está bebiendo es una bebida alcohólica o un contenido trucado para que lo parezca. Me parece que cuando se quieren sacar los pies del tiesto cualquier cosa es buena, pero lo malo no es eso, lo malo es prestar atención a ello, y sobre todo dar motivos a la legión de urbanitas que nos fiscalizan para denostar nuestra actividad.
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