Libertad sin ira

En los años de la transición, Jarcha hizo popular una canción que hablaba de que, en contra de lo que podían suponer los poderes públicos, el pueblo español caminaba hacia una libertad tranquila y sin violencia. En la transición que estamos viviendo los cazadores bien podríamos incluir muchos de los versos de Jarcha y hacerlos nuestros; y así podríamos decir que la Administración piensa que los cazadores necesitan palo largo y mano dura para evitar lo peor; pero como se demostró en la Castellana el sábado 1 de marzo, los cazadores son gente muy obediente hasta en la cama; gente que tan sólo quiere vivir su vida, cazar sin más mentiras y en paz.


Por eso, el día 1 de marzo entonaron su grito de libertad en una de las arterias principales de la capital de España. Grito que a fuer de ser silencioso y con el máximo respeto, retumbó en todas las paredes del Ministerio de Medio Ambiente.

No vamos a entrar en una guerra de cifras; pero fueron muchos más de los que esperaban los convocantes y muchísimos más de los que esperaba la ministra Narbona, que, en un acto de inaudito desprecio, pronosticó que todos cabrían en un Twingo. Y ahora el PSOE tiene un dilema. Porque si en la próxima legislatura la responsable de Medio Ambiente fuera Cristina Narbona, tendría, de entrada, un sector de la población no poco importante y muy numeroso en estado levantisco, lo que no sería bueno para los retos que va a tener el Ministerio en la legislatura que se avecina. Pero si no lo fuera, alguien podría interpretar la no designación de la señora Narbona como una victoria del mundo rural y eso no creemos que PSOE esté dispuesto a asumirlo. Es por todos conocido que la ex Ministra no es santo de la devoción de amplios sectores del partido, pero como nos decía un alto cargo del PSOE, «sabes que Zapatero es de los de sostenella y no enmendalla, y además, Narbona tiene grandes apoyos de la beautiful people del partido, por lo que tiene todos los visos de volver a repetir». Pero esto, decimos nosotros, no tiene por qué ser necesariamente negativo. El futuro Presidente ha dicho por activa y por pasiva que la próxima legislatura será de mano tendida y diálogo con todos, y nos imaginamos que eso implicará a sus ministros, haría bien pues el responsable de Medio Ambiente en atender y escuchar a los que más saben del campo y de su conservación; lo contrario sería llevar al sector a las barricadas, y en una situación así, quien sale perdiendo, seguro, es la Naturaleza. Pero más que hacer futurología, déjennos que nos quedemos con la impresionante estampa de una Castellana abarrotá, donde galgueros y rehaleros, agricultores y ganaderos, monteros y de menor, nobles y plebeyos… ciudadanos todos, gritaron con fuerza sus reivindicaciones, que no son otras que las de ejercer una actividad que es imprescindible para el equilibrio ecológico, la conservación del medio y que han venido practicando los homínidos desde antes de Atapuerca. Los cazadores españoles habían llegado a una situación en la que hacían suyos los versos de Gabriel Celaya:
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan. Decir que somos quien somos nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno estamos tocando el fondo, estamos tocando el fondo.
Tras el 1 de marzo, han pasado a otro estadio emocional que bien podrían definir los versos de Quevedo:
No he de callar por más que con el dedo ya tocando la boca o ya la frente silencio avises o amenaces miedo ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Los cazadores, el 1 de marzo, dijeron alto y claro lo que sentían. Enhorabuena.
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