El deportista cazador

El cazador actual, como deportista que es, ha de adquirir métodos y condiciones para asegurarse un rendimiento deportivo óptimo.


En el deporte de la caza, como en cualquier otro, es necesaria tanto la preparación física, como táctica, técnica, psicológica y teórica.

La preparación tiene dos etapas, la preparación general y la específica.

No existe ningún deporte que no necesite entrenamiento básico, una vez alcanzado el mejor estado posible de forma física y mental se aborda la preparación específica que en nuestro caso es ya el ejercicio de la caza, cada jornada cinegética será pues un aprendizaje para la siguiente, ya que es obvio que las tácticas y las técnicas serán tanto más depuradas cuantas más veces se salga al monte.

Vamos a detenernos en la preparación teórica y psicológica del cazador actual.

Es impensable que éste salga de caza sin unos conocimientos de flora y fauna algo más que elementales. Saber el ciclo vital de las piezas que va a perseguir, conocer qué predadores hacen una labor higiénica, distinguir cómo, porqué y cuáles son las especies protegidas y estar al corriente de la legislación, es algo básico. También hay que ahondar en la incidencia que tiene la flora en la fauna y viceversa.

Este deporte es un modo alternativo de disfrutar de la naturaleza, el estudio del medio en que se practica es inherente a su ejercicio.

La preparación psicológica del cazador es fundamental, corren modismos en que se confunde la venatoria con una actividad sádica contra los animales, no es así ya que precisamente la caza es una herramienta que cuida el equilibrio ecológico, es conservacionista y medioambiental. La pasión por la caza es un sentimiento noble, que ha pasado de ser una necesidad a un ejercicio de inmersión en la naturaleza para vivirla, cuidarla y muchas veces recuperarla. La interpretación de un paisaje que hace el cazador siempre es exhaustiva al perseguir la pieza que desea.

Hay lugares en que, por todo lo dicho, se ve en la figura del cazador la de un cuidador de la naturaleza, por ejemplo en los países nórdicos de Europa. También en lugares apartados de Sudamérica, donde las poblaciones nativas empiezan a vivir la caza deportiva, ejercida por foráneos, como una actividad propulsora del desarrollo rural que no les altera el medio natural heredado de sus ancestros. La caza, por ejemplo, del pecarí en la yunga Sudamericana, es más rentable que la desforestación de unas hectáreas, además en los casos en que esta desforestación ha sido permitida, se han terminado el pecarí y el resto de la fauna y flora dejando ese territorio asolado.

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