La loba se marcha al sur

El lobo ibérico se expande poco a poco al sur del río Duero, y lo que es una buena noticia nos llega empañada por la información de que ha causado algunos daños a la ganadería.


El consejero autonómico de Fomento y Medio Ambiente de Castilla y León ha dicho que intentarán declarar a la especie «gestionable», pero nunca «cazable» en ese espacio geográfico. ¡Hombre! gestione el pago inmediato de los daños a los ganaderos y todos saldremos ganando. Subvencione a estos la tenencia de buenos mastines, que disminuirán el peligro a los rebaños al alejar al predador, guardianes de los que carecen muchos ganaderos. Abandone el vocablo «gestionable», si lo que quiere decir con él es suprimir lobos donde todavía son muy escasos. Parece que ya se han «matado dos cánidos» según la información aparecida en La Opinión de Zamora el 28 de agosto. La dureza de la palabra matar, que se utiliza en el interior de la crónica, nada tiene que ver con la acción de cazar. Sobre la citada expansión convendría hacer unas matizaciones de cazador, de pastor, de labrador… ya que somos los aguafiestas de los políticos medioambientales, porque pisamos el monte. El lobo ha vadeado el río hacia el sur; pero no porque abunde tanto esta especie al norte de él, donde simplemente está en vías de recuperarse. En las comarcas del noroeste de Zamora, es decir en las inmediaciones de la reserva regional de caza de La Sierra de la Culebra, no se ven lobos en manada, sino ejemplares adultos solitarios. Hace tiempo que son escasas las camadas de lobos lactantes, no existen en lugares donde siempre los hubo, incluso en aquellos momentos en que la especie peligraba por la escasez de individuos. La especie baja al sur, como lo corrobora otra información del periódico antes citado en su número del 29 de agosto, en la que menciona la muerte de 19 ovejas en el curso bajo del río Tera, territorio alejado hacia el sur de los cuarteles de invierno del predador. Aquí la caza puede utilizarse como herramienta por estar al norte del río Duero. El lobo adulto en las tierras altas del noroeste tiene para su alimentación especies presa, y carece de enemigos naturales. El que tenga animales silvestres que depredar lo aleja de ser un enemigo de la ganadería. El lobo se alimenta de lo que puede, y en las tierras zamoranas de la Carballeda del norte, Aliste y Sanabria puede alimentarse de corzo y ciervo, por lo que en estos lares todo parece ir relativamente bien, ya que el hermano lobo no causa tantos daños ganaderos reseñables. Parece que el lobo feroz solo lo es en la ribera sur del río Duero, y en la ribera norte cerca de este curso de agua.( Véase un artículo en la revista Captiva nº 34 de título El lobo feroz) Cuando hablamos del lobo siempre nos olvidamos de la madre loba, paradigma de la maternidad animal, mito maternal de nuestra civilización occidental, ya que precisamente a ella se le atribuye el amamantar a Rómulo, el fundador de Roma, juntamente con su hermano Remo. Posiblemente esta hembra se va hacia el sur en busca de tranquilidad, donde no hay mastines y tampoco hay tanta abundancia de jabalíes, porque ve que peligra su camada. Estos suidos, animales montaraces, por su extremada agresividad, nada tienen que ver con sus congéneres que merodean por los basureros cercanos a las urbanizaciones. La sola presencia de navajeros viejos inquieta y desequilibra a la loba, que en su intento de alejarse de estos animales personajes intrépidos y molestos abandonará poco a poco su hábitat natural. De este modo hay que considerar en la expansión geográfica lupina esta variable, la de de que unos animales empujan a otros fuera de su entorno, y no pensar solamente que hay sobrecarga de estos últimos en el territorio del cual hablamos. La Administración, tan cicatera al conceder permisos para su caza, reconoce así de un modo implícito esta escasez. Mamá loba tiene un sistema nervioso muy sensible, quiere parir a gusto y después del parto atender solícita a su prole; a la que quiere tener segura en la lobera sin exposición a ataques. Pero claro esta seguridad lo es a costa de abandonar un hábitat ad hoc para la especie a que pertenece. Por eso la loba se marcha al sur, porque quiere ser madre.
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