Incendios, un terror que puede reducirse

Todos los veranos la misma cantinela, la misma historia, la misma farsa.


De acuerdo que los culpables del fuego son quienes los provocan, pero pirómanos habrá siempre, desde el que sufre ese trastorno mental, el terrorista o el que provoca un incendio para castigar o vengarse de alguien. Como siempre habrá alguien que mete un cerillazo, lo que hay que intentar es que el monte no arda, o que arda sólo unas hectáreas, no miles. Y sobre todo que se proteja el bosque maduro con árboles ya adultos o casi, sobre todo árboles nobles como encinas, alcornoques, robles, castaños o hayas. Porque no todos los árboles son iguales. No es lo mismo un pinar o un eucaliptal que una dehesa de encinas y alcornoques, que además de más longevos, da más vida, y belleza, a un ecosistema.

Por eso todos los años se echa de menos una política firme y clara contra los incendios basada en la prevención. Los entendidos y la gente de campo están hartos de decir que incendios se apagan en invierno. Un bosque limpio no arde, por mucho que lo intente el pirómano o el malnacido. Pues que de una vez se lleve a cabo, previo estudio de los entendidos, qué zonas hay que limpiar con desbrozadoras mecánicas o manuales o metiendo el ganado que haga falta. Además la prevención suele ser más barata que la extinción, que requiere mucha maquinaria pesada y hasta medios aéreos. Por otro lado se da la circunstancia de que los grandes incendios casi siempre tienen lugar en fincas públicas en donde no suelen aplicarse todas las medidas que se les exige a las fincas privadas bajo amenaza de pagar el coste de los incendios si no tienen un ambicioso plan de incendios que conlleva la creación, por ejemplo, de amplios cortafuegos. Andalucía es un ejemplo de lo que digo.

La sociedad, generalmente urbana y por ende el político, no quiere zonas despejadas, amplios pastizales poco atractivos para la vista, cuando los que entienden de biología saben que en un pastizal hay también mucha vida y que de quemarse se apaga con la gorra y vuelve a regenerarse, con las lluvias, en otoño. Un bosque no. Tarda mucho tiempo en formarse y quemado afea el paisaje durante mucho tiempo.

Por tanto, políticos de medio ambiente, déjense de lamentarse de los grandes incendios forestales echando la culpa a los pirómanos y limpien el monte como es debido y a su debido tiempo, y verán como descienden los grandes incendios y se ahorran miles de euros en su extinción. Limpiar significa limpiar el sotobosque, el matorral espeso que hace un incendio muy difícil de apagar y pone en riesgo la arboleda. Dicen los mentideros que hay muchos intereses en el negocio de la extinción y posterior repoblación con árboles de crecimiento rápido que no son autóctonos y fomentan con el tiempo nuevos incendios. No lo sé, pero por favor apuesten por árboles nobles y una prevención seria que daría más trabajo a más gente, apuesten en definitiva por un correcto manejo del monte que dará en definitiva más riqueza, vida y belleza a nuestra naturaleza.

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