Ante todo, naturaleza salvaje

Desde que comencé a cazar siempre cacé especies completamente salvajes, y también escasas, y siempre en terrenos igual de salvajes, donde no se veía ni por asomo ningún comedero o bebedero. Los comederos eran rastrojos de alguna siembra y los comederos charcas naturales o a lo sumo pantanetes.


En este entorno me inicié, seguí cazando y cada día es el escenario que sigo buscando. A lo largo de los años he cazado en otros lugares paradisíacos, incluso en otros países, pero también he visto cada vez más campos llenos de comederos llenos de grano, bebederos de gallinas y altas alambradas, y perdices traídas de una granja y soltadas días antes en el campo. Pero ya no he cazado como siempre, con esos nervios a flor de piel, saber que la caza no era completamente salvaje, nacida en el campo meses antes, le quitaba aliciente y más si cada dos por tres veía el comedero y el bebedero de turno. No podía dejar de pensar que estaba ¿cazando? en una granja a cielo abierto.

Aquí en el coto unos años nos dio por poner comederos y bebederos, que protegíamos con mallazo para que no los destrozaran los jabalíes. Aparte de que no sirvieron para mucho y convertirse en restaurantes para los predadores, sólo verlos cuando cazabas te pruducían asco ético y estético.

Cuando cazo sólo quiero ver naturaleza, cuanto más salvaje mejor. Cazo para olvidarme de la civilización y del gentío, para sumergirme en la madre naturaleza como lo hacían mis antepasados paleolíticos y dar caza a esa pieza salvaje, escasa y huidiza. Ya sé que tengo ventajas, que voy bien vestido y calzado y no necesito lo que cace para comer yo y mi familia. Y llevo un arma. Pero todo eso no quita para que mi instinto sea el mismo y por eso mismo tengo que intentar que la caza sea salvaje, y por supuesto cazar con ética y cumpliendo unas leyes escritas y no escritas.

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