Un sorteo distinto

Recientemente, la Sociedad de cazadores de Calañas, mi pueblo, me invitó a una de sus muchas monterías. La montería no es mi pasión, pero la idea de ver a algunos viejos amigos y echar un día de caza, me animó.


Me advirtieron que tenía que estar en la sede de la Sociedad a las ocho de la mañana. ¡Menudo madrugón! Algunos socios que van de montería con orgánicas me dicen que suelen empezar a cazar sobre la once, pero aquí hay que madrugar, aunque a cazar no se empiece hasta las diez, y explico por qué.

Nada más llegar a la sede de la Sociedad antes de las 8 y saludar a varios conocidos, espero que de un momento a otro me llamen para el sorteo, ese acto cargado de liturgia en el que van llamando a los monteros para que cojan al azar un sobre que le asignará un determinado puesto en alguna de las armadas de la mancha. Pero no, a los dos minutos un amigo me dice que vaya a apuntarme. Entro en un pequeño cuarto, donde unos señores, parte de la Directiva, sentados en una mesa me preguntan el nombre, si llevo coche y cuántos monteros más me acompañan. Un poco desorientado les digo que traigo coche y que sólo voy yo. Entonces veo que escriben mi nombre y junto a él ponen coche, al que numeran con un 16 y un uno. «Luego le dicen, tras el sorteo, qué armada y puesto le corresponde», me dicen. Salgo del local un poco desorientado y acudo a un amigo para que me explique cómo sortean en Calañas, pensando lógicamente, que hay truco o falta de transparencia.

Mi amigo empieza a explicármelo pero me aclara de antemano que no hay trampa ni cartón.

La Sociedad de cazadores de Calañas tiene cerca de 200 socios casi todos del pueblo, y hay socios que cazan la mayor, la menor o todo. La caza mayor, lógicamente conlleva mayores gastos por la celebración de las monterías. Por eso, ante de que comience la temporada, la Sociedad ya sabe, porque tienen que pagarlo, cuántos socios son monteros. Con este número de partida, en los planos de cada mancha y luego en la propia mancha se señalan tantos puestos como número de socios monteros, los únicos que podrán montear.

Pero por lógica, saben que todos no van a ir a todas las monterías por diversas razones —trabajo, enfermedad, mal tiempo, etc—, de ahí que todos los monteros que vayan a asistir a una montería deban apuntarse antes de las 8 de la mañana. De esta forma la Sociedad tiene tiempo para, en función de los monteros asistentes, reordenar la mancha y elegir a priori los mejores puestos. O sea, que hoy montean 90 personas, pues se seleccionan 90 puestos.

¿Y cómo se adjudican? Cada coche tiene un número, y el número de monteros que lleva. Coche1: tres monteros; coche 2: dos monteros; coche 3: un montero… Coche 16: 1 montero. Y así hasta acabar. Pongamos que al final hay 45 coches, que llevarán a los 90 monteros que cazan hoy. Se eligen entonces tantas bolas como coches hay hoy, 45 concretamente. Y de esas 45 se saca una al azar. Pongamos que sale el 20, el coche 20, que lleva dos monteros. Ese coche ocupa la armada 1, que a su vez tiene doce puestos. Bien, se van eligiendo coches a partir del 20 hasta reunir doce puestos, por ejemplo hasta el coche 25. luego los propietarios de esos coches y los monteros que llevan acuden a una mesa de sorteo y escogen -ahora sí- papeletas numeradas del 1 al 12, y así cada montero sabe ya armada y puesto. Si por ejemplo un montero tiene dificultades para andar se le da el primero y los demás se colocan a continuación, pero en función de su número.

Se pasa luego a la siguiente armada, que la irán ocupando los monteros de los coches del 26 en adelante, y así hasta ocupar todas las armadas. Cada armada tiene su postor, que saldrá para la mancha con sus monteros y los coches que llevan. O sea, que al coche 19 le va a tocar la última armada.

Esta forma de sortear, choca mucho al principio, pero pensándolo bien es la mejor forma de hacerlo, debido fundamentalmente a la idiosincrasia de una sociedad donde siempre montean los mismos y no todos tienen ni siquiera vehículo o no es apto para carriles.

La primera gran ventaja de este sorteo es que los amigos suelen montear juntos, y eso es muy importante. En los pueblos siempre hubo cuadrillas, gente que por lazos familiares o amistad siempre cazó junta, y de esta manera aseguras casi al cien por cien que tus amigos ocuparán tu misma armada, y esto es muy importante de cara a la seguridad y porque tras la montería todas las cuadrillas, al menos aquí, comen juntas, y esta forma de sortear lo hace posible porque a la hora de apuntarse toda la cuadrilla lo hace junta, siendo por ejemplo los coches 20, 21, 22 y 23.

Ya sabemos que en la montería tradicional de invitación ni siquiera se sorteaba —a caballo regalado…—, pero casi todos los monteros se conocían. La montería comercial es mucho más impersonal, y tras el sorteo —sagrado en este caso— es probable que tus puestos colindantes no los ocupe ningún amigo, puede que ni siquiera estén en tu armada. Y en montería es muy importante saber quién está a tu lado, pues si te toca un indeseable, un agonías o un montero novato de gatillo fácil, la jornada puede convertirse en un infierno.

La montería social reúne, de algún modo, dos grandes ventajas: se caza a precios mucho más asequibles y un sorteo como éste permite que los amigos cacen juntos, y esto, para mucha gente, es lo que más vale.

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