Los cotos y sus hectáreas

El otro día se presentó indignado un socio contando los problemas que tenía un amigo suyo porque no le dejaban convertir su finca de 110 hectáreas en coto, que la ley andaluza exigía un mínimo de 250 para crear un coto de caza menor y 500 para ser de mayor, y claro, como ya no existían los terrenos libres en Andalucía, no podía cazar en su finca.


Rápidamente le dije que hiciera lo que hace todo el mundo que tiene ese problema, agregar sus tierras a un coto colindante y pactar lo que se quiera, en general que cada propietario cace libremente en lo suyo. Pero Fernando respondió raudo: —Lo ha intentado todo, Tío Calañas, y no hay manera. Quiero decir que ha hablado con el coto con el que linda, pero su titular, como sabe que tiene este problema, le ha dicho que a cambio tiene que dejar su finca para que cacen todos los socios, y que si quiere cazar sólo él tendrá que pagar una buena cantidad, cosa que ha indignado a mi amigo porque lo considera simplemente un chantaje. Y está moviendo Roma con Santiago para que Medio Ambiente haga una excepción, pero lógicamente es imposible. Y está de los nervios porque a él le gusta mucho el campo, y se gasta en la finca lo que no tiene y no puede darse un paseo con su escopeta porque no es coto, y la verdad, lo tiene lleno de caza porque no para de sembrarlo y acondicionarlo, y claro le da coraje que su esfuerzo lo aprovechen después los socios del coto colindante, que hacen poca gestión. El otro día salió un rato con su escopeta y su perro, ya sabía que era ilegal, pero la pasión le pudo y pensó que no iba a tener problemas con nadie. Pegó dos tiros a una perdiz, pero cuando su perro se la traía en su boca, escuchó que alguien le silbaba. Y no era otro que el titular del coto colindante que le decía que la próxima vez que lo viera cazando llamaría al Seprona, sabedor de que su finca no es coto y que la única forma de tenerlo es pasando por la piedra. Y no sabe ya qué hacer. Al final va a tener que claudicar porque se compró la finca para cazar, pues es lo que más le gusta. Se ha planteado incluso venderla y comprarse otra que tenga las 250 hectáreas reglamentarias. La verdad es que a veces la Ley es terca y absurda porque si lo que se pretende es que un mínimo de hectáreas garanticen que las especies de caza menor o mayor tengan un número suficientes de hectáreas para desenvolverse, o un ecosistema amplio que permita a los animales vivir y reproducirse, es todo muy relativo, porque a lo mejor hay fincas que con cien hectáreas tiene un mejor ecosistema que otra de trescientas. O lo contrario: fincas de 300 Ha., que por lo que sea, por situación u orografía, sean sólo eso, una sucesión de hectáreas con poco o nulo ecosistema. Se me ocurre por ejemplo una finca muy larga y muy estrecha, no más ancha de 300 metros. Tendrá hectáreas suficientes para ajustarse a la ley, pero ¿no será más adecuada para gestionarla una finca de cien hectáreas pero cuadrada? Al margen de esto la situación actual da pie a mucha picaresca. Lo normal, si tu finca no tiene las hectáreas suficientes, es negociar con el coto vecino integrar tus hectáreas al mismo, y aquí hay pactos para todos los gustos: dame equis euros por lo mío, o que cada cual cace en lo suyo, o te doy un dinero y convierto mi finquita de diez hectáreas en coto, suficiente para hacer mis esperas. En fin, los pactos son infinitos. Pero hay algunos problemas. Cada uno en su finca hace lo que quiere, pero el coto es uno, y si al propietario de la finquita agregada le pillan saltándose la ley, pueden cerrar el coto entero. Por eso mucho ojo con los agregados. O pasa esto que dice Fernando, que aún teniendo una bonita finca de 110 hectáreas lindes con un coto que, sabiendo tu problema, abuse de ello. Lo lógico sería que cualquier finca pudiese ser coto, pero con un plan técnico adecuado y ajustado a la finca. Y para ello tendría que estudiarla técnicamente la autoridad e informar si pudiera tener una justificación cinegética. Pongo un caso extremo: imaginen una finca de 5 o 10 hectáreas que tiene sin embargo, tradicionalmente, una zona llena de cuevas de conejos o un tradicional paso de zorzales. Pues esa finca tiene ese valor añadido que habría que respetar, pero al mismo tiempo tener su correspondiente plan técnico que garantice la viabilidad del recurso. Usted podrá cazar equis conejos o equis zorzales, pero ninguna perdiz, por ejemplo. Las autoridades en los casos de fincas que no lleguen a las hectáreas requeridas, deberían estudiar caso por caso y permitir que se acoten o no en función de su ecosistema y con un plan cinegético muy especial. Porque es justo reconocer la valía cinegética que sea a determinadas hectáreas y darle, si lo merece, ese valor añadido a esas hectáreas pudiendo ser coto.
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