Dejad los conejos en paz

Tras la llegada de la neumonía, España entera se quedó sin conejos. Sí claro, quedó algún reducto con algunos, pero tarde o temprano llegaba la neumonía, la mixomatosis o algunos de los muchos predadores que pululan por nuestros campos y volvía a esquilmarlos. Y así un año tras otro.


Pero poco a poco, en determinados lugares, empiezan a establecerse algunos conejos y algunas poblaciones acaban convertiéndose en plagas para regocijo de los cazadores y lamento de algunos agricultores. No se han estudiado en profundidad las razones que provocan estas plagas, pero todos estos núcleos presentan características comunes.

Generalmente son lugares agrícolas, no de sierra, donde abundan los predadores y la comida es mala, terrenos blandos que permiten excavar madrigueras sin mucha dificultad, donde hay comida de calidad, generalmente cereales, y donde hay pocos predadores. Lo que ocurrió puede seguir este guión: algunos conejos llegan al lugar, excavan pequeñas madrigueras, y como comen bien y se protegen en sus madrigueras de los pocos predadores que hay por allí, comienzan a reproducirse con éxito. Al aumentar el número de conejos y estar bien alimentados poco a poco la mixomatosis y la neumonía no llega a matarlos y hasta se hacen inmunes, y con pocos predadores acechando y siendo inmunes a sus dos mortales enfermedades y teniendo comida de calidad esa población explota y se hace plaga a nuestros ojos.

El coto en el que se haya producido este milagro lo que tiene que hacer es seguir mimando esta población y que por sí misma se vaya expandiendo por gran parte del coto como una balsa de aceite. Mimando quiere decir sembrarle cereal o alguna leguminosa en los alrededores, hacerles majanos si a los conejos les cuesta excavar, o cubriendo con ramas sus bocas para darles más seguridad a la hora de entrar o salir, controlar, en la medida de lo posible, a los pocos predadores que sin duda merodearán por la zona y por supuesto y sobre todo no cazarlos intensamente, e incluso profanar sus lugares más sagrados con hurones.

O capturarlos en vivo, que es lo mismo, con hurones y redes, para llevarlos a otra zona con la esperanza de que, repueblen otras zonas o peor aún, cazarlos a las pocas horas. Craso error. No sólo no repoblarán una nueva zona, y si los cazan, cazarán poquísimos, pero lo peor es que posiblemente dejen tocada de muerte la población que, por sí misma, empezaba a levantar cabeza.

Los cazadores que tengan la suerte de ver en su coto una zona que empieza a tener otra vez conejos debe cuidarlos con esmero de la forma que se ha dicho con la esperanza de que en pocos años esa abundancia temporal llegue a más lugares, y entonces ya si poder cazarlos, siempre con prudencia, claro. Es apostar a largo plazo para volver a cazar el conejo con normalidad o echar por tierra en pocas horas lo que la naturaleza ha tardado años en crear.

La elección parece clara, pues todavía hay gente que decide cargarse en pocas horas estos milagros conejeros.

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