El drahthaar

Drahthaar o ‘con pelo de alambre’, según la traducción del alemán, es una de las razas más versátiles que existen para la caza, ya sea mayor o menor. En las jornadas codorniceras destaca por su valentía y tenacidad para buscarla y recuperarla cuando ha sido abatida en los lugares más peliagudos.


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  Drahthaar
Drahthaar

Eulogio Blasco Sanz, responsable del afijo Bosque de Bohemia, experto cazador y aún mejor conocedor de la raza, nos habla de la caza de la codorniz con drahthaar.

Eulogio Blasco Sanz

Drahthaar Bosque de Bohemia

  Drahthaar

El drahthaar, al ser un perro polivalente, está muy bien dotado para la caza menor y la de la codorniz en particular. Pero debemos tener en cuenta que se trata de un perro que necesita un poco de humedad. Esto lo podemos utilizar en nuestro beneficio en la caza de la codorniz.

Por ejemplo, cuando el calor aprieta, estas pequeñas migratorias suelen refugiarse en zonas cubiertas y más frescas, como acequias y arroyos. En este tipo de entornos se precisa un perro con una gran tenacidad, cualidad en la que destaca el drahthaar. Es un perro perseverante, trabajador, y esto le lleva a conseguir desalojar a las codornices de los lugares que resultan más complicados para otras razas.

Cuando la temperatura y el sol más castigan, le vendrá bien que le mantengamos fresco, mojando zonas como debajo del vientre, el pecho y la cabeza. Pero si cazamos en una zona fresca y húmeda, esto no será necesario y nuestro drahthaar aguantará toda la jornada.

  Drahthaar

Puntos fuertes

Al tratarse de un perro de origen alemán, es un perro tenaz. Algunos los describen como «cabezones». He cazado codornices en zonas de Soria y Burgos y, cuando han pasado los primeros días de la media veda, cuando las codornices que quedan son adultas y se lo ponen más difícil a los perros, es donde el drahthaar destaca. Las sigue hasta las zonas más espesas de vegetación y nada le frena. Hasta que no da con ellas no ceja en su empeño.

Es un perro muy trabajador y uno de sus puntos fuertes es que no le importa meterse en las zonas más complicadas, porque es ahí donde saca a relucir sus mejores cualidades.

El cobro

  Drahthaar

El drahthaar es el perro cobrador por excelencia. Todas las pruebas que se realizan en los exámenes de caza, en un porcentaje muy alto, se centran en conseguir recuperar la pieza que se ha abatido. La codorniz, al ser un ave pequeña, sumado al hecho de que hace mucho calor cuando la cazamos, conlleva que a algunos perros les cueste dar con ellas para cobrarlas. En cambio, el drahthaar destaca en las labores de cobro, desde caza mayor hasta la pequeña codorniz.

Las que caen en la mitad de una llanura las puede cobrar cualquiera, no hace falta que lleves perro. Pero cuando se abaten en una zona espesa, en una acequia con agua, en una mata con pinchos…, allí no todos los perros ofrecen garantías para entrar y moverse en este tipo de zonas. Y el drahthaar es donde se encuentra en su salsa.

  Drahthaar

Una gran experiencia tras las codornices

Recuerdo que en Cuenca viví una gran experiencia de caza junto a uno de mis drahthaars. Hace ya unos años, pero siempre recuerdo aquella mañana. Íbamos cazando un compañero y yo por dos campos que estaban partidos por una acequia. Los perros encontraron en aquella zona de vegetación espesa un filón de codornices, que se habían metido allí huyendo del sol y de las altas temperaturas.

Ambos campos estaban bien cumplidos de codorniz y ambos disfrutamos de una buena jornada de caza con nuestros perros. Cobramos una gran cantidad de codornices, casi todas ellas recuperadas y entregadas por el drahthaar.

Un ejemplar destacable

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Siempre recuerdo con gran cariño a uno de los mejores ejemplares con los que he podido cazar: Castor, que en su momento fue Campeón de España de Morfología. Fue un perro que destacó especialmente para la caza de pluma. Con la codorniz he pasado jornadas inolvidables con él. Tocaba la emanación bastante lejos, era muy encontrador, tanto de codorniz, como de perdiz y becada.

Recuerdo un día que estaba cazando con un buen amigo. Él estaba acompañado por un pointer y yo iba con Castor. Cogimos una mano, uno a cada lado de una acequia y, en un momento dado, nos detuvimos porque vimos a los dos perros inmóviles. Estaban de muestra a la misma codorniz a bastantes metros de donde nos encontrábamos.

Aquella brava codorniz no aguantó mucho la presión de los perros y salió pronto de la acequia. Disparamos los dos al unísono y la pieza cayó. Fue algo muy bonito porque solo se escuchó un disparo. No sabemos quién acertó, o si fuimos los dos, lo importante es que compartimos la jornada, el lance y la caza de esa codorniz.

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