La culata ‘de tuertos’

Cuando por algún accidente perdemos la visión del ojo rector podemos recurrir a la llamada culata para tuertos, que nos permite seguir apoyándola en nuestro hombro habitual pero apuntar con el otro ojo. Esta fue mi experiencia.


Actualizado

Tras el accidente cerebral mi mayor preocupación era si podría volver a tirar con la escopeta. Tras renovar el permiso de armas, me fui a un campo de tiro, podía encarar perfectamente, pagué una serie de foso —lo que había— pero no veía el plato, veía su salida, pero lo perdía a medida que se alejaba.

Estaba preocupado. En casa encaraba, apuntaba hacia un punto, pero noté que algo pasaba con mis ojos. Sencillamente que había cambiado mi ojo rector o director. Para los que no lo sepan, el ojo director es con el que de verdad apuntamos, el que concentra la mirada en un punto. Cuando un tirador o cazador dice que tira con los ojos abiertos, es cierto, pero sólo apunta con un ojo, el director, que suele coincidir con el encare, con la solista y el punto de mira, o sea, si un tirador es diestro, su ojo director suele ser el derecho, que era mi caso, o el izquierdo si es zurdo.

La culata ‘de tuertos’

En la foto se aprecia muy bien la torcedura que tiene la culata para lograr su objetivo
La culata ‘de tuertos’

La culata es fea, rara, pero permite el milagro de hacer coincidir el ojo opuesto del hombro donde apoya

Como por el derecho había perdido mucha visión, y por el izquierdo muy poca, mi cerebro hizo lo que debía: nombrar ojo director a mi ojo izquierdo, pero yo era diestro, menudo problema. La primera solución que se me ocurre es guiñar, cerrar el ojo izquierdo en el momento del disparo, pero ocurrían dos cosas: la primera que me había quedado una ligera parálisis en el lado izquierdo del cuerpo que me impedía guiñar el ojo izquierdo, y si me lo tapaba continuamente por ejemplo con un parche, veía poco.

En una tirada de compack, mi modalidad preferida de tiro, sólo rompía los platos muy cercanos o que se dirigían a mí, los que se alejaban, si estaban cerca, los veía salir pero a medida que se alejaban, dejaba de verlos. A mis amigos les decía que había quedado parar tirar perdices en ojeo y monterías, pues los bichos se acercaban, y que por tanto me tenían que ayudar económicamente para que siguiera cazando, pues mi presupuesto no daba para tanto. Todos me dijeron que de morralero podía acompañarlos.

Estaba desorientado y un poco amargado porque no iba a poder tirar normalmente. Fui incluso a un oculista tirador de foso que hacía gafas de tiro, y claro, al ver el estado de mis ojos me animó a que me hiciera zurdo, que conocía algún tirador que se había acostumbrado y no tiraba mal. Pensé que a mis años, cerca de los 50, eso me iba a costar mucho, pero si no había más remedio…

Este problema me enseñó que quien manda a la hora de tirar son los ojos, bueno, mejor dicho el ojo director. A bicho parado podía encarar con el hombro izquierdo y no fallaba, pero tirar en movimiento era imposible y acostumbrarme, si lo hacía, me iba a costar mucho tiempo y muchos tiros.

La culata ‘de tuertos’

Juan Caro, el maestro armero que me ha hecho esta culata con la que he vuelto a tirar con esperanza
La culata ‘de tuertos’

También he cambiado la culata original a mi rifle de cerrojo de toda la vida por una ‘tuerta’, para poder recechar y montear

Fue entonces cuando mi armero de siempre, Juan Caro, que tiene en Huelva su taller, me habló de las llamadas culatas de tuerto, culatas con diseños especiales que hacen que puedas apoyar el arma en el hombro derecho, pero que la solista se alinee perfectamente con el ojo izquierdo. Aquello supuso una puerta de esperanza, pero también pensé fue en los culatazos que podrían sufrir mi mejilla derecha y los labios, pero Juan me dijo que no coceaban como imaginaba y que guardaba una de estas culatas de una Laurona que el cliente no quiso. Si conseguía una escopeta de esta marca me la regalaba.

Consulté con amigos que tenían Laurona, pero no nadie me pudo ayudar, así que acudí a internet y vi que vendían una Laurona muy especial: tenía un juego de tres cañones, dos de escopeta en calibres 20 y 12 y uno de rifle, en calibre 9´3 x 74 R, un calibre claramente montero. Y la compré, porque además me serviría para la caza menor y mayor, ya que con el rifle tenía el mismo problema.

Juan le colocó la culata prometida y se hizo la luz. La encaré, apoyándola en mi hombro derecho y ¡milagro!, mi ojo izquierdo se acoplaba perfectamente con la solista, y a partir de ahí he vuelto a tirar al vuelo con excelentes resultados. Al cañón de munición metálica, a mi exprés, le puse un holográfico y perfecto. Llevo varios años cazando con mi nueva escopeta y estoy encantado. No tiro con la solvencia de antaño pero me defiendo bien.

La culata ‘de tuertos’

En la foto se aprecia como apoyando en el hombro derecho la solista se alinea con el ojo izquierdo

Un amigo cazador muy aficionado que perdió su ojo derecho en un accidente y que ha terminado, después de muchos años, aprendiendo a tirar zurdo, cuando encaró mi escopeta, exclamó: «Esto es lo que yo he estado buscando muchos años, pero nadie me dijo que existía». El año pasado pedí a mi armero que me pusiera una de estas culatas en mi rifle de cerrojo de toda la vida, y lo ha hecho, y estoy deseando que empiece la temporada montera para probarlo. Y esta primavera le pediré que me haga una culata tuerta para mi paralela del 16, con la que cada día cazaba más por su ligereza.

Bueno, pues ya saben que existe una magnífica solución para quien por los motivos que sean, pierda la visión de su ojo director, o le cambie por los motivos que sean.

Comparte este artículo

Publicidad