El libro ‘Las especies cinegéticas españolas en el siglo XXI’ y el futuro de la investigación sobre caza

El IREC, que acaba de cumplir sus primeros 20 años, nació con la misión de garantizar la sostenibilidad de la actividad cinegética, contribuyendo así al mantenimiento de la biodiversidad y promoviendo su rendimiento socioeconómico. En su crecimiento, el IREC ha ido ampliando su actividad a campos de investigación afines como la ganadería y el medio ambiente. Desde esta perspectiva, generamos conocimiento científico que ayuda a mantener un equilibrio entre la caza y los demás valores del medio rural.


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El mundo rural integra, entre otras actividades, al sector del medio ambiente, a la agricultura y la ganadería, así como a la gestión forestal incluida la caza. Pero hay que ser conscientes de su peso actual. En conjunto, lo rural sólo supone un 3% del PIB español. A su vez, la contribución de la caza constituye una pequeña parte de ese 3%. Y además de ser un subsector pequeño, está dividido: la mayor representatividad la tiene la Real Federación Española de Caza, de la mano de las federaciones autonómicas, pero hay también otras organizaciones como UNAC, la ONC, los propietarios y productores, APROCA, ASAJA, ADEMAC, ATICA, los armeros, las rehalas, los monteros, los becaderos, el corzo, etc. Muchos de los anteriores integran, además, la Fundación Artemisan.

Y luego estamos los científicos del IREC y de otras instituciones a lo largo y ancho del país. Esta atomización de la caza no es buena, pues limita la capacidad de interlocución eficaz con las administraciones, así como la comunicación hacia la sociedad. Y eso es importante porque, siendo la caza una actividad legítima, generadora de riqueza material y cultural, y potencialmente beneficiosa para el medio ambiente, está cada vez más cuestionada. Por ello, es importante unir fuerzas y aportar argumentos sólidos en su defensa.

El libro ‘Las especies cinegéticas españolas en el siglo XXI’ y el futuro de la investigación sobre caza

El libro de José Luis Garrido y colaboradores Las especies cinegéticas españolas en el siglo XXI refleja la evolución reciente de la actividad cinegética en España. Cada vez hay menos licencias, y es innegable el progresivo envejecimiento de los cazadores. En consecuencia, la sobreexplotación de los recursos cinegéticos no parece la mejor explicación para la reciente disminución de especies como la liebre o los zorzales. La principal explicación es la modificación del hábitat, pues mucha caza menor depende de la agricultura tradicional y los barbechos. Los grandes mamíferos, en cambio, se ven beneficiados por esa modificación del hábitat y cuentan con más superficie forestal.

Tanto la progresiva disminución de algunas especies de caza menor, como la sobreabundancia de caza mayor, hacen necesaria una gestión cinegética racional, basada en evidencias científicas y apoyada en censos. Partiendo de buena información básica sobre productividad y supervivencia de cada especie, la combinación de resultados de censos y seguimientos poblacionales, por un lado, y de resultados de caza, por otro, permitirá una gestión más efectiva al estar mejor informada.

El libro ‘Las especies cinegéticas españolas en el siglo XXI’ y el futuro de la investigación sobre caza

Vienen tiempos complejos, y no sólo para el mundo cinegético. La caza sobrevivirá en la medida que logre convencer a la sociedad de su papel positivo. No sólo es necesario involucrarse en censos y seguimientos. Es fundamental, además, cuantificar el servicio que la caza presta al ecosistema al contribuir a la conservación del paisaje y al control de especies-problema como el jabalí. Los cazadores pueden contribuir a generar una información valiosa que, para su óptimo aprovechamiento, necesita ser transformada en buena ciencia por profesionales y centros de investigación independientes.

Esa credibilidad, que proviene de la naturaleza científica del IREC, supone el mejor seguro para el futuro de la caza. A los autores del libro Las especies cinegéticas españolas en el siglo XXI nos gustaría que su difusión sirviese para incentivar la colaboración entre cazadores y científicos a favor de la caza y de los demás valores del medio rural. La actividad cinegética del siglo XXI necesita basarse en datos objetivos, obtenidos mediante técnicas bien validadas, y su gestión debe ser adaptativa, es decir, flexible y sensata. Todo ello requiere un fuerte respaldo científico que asegure la calidad, credibilidad y utilidad de los resultados.

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