La caza en su laberinto

La caza gira sobre sí misma, sumida entre los entresijos de su propio laberinto. Tantas palabras, tantas páginas, tantas letras… para seguir rotando siempre sobre las mismas ideas, y sin lograr salir nunca de una encerrona que a cada vez parece más compleja.


Se diría que la cosa carece de solución. Apenas si el desarrollo de una cierta dialéctica encerrada en sí misma (practicada solo entre nosotros) y la asunción de determinados conceptos repetitivos, más o menos comunes a todo nuestro amplio colectivo y algunos de ellos bien falsos, forman el mísero bagaje de tercerola con el que pretendemos salir del laberinto. Está claro: no funciona, luego habrá que cambiar algo. Algunos proponen investigar en materia cinegética (censos, proyectos, estudios, investigaciones… En suma: subvenciones); pero está claro que esto tampoco funciona, que se ha probado ya hasta el abuso, y nada; que es caro, cae en manos de medroncillos y anticazas emboscados, y hasta complica aún más el laberinto ¿O no?… Yo creo que sí; aunque me gustaría mucho estar equivocado una vez más. Mantenga pues el lector la sonrisa y la esperanza, pues suelo equivocarme.

¿Estamos logrando mucho más que enredar aún más la madeja ambiental?

Muchas veces los investigadores no encontramos las soluciones a un problema, porque no adoptamos una actitud investigadora lo bastante distante del mismo, o lo suficientemente creativa y divergente (i). La enorme cuantía de la documentación generada, hasta hoy, en materia de Conservación de la Naturaleza y de la Caza exigiría dedicar toda una vida, tan solo para lograr una comprensión bastante de los antecedentes existentes; lo que, además de ser un despilfarro personal, podría llegar a limitar e incluso anular las posibilidades de lograr un progreso científico efectivo ¿Estamos logrando mucho más que enredar aún más la madeja ambiental? Tal vez estamos abstraídos en la contemplación del nudo gordiano que representan hoy día la Conservación de la Naturaleza y la de la Caza, sin pensar en la posibilidad de simplemente cortarlo; en la oportunidad de resolver el problema por otro camino, mediante la aplicación de un pensamiento fuertemente lateral o divergente, como dicen que hizo ALEJANDRO MAGNO (333 a.C.) cortando el nudo gordiano, o COLÓN con el huevo; en línea, básicamente, con el pensamiento del matemático polaco PÒLIA (ii): «Si no encuentras la solución, haz como si la tuvieras y mira qué puedes deducir de ella, razonando a la inversa».

El problema real que debemos tratar de resolver es el de aplicar a cada espacio natural (e implícitamente a la caza en él) el manejo más adecuado para el logro del Desarrollo Sostenible: un problema de clara relevancia para el Planeta Tierra y que incluye la Conservación de la Naturaleza: sus especies, hábitats, espacios… y ¡POR SUPUESTO! la de la Caza. Pero, en la práctica, dentro de un mismo espacio más o menos natural (dentro de un mismo coto), suelen entremezclarse multitud de beneficios (valores, usos y recursos) y también muchos considerandos e intereses, e incluso suelen aplicarse manejos superpuestos y muchas veces contradictorios; derivados, por ejemplo, de poder ser un mismo espacio, a un tiempo, Coto de Caza, ZEPA, Parque Natural, y otras figuras de Conservación de la Naturaleza (Sí: los Cotos de Caza incluidos; porque figuras son de la Conservación de la Naturaleza). Tantas buenas intenciones acumuladas, tal dispersión de gestores e interesados, y tantos costes asumidos por todos, no vienen consiguiendo resultados lo bastante satisfactorios. La madeja ambiental, como la cinegética (por no hablar de pesca, pastos, bosques, setas, espárragos o caracoles…), no parecen tener solución en ningún caso, e incluso parecen ser a cada vez más complejas de resolver. ¿Cómo cortar el absurdo nudo gordiano en el que nos hemos ido trabando? ¿O en el que nos hemos ido dejando trabar…?

¿Cómo cortar el absurdo nudo gordiano en el que nos hemos ido trabando?

La Conservación de la Naturaleza se ha basado, por la misma fuerza de la lógica, en la plena identificación de sus componentes naturales, y en el estudio de la integración de estos en unidades más amplias (ecosistemas, agrobiosistemas, etc.); lo que le ha dado una componente inicial básicamente descriptiva o inventarial. Después, y a la vista de esos hechos constatados, las reflexiones científicas se han dirigido al establecimiento de los objetivos a alcanzar. Descripción y reflexión son el origen central, por ejemplo, de los PORN (Planes de Ordenación de Recursos Naturales). A partir de estos se establecen los llamados PRUG (Planes Rectores de Uso y Gestión) que tratan de reglamentar las actividades humanas en los espacios concernidos. Estos mismos planes y otros asimilables a ellos (como los Planes de Ordenación Cinegética), pueden culminar (o no) proponiendo un Plan de Intervención Plurianual, a desarrollar después anualidad tras anualidad. El manejo sería así la resultante de un itinerario conceptualmente predeterminado y ene veces repetido: una monótona línea recta a flecha fija ¡Qué aburrimiento!

¿Y si lo hacemos exactamente al revés? ¿Si a la vista de lo que sabemos, queremos y podemos llegar a hacer técnicamente, diseñamos «marcha atrás» el manejo a aplicar en un perímetro de actuación concreto? ¿Cómo si cada paso a realizar estuviera ya resuelto por la Ingeniería del Desarrollo Sostenible a aplicar? ¿Si el itinerario a seguir, pudiéramos lograr que respondiera a un Modelo General para el Desarrollo Sostenible, único para todos los espacios, y común para todos sus potenciales beneficios, incluida la caza? La caza sería así uno más de los múltiples beneficios (valores, usos y recursos) que pueden generarse en un espacio más o menos natural, y que pueden y deben integrarse en el Desarrollo Sostenible de los espacios rurales (iii), en la lucha contra la desruralización del campo español, y decimos desruralización, porque no se trata solo de repoblarlo con personas (rellenar lo vaciado); sino, sobre todo, de hacerlo con personas que lo conozcan, y que lo trabajen y rentabilicen endógenamente: que sean agentes de su propio desarrollo y generadores de toda la riqueza potencial y motora del campo español (¡Que no solo es el más bonito!…).

¿España vaciada, o absurda y sangrante madeja ambiental y, tal vez, hasta cutre y maloliente huevo podrido? Urge elaborar y aplicar un pensamiento divergente para el universo rural; pero no se vislumbra. ¿No serán el conocimiento del campo y el pensamiento rural tradicional el verdadero camino, y el error de los sabios el no saber o no querer aprovecharlos? Pues a espabilar, pues todo eso se está muriendo con los viejos… Decimos los forestales que ¡SABER ES HACER! Pues eso: que falta tecnología y… ¿Haciéndolo al revés?… ¡GRACIAS PÒLIA!

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