Dos de nuestros tesoros caninos más preciados son perros antiquísimos, primitivos, que han estado al servicio del hombre para una de las tareas que condicionaron la unión de ambas especies hace tanto tiempo: la caza.
Antonio López Espada | 05/01/2012
Los podencos insulares se han convertido en excelentes ejemplos de la adaptación que ha caracterizado a los perros de tipo faraónico en su desarrollo en diferentes partes del planeta. En la actualidad, siguen acompañando a cazadores y a familias cumpliendo de manera tan efectiva en el campo como en casa.
Podenco canario
El archipiélago canario cuenta con innumerables atractivos, pero esta vez nos quedamos con el tesoro canino en forma de un podenco que combina de la mejor manera la rusticidad un perro autosuficiente con la esbeltez y la majestuosidad de una raza que queda muy lejos de lo que Howell escribió a mediados del siglo XIX cuando afirmó que los podencos contaban con un «el aspecto repugnante, el pelaje áspero y un color rojo sucio, con las orejas erguidas. Cuando se hallan en el interior de sus domicilios estos perros salvajes se muestran desconfiados y recelosos, sobre todo con los extranjeros».
Orígenes
La principal cuestión sobre los comienzos de la raza radica en la procedencia de los antepasados del actual Podenco Canario. No se ha podido establecer si procedían de África, si llegaron junto a los primeros pobladores de la isla, tras la conquista española, si acompañaban a los muchos navíos que hacían escala en los puertos de las islas…
Mucho antes de esto, en las Canarias prehispánicas ya se enterraba a los aborígenes de la isla junto a sus perros, como se hacía en las tumbas faraónicas, incluso con similares técnicas de momificación, con las mortajas y las tradiciones de enterrar al difunto con sus posesiones más preciadas, entre ellas, sus cerdos, sus cabras y sus perros de caza.
En este sentido, encontramos un interesante estudio publicado a mediados del siglo pasado por el Museo Canario, en el que se llega a la siguiente conclusión: «Los animales domésticos de los antiguos pobladores de las Islas Canarias eran, en primer lugar, un perro primitivo de tamaño medio que recuerda al dingo de Australia». Ese perro primitivo podría haber sido descendiente del lebrel egipcio, el tesem. Estos perros eran representados en los bajorrelieves como perros longilíneos, delgados, de orejas tiesas y cola enrollada, como así encontramos en la referenciada tumba de Hemaka, de la primera dinastía, datada sobre el 3.400 aC, en la que se dibujaron escenas de cacerías de antílopes con perros de estas características morfológicas.

Este tipo de lebrel se extendió por muchas partes del mundo gracias a las vías comerciales, pero también sufrió el avance de los lebreles orientales de orejas caídas, más rápidos y efectivos para la caza sin armas, caso del Saluki o el Sloughi. Por este motivo, se justifica que sus poblaciones más representativas acabaran en la zona occidental africana y mediterránea.
Estos perros encontraron en Canarias un clima suave y soleado y mucho alimento proveniente de los conejos y de otras pequeñas presas. De ahí que se escribiese en diferentes ocasiones sobre estos perros como animales salvajes que no precisaban la manutención humana para sobrevivir.
Otra cosa es el suelo donde deben desempeñar su trabajo: la caza. Se trata de un piso accidentado, muchas veces intransitable debido a los desniveles, las rocas que lo cubren dispuestas caóticamente, cortantes y que alcanzan unas temperaturas muy elevadas por la incidencia del sol. Esto complica mucho más la labor de descubrir, levantar, seguir y alcanzar a los esquivos conejos insulares.
Una de las grandes bazas de la raza es la gran adaptación al entorno y a las exigencias de la caza en él. Esto es debido a una conformación morfológica que la selección natural ha ido moldeando a lo largo del tiempo, hablamos de muchos siglos de historia, lo que no podía depararle otro lugar en la clasificación FCI que la sección 7 de perros primitivos dentro del grupo 5.
A simple vista, nos encontramos ante un perro de talla media, levemente longilíneo, ligero, con un esqueleto fuerte y que se deja ver con claridad en zonas como la parrilla costal, la columna vertebral o los huesos de la cadera. Lo mismo sucede con la musculatura, grande, desarrollada, potente, que permite observar las contracciones resultantes de cualquier movimiento en prácticamente todas las zonas del cuerpo del perro.
Su altura a la cruz alcanza entre 55 y 64 centímetros en los machos, y oscila entre 53 y 60 en el caso de las hembras, aunque las medidas pueden variar en dos centímetros por encima o por debajo de las tallas máxima y mínima cuando la correcta tipicidad del ejemplar lo permita.
El manto que cubre su cuerpo está compuesto por pelo liso, corto y apretado, generalmente de color rojo y blanco, donde este rojo puede ser más o menos intenso, abarcando el espectro cromático desde el tono naranja hasta el rojo oscuro (caoba). Todas las combinaciones de estos colores están permitidas por el estándar oficial de la raza.
Cabeza inconfundible
Las líneas que dibujan el perfil de la cabeza del Podenco Canario son paralelas entre sí en las zonas craneal y facial. Esta cabeza es alargada, formando una especie de cono truncado, y guarda una correcta proporción con respecto al cuerpo. Supera ligeramente los 20 centímetros, con una proporción muy adecuada con respecto al resto del cuerpo. El hueso occipital es prominente, pero no el stop. Su hocico es ancho, pero aún más largo, termina en forma roma, con una trufa ancha, de color arena y con las fosas nasales muy abiertas. Los ojos son pequeños, almendrados y colocados en posición oblicua. Esto le permite alcanzar un amplio ángulo de visión, lo que le sirve para optimizar su forma de cazar, muy basada en la vista, además de servirle para no sufrir molesta intensidad de la luz solar, muy fuerte en Canarias. Su color suele ser el ámbar, dependiendo la intensidad del color de la capa, así será más o menos oscuro. La mirada de este perro denota nobleza e inteligencia.
Las orejas son grandes anchas en la base y puntiagudas en el extremo, las lleva erguidas y ligeramente divergentes. En reposo, las deja caer ligeramente hacia atrás. La gran movilidad con que cuentan sus orejas se convierte en una gran baza durante la búsqueda del conejo, pues le permite localizar cualquier sonido y su procedencia, por muy leve que éste sea.
Su cuello es recto y largo, flexible y redondeado, con la longitud y la forma ideales para llevarlo rápida y fácilmente hasta el suelo para agarrar al conejo durante la carrera. Conecta con una espalda fuerte y musculosa, que da paso a un lomo alargado, una grupa sólida que concluye en una cola de inserción baja, redondeada y que alcanza más allá del corvejón. Cuando la lleva caída, la forma que describe es de hoz, nunca llega a enroscarse.
Su pecho es amplio sin llegar a la altura del codo, y el vientre se recoge, pero no llega al extremo del vientre de lebrel. Los flancos quedan bien visibles.
Las extremidades delanteras o anteriores se levantan perfectamente aplomadas, con forma recta, verticales y paralelos entre sí. Son ligeros, aunque cuentan con huesos sólidos y con unas angulaciones ideales en perros que cazan en base a la velocidad y a los cambios bruscos de dirección. Los pies son redondeados, de gato, y algo desviados hacia afuera.
Las patas traseras cuentan con las mismas propiedades que convierten al Podenco Canario en un gran perro de caza. Son aplomadas, rectas, fuertes y musculosas. Todo esto le permite mantener un trote ágil, largo y ligero, pero cuando persigue a la presa, puede desarrollar una velocidad muy alta.
Podenco Ibicenco
Mallorca, Ibiza, Menorca y Formentera cuentan con una de las razas más internacionales de las que hemos originado y desarrollado en este país. El Podenco Ibicenco también es conocido como Ca Eivissec, Mallorquí, Xarnelo, Mayoquais, Charnegui…

Si queremos rastrear su origen, debemos remontarnos muchos miles de años. Según el grueso de investigadores, todo podría haber comenzado con los primeros lebreles localizados en la estepa sahariana en la edad mesolítica, allá por el 9.000 aC. Los antepasados de nuestros podencos se encontrarían en el periodo de plenitud egipcio. Como hemos visto en el caso del Podenco Canario. El tessem, que acabamos de mencionar fue la semilla que haría germinar la raza cuando el comercio marítimo llevó a estos perros originarios de África hacia las rutas que abarcaban el Mediterráneo. Aunque es difícil concretar en qué punto de la historia llegaron estos perros a las Islas Baleares, Se piensa que fueron los fenicios los que comenzaron a extender las poblaciones de estos perros denominados faraónicos. También se alude a los cartaginenses y la ocupación de éstos de la Isla de Ibiza como posible punto de partida del perro faraónico en las Baleares.
Las primeras inscripciones de la raza en la Real Sociedad Canina son de 1922, aunque en esos primeros años del Libro de Orígenes se inscribían podencos de manera genérica, sin establecer aún la actual distinción entre las diferentes razas autóctonas existentes. Pero la FCI pidió a la RSCE que matizase el nombre de estos perros para evitar una posible confusión etimológica con razas similares de otros países, así, en 1930 se le dio el nombre de Podenco Ibicenco, a pesar de que la población balear prefería el nombre de Ca Eivissenc, nombre que llevó el primer libro dedicado íntegramente a la raza, escrito por un grupo de cinólogos capitaneados por Javier Nanetti. En esta obra se plasma la primera descripción morfológica de la raza, ensayo inicial para un posterior estándar, además de incluir con detalle las aptitudes de la raza y el área de difusión en el que se podía encontrar al Cà Eivissenc. En el texto, encontramos esta descripción: «Raza muy rústica, originaria de la isla de Ibiza, muy común en todas las islas baleares, sobre todo en Mallorca, donde se hallan los mejores ejemplares. En ellas es conocido este perro con su nombre de origen, o sea cà eivissenc».
En 1980 se funda el Club Español del Podenco Ibicenco. Diecisiete años después se crea la Asociación Española para el Fomento de la Raza Podenco Ibicenco, dependiente de la RSC, y en 2002 los cazadores apasionados de la raza fundan la Associació de Criadors des Ca Eivissenc (ACE), que obtiene el manejo del Libro de Orígenes de la raza cinco años después. Dicha Asociación está trabajando por y para la raza, y ya ha celebrado varias pruebas funcionales para ejemplares de la raza, lo que está llevándola a ser conocida fuera de su tradicional zona de influencia, que siempre ha sido Baleares y el litoral mediterráneo.
Estuvo un tiempo encuadrado dentro del grupo décimo de la FCI, craso error de esta entidad, puesto que el Podenco Ibicenco no caza a la carrera ayudado de únicamente de la vista, como les sucede a los lebreles, sino que utiliza los sentidos del olfato y del oído durante la caza, Así, se corrigió el error incluyéndolo en el Grupo 5 sección 7, de los perros primitivos de caza.
Su estándar lleva el número 329, y fue redactado en 1982. Describe un perro de cuerpo simétrico, ligeramente más largo que alto. Su altura alcanza los 72 centímetros a la cruz. Las hembras alcanzan hasta 67 centímetros, aunque se detalla que la exigencia debe adaptarse siempre a la tipicidad de cada ejemplar. Así, se aceptan machos típicos de menos de 66 centímetros o más del máximo mencionado, así como hembras de menos de 60 o más de 67 centímetros.
Su cuerpo destaca por una cruz alta, custodiada por una espalda recta, larga y flexible, musculada y potente. El lomo es arqueado y muy fuerte, seguido por una grupa en la que sobresale la osamenta de manera manifiesta. La cola concluye esta línea en una inserción baja de manera espigada y larga, cayendo de manera natural y en forma de hoz cuando el perro se encuentra activo.
Por debajo, su pecho es profundo, estrecho y largo, aunque no alcanza la altura de los codos. El vientre es recogido, pero lejos de ser agalgado.

El pelo que cubre su cuerpo puede ser liso, duro o largo. El liso es fuerte y brillante, mientras que los ejemplares de pelo duro cuentan con una capa áspera y abundante que es más corta en la cabeza y las orejas. Es más largo en la parte posterior de los muslos, en la parte inferior de la cola y en la barba. Cuando el pelo es largo, la longitud del mismo es de, al menos, cinco centímetros, y un rasgo distintivo de este tipo de ejemplares es la gran cantidad de pelo que encontramos localizada en la cabeza.
Los colores aceptados son el blanco y rojo, el unicolor que puede ser de ambas tonalidades, y el leonado en ejemplares que respetan el estándar, siempre y cuando no se trate de perros de pelo liso.
Su cabeza es larga, estrecha y pequeña en relación con su cuerpo. La longitud de la punta del hocico hasta los ojos es la misma que la distancia entre éstos y el occipital. Se encuadra dentro de los perros dolicocéfalos, de cráneo largo, además de algo aplanado.
Cuenta con un hocico prominente, largo y estrecho, que sobresale de las mandíbulas inferiores. Los labios son finos y recogidos, de color carne, y ocultan unos dientes que cierran en tijera.
Los ojos son pequeños y colocados de manera oblicua en la región facial, de color ambar claro que le dota de una mirada inteligente y tímida.
Las orejas siempre están inhiestas, con forma de romboide alargado, dirigidas hacia delante, los lados o hacia atrás, dependiendo de dónde le venga el sonido que percibe. Son finas, sin pelos en su interior y medianas, huyendo de las orejas exageradamente grandes.
En el monte y en casa
Como excelente perro de caza, el Podenco Ibicenco desarrolla un movimiento muy efectivo en el campo. Su andadura preferida se caracteriza por ser un trote en suspensión, pero cuando aprieta el ritmo, alcanza un galope muy veloz, dando la sensación de desarrollar una gran agilidad. Esto es debido a unos miembros construidos de manera ideal para este tipo de trabajo a la carrera. Sus miembros delanteros cuentan con un aplome y una simetría perfectos. Vistos de frente, van muy juntos durante toda su extensión. Los hombros son fuertes, pero flexibles, facilitando los movimientos bruscos que estos animales deben realizar durante la persecución de su pieza favorita, el conejo. Los brazos son largos, rectos y fuertes, con unos codos amplios, paralelos y nunca salidos. Las patas traseras disfrutan de la misma conformación fuerte y aplomada. Están apoyadas en unos pies alargados, de liebre, con dedos largos y apretados, con unas almohadillas muy duras.
Todo el valor, la inquietud y el dinamismo que demuestra en el campo, lo convierte en fidelidad y tranquilidad en casa. Es un perro apacible fuera de las horas de trabajo, muy apegado a su dueño. Asímismo, conserva rasgos de esa independencia heredada de sus ancestros, que eran capaces de vivir por sus propios medios en el entorno salvaje.
Antonio López Espada
Bien, van bien. Sin problemas de salud, sin defectos morfológicos, muy fáciles de manejar y adiestrar pese a su temperamento, con la cabeza amueblada específicamente para la caza mayor, “just like a pet”… especiales… solos, en compañía, inteligencia, rastro frío, malicia, vientos, pies, diente... Claramente por encima de las expectativas, es muy posible que viaje hasta allí en 2012 simplemente para observar esta gente, que nos supera por mucho.
Saludos.
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