Ningún inglés vale tanto como un español, el galgo hispano es la respuesta ecológica a la liebre, pieza sobre cuya caza se ha articulado todo el desarrollo histórico de la raza, circunstancias que le han convertido en la mejor elección para cazar en aquellas topografías donde la llanura se impone.
Eduardo de Benito | 15/12/2009
El galgo español es un perro campero y fondista, dotado de fabulosos pulmones y músculos para correr, al que también se conoce como galgo castellano. Su difusión es relativamente amplia, pues lo encontramos en Castilla y León, la meseta norte, en casi todas sus provincias (Zamora, Ávila, Salamanca, Valladolid, Palencia, Soria, Burgos y Segovia) y en la meseta sur en Cuenca, Madrid, Toledo, Ciudad Real y Albacete. También en Extremadura y las provincias andaluzas de Jaén, Córdoba, Sevilla y Huelva, provincias que cuentan con una orografía de grandes llanuras, donde vive y cría la liebre.
Si pasamos la mirada por las tierras que fueron la cuna del galgo, si tenemos en cuenta que el galgo español ha sido utilizado casi exclusivamente para la caza de la liebre en amplios y semiáridos campos abiertos, comprendemos que la morfología que le caracteriza tiene toda su razón de ser.
El perro

Es un animal de estructura sublonguilínea: diámetro longitudinal brevemente superior a la alzada a la cruz, con el vientre muy retraído, la cola larga y bien aplomada y paquetes musculares bien desarrollados, principalmente en el tren trasero. Su pelo es corto y fino. Con una alzada en los machos de 62 a 70 cm y en las hembras de 60 a 68. Se admite sobre la alzada un margen de 2 cm para ejemplares. Deben buscarse la proporcionalidad y la armonía funcional, tanto en estática como en movimiento. El galgo español es un perro grande, poderoso, de pecho plano y amplio desarrollo, que le permite una perfecta oxigenación de la sangre cuando su organismo se ve sometido a esfuerzos máximos. La línea dorsal nos recuerda a un arco tensado, con una musculatura impresionante.
Nos encontramos ante un fondista puro, un perro campero que reúne todas las condiciones para el ejercicio continuado sin menoscabo de sus fuerzas. Cuando vemos a los galgos realizar una carrera nos da la sensación de que lo hacen con suma facilidad, como si estando en plena forma física no les costase ningún esfuerzo. Esta sensación nace porque su capacidad motriz y su resistencia son muy superiores a la de la media de las razas caninas.
Su comportamiento
El genuino español tiene un comportamiento muy peculiar, que lo diferencia de otros galgos europeos. De temperamento algo frío y poco expresivo, va ganando en entusiasmo a medida que se desarrolla la persecución. Inicialmente nos da la sensación de que la raza carece del ardor cinegético de otros lebreles, pues es un perro frío, que en persecución de la liebre en el campo se arranca lento en la salida y así se mantiene en el primer tercio de la carrera. A media carrera el galgo se ha calentado, empieza a dar lo mejor de sí mismo y a sorprendernos con unas condiciones físicas propias de un atleta, pero cuando realmente aparece el genio que lleva dentro en el tercio final de la carrera, incansable a la zaga de la liebre, pisándole los talones en cada revuelta, frenazo y zigzag de la rabona, enfilándola como una centella en las rectas largas y mostrando que posee un coraje y tesón para aguantar más allá de sus propias fuerzas, que no pueden sino causar admiración. A diferencia de otros lebreles, son muchos los galgos que cobran perfectamente.

La carrera del galgo ha creado un vocabulario propio, señal de la viveza popular que mantiene la afición y así tenemos expresiones como la guiñada, cuando la liebre se desvía de forma más o menos acusada de la línea que seguía, lo que repercute en el galgo, que se ve obligado a cambiar de rumbo y en ocasiones sitúa en cabeza a uno que iba detrás. Puntero, así se llama al galgo que corre más próximo a la liebre. Parada, acción que realiza la liebre instantes antes de efectuar un cambio de dirección en la carrera para burlar a sus perseguidores. Pase, cuando un galgo adelante a otro corriendo en línea recta. Empalme, cuando los galgos han cogido a una liebre y en las proximidades salta otra, entonces los perros abandonan la muerte para correr tras la recién aparecida. Desbarro, el deslizamiento semilateral del galgo para cambiar de dirección y al tiempo guardar el equilibrio cuando la liebre efectuó un cambio brusco en la dirección de su carrera.
Los cuidados
El galgo es animal de carácter altivo, seguro de sí mismo, muy agresivo y al tiempo cariñoso con sus amos. En los perros de competición debe cuidarse el temperamento, de modo que los perros huraños o muy nerviosos sean descartados y, desde luego, apartados de la reproducción. Esto no quiere decir que se tengan que seleccionar perros sumisos o zalameros, pues ese tampoco es el temperamento adecuado de los lebreles, cazadores de notoria ferocidad, pero sí que se ha de buscar el equilibrio y sobre todo perros que sean controlables con facilidad.
La fijación por la caza se puede ver desde que son cachorros, basta con arrastrar una piel de liebre, atada con una cuerda, delante de la camada de los perrillos de pocas semanas. Todos deben salir en persecución de la falsa pieza, intentando morderla, sin entretenerse en peleas, ni desviarse del objetivo mordiendo a los hermanos. Esta sencilla prueba nos facilita conocer mejor las reacciones de los galgos que hemos criado.

El galgo está ampliamente desplegado en provincias que cuentan con grandes llanuras donde vive la liebre, a saber Castilla y león, Castilla-La Mancha, Extremadura y provincias andaluzas como Jaén, Córdoba, Sevilla y Huelva.
Para mantenerse en forma el galgo necesita de largos paseos todo el año, sea temporada de caza o no, este entrenamiento físico, largos paseos y carreras moderadas, configuran el carácter atlético del animal. Todo entrenamiento de perros jóvenes debe ir dirigido a fortalecer los músculos y huesos, a desarrollar la capacidad pulmonar y, en definitiva, a conseguir un perro de mucho fondo. Tras el ejercicio diario es bueno someter al animal a un masaje cuidadoso que elimine la grasa superflua de las masas musculares.
Cuidado con dejar que los galgos jóvenes corran liebres si no tienen posibilidad de cazarlas, las primeras sueltas a la liebre en el campo deben terminar siempre con el triunfo del perro, de lo contrario el animal asume que son inalcanzables, se desmoraliza y coge el vicio de no emplearse a fondo tras ellas.
No está de más recordar que el buen éxito de un perro está sustentado tanto en ejercicio como en una buena alimentación. Es preciso desterrar tópicos, como ese de que los mejores galgos sólo comen pan duro y ofrecerle al animal una alimentación rica en proteínas. Durante la temporada de carreras la dieta debe enriquecerse notablemente.
Los ingleses y su cruce
No es fácil distinguir el galgo español de su pariente inglés y para hacerlo hay que tener muy presente el patrón racial de nuestro galgo y haber podido comparar muchos ejemplares de una y otra raza.
Los principales rasgos que diferencian a la raza española son la cabeza, de cráneo más estrecho con ausencia de arco cigomático; las orejas más largas, los pies más alargados y con marca pisada de liebre; la línea dorsal más recta; la caja torácica con un costillar menos arqueado que el inglés; el estómago que se recoge gradualmente en el español y de modo violento en el inglés y fundamentalmente los músculos, que deben ser largos, típicos de un fondista en el español y no los redondos del velocista como en el inglés.

Y ésta es precisamente la virtud del galgo inglés, la velocidad, que no la resistencia, y eso le ha valido su entrada y carta de naturaleza en los cazaderos hispanos, cuando alambradas y cercos redujeron la amplitud de los cazaderos. El galgo español es un gran fondista con poca velocidad de salida, el galgo inglés se despega en la salida pero no tiene suficiente fondo y es demasiado pesado para la brava liebre hispana. Como el cazador español es hombre de iniciativas y poco dado a acomodarse con lo que hay, pronto intuyó que el cruce entre ambas razas podía suponer lo mejor de los dos mundos. Tras cruces y recruces la conclusión es que un galgo con un 25 por ciento de sangre inglesa y un 75 por ciento de española rinde adecuadamente en la mayoría de los cazaderos.
Fotos: M. Moreno, Fernando Piqueras, Cesáreo Martín y Shutterstock
gracias, se agradece estos Articulos
Poco te puedo decir de la belleza estetica del Galgo, simplemente GRANDIOSA, equiparable al mejor cuadro del Museo del Prado.
¿Y que si sirven? "Simplemente cura el Alma".
Te recomiendo que asistas a una competicion en Tembleque, Ataquines, Medina. Cantalapiedra, Etc.
a lo mejor te enteras de algo.
Por cierto, el sabado vi una carrerita de TRES minutos de perra de 9 años, "SABIA SABIA", pero que gozada.
Has escuchado alguna vez eso de: "MORIX AL PODER"
Lo decia hace 2 años un hombre de pelo en Pecho.
PASION, ARTE Y SENTIMIENTO,
Saludos Galgeros de un aficionado.

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