Un perro de diseño no es suficiente garantía para el cazador que además exige un perro de trabajo. La funcionalidad depende de dos factores globales que deben estar presentes al cincuenta por ciento en el animal: el físico y el carácter.
Ricardo V. Corredera | 06/07/2009
Así como en el apartado de la selección de reproductores los rasgos físicos son más visibles y detectables a simple vista, los temperamentales son mucho más subjetivos. Además, la confusión reina en los aficionados a la hora de discernir entre los aspectos del temperamento que son heredables, en qué grado y qué correlación tienen unos con otros.
Muchos criadores noveles tienden a simplificar en exceso los criterios de selección temperamental de modo que, por ejemplo, se limitan a decir que tal perro ha heredado la boca dura y tal otro el miedo a los tiros. Pero la realidad es más compleja de modo que la boca dura o el miedo a los tiros son solamente la punta del iceberg, es decir, la consecuencia visible de un rasgo del carácter que genera comportamientos específicos.
Por eso, es importante que el criador conozca cuáles son los rasgos básicos del temperamento, la influencia ambiental en el desarrollo del carácter y los comportamientos específicos a que estos apartados predisponen.
El Dr. James Serpell, profesor de bienestar animal en la Universidad de Pensilvania elaboró un cuestionario general sobre conducta para evaluar el carácter canino. Estudió con su equipo los cuestionarios de 1.851 propietarios de perros que a priori no presentaban problemas de carácter evidentes. A este estudio se le denominó C-BARQ y ofrece un método fiable de evaluación de carácter.

El C-BARQ me ha servido, junto con mi experiencia tanto en perros de caza como guía para ciegos, para elaborar una lista adaptada al perro de caza de los 12 rasgos de conducta con mayor índice de heredabilidad: conducta de caza, comportamiento de muestra, conducta de cobro, actividad olfativa, miedo al sonido, nerviosismo/ansiedad, excitabilidad, sensibilidad general, adiestrabilidad, grado de dependencia/independencia, agresividad interespecífica/intraespecífica, y nivel de energía.
Todos y cada uno de estos aspectos del carácter se derivan más tarde en comportamientos concretos positivos o negativos según su grado de manifestación, su interacción, y las experiencias vividas por el cachorro.
Un perro excitable, por ejemplo, tendrá muchas más probabilidad de ser un perro labrador compulsivo en perreras o en casa, así como un individuo nervioso y miedoso tiene toda la predisposición a padecer temor a las detonaciones.
La medición del carácter
Normalmente las mediciones del carácter son muy subjetivas y poco rigurosas. Pero un criador debe tener mucho cuidado en que éstas proporcionen una información válida y fiable.
Una medición válida es aquella que está directamente relacionada con la conducta que se mide aislándola y los perros que obtengan una puntuación más alta (del 1 al 5 por ejemplo) deben tener el índice de éxito, en la caza o competición, máximo.
Una medición fiable debe ser realizada por varios evaluadores capacitados y debe presentar un alto índice de acuerdo y homogeneidad en las puntuaciones obtenidas. Debe presentar reproductividad y repetibilidad.
La reproductividad se dará cuando la evaluación del mismo perro da el mismo resultado con distintos evaluadores. Repetibilidad es cuando el animal obtiene resultados idénticos en evaluaciones repetidas realizadas por el mismo evaluador. Estas dos premisas de análisis son las que debieran darse siempre en los resultados obtenidos por un perro de concurso si queremos contar con él como semental. No puede tener el mismo valor genético un perro en cuya cartilla figura un CACIT y diez Muy buenos que otro que tiene tres CAC y cuatro Excelentes 1ª.
Por mucho valor que tenga un CACIT, siempre la influencia del azar o de un juicio sesgado puede estar presente cuando en el currículo del perro el resto de resultados son mediocres faltando así la reproductividad y la repetibilidad necesarias. Es recomendable realizar evaluaciones a los candidatos a reproductor numéricas y sobre el papel en vez de los tradicionales análisis informales cuyas conclusiones se pierden en los archivos de la cabeza de cada uno.

Para que una evaluación sea concluyente los textos o pruebas realizadas deben ser lo más ajustadas posibles a la situación real de trabajo del perro de caza, de modo que se mida correctamente tanto la presión de trabajo que puede soportar como el intervalo de sensibilidad y recuperación tras la exposición a los diversos estímulos.
Por ejemplo, ¿puede un test de disparo en pista medir el intervalo de sensibilidad al ruido del animal? No, si es aislado y las variables del entorno y estímulos paralelos ambientales son diferentes a los de una situación real.
Por otro lado, se obtendrá una medición más fiable si se realizan varias observaciones. Al igual que con un solo disparo de nuestro rifle sobre una diana no nos indicará la desviación del alza y serán necesarios varios tiros para comprobar la zona de agrupación, con el comportamiento ocurre lo mismo.
Las mediciones que parten de una única observación (como en el test de Campbell) tienen una probabilidad mucho mayor de inducir a error, ya que la conducta puntual del perro puede no ser representativa de la habitual. Cuántas veces he visto a un posible comprador de un cachorro rechazarlo porque en su primer encuentro con el criador delante, rehusó mostrar una codornicilla sembrada, cuando no se tuvo en cuenta la situación estresante, la precipitación del momento, la presencia de gente desconocida, la falta de concentración… y otros tantos factores que hicieron perder al cliente la oportunidad de llevarse un gran animal a casa.
Las mediciones deben realizarse sistemáticamente y con una variación mínima del entorno para cada individuo. El lugar de la prueba y a forma de llevarla a cabo ha de ser constante.
Fotos: Alberto Aníbal, Maite Moreno y Shutterstock
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