Pasan de nosotros

Pues sí, apreciados lectores; desde hace unos meses tengo la sensación de que la sociedad pasa de los cazadores, sobre todo, la sociedad tradicionalmente crítica con nuestra actividad.


Siempre ha sido un clásico en los medios de comunicación generalistas el ataque feroz por parte de ecologistas y otros colectivos, que no desaprovechaban cualquier situación para arremeter contra la caza, quedando mudos cuando de contar sus bondades se trataba. ¿Que algún desaprensivo utilizaba una escopeta?, faltaba tiempo para puntualizar que ésta era de caza; aunque evidentemente, nunca se ha ofrecido el dato, irrisorio por cierto, del porcentaje de asesinatos y agresiones que se hacen con armas «de caza», comparado con otras formas de asesinar, ya que entonces el tema «no vendería», falto de ese morbo injustificado que tanto gusta a los perceptores de noticias. ¿Que hay un accidente de caza?, pues leña al mono que es de goma; omitiendo igualmente que alguna desgracia, de las que por fatalidad en demasiadas ocasiones se producen en el mismo fútbol, causen más víctimas que las que se producen durante años en el mundo cinegético. Hasta es fácil criticar a nuestro monarca por el gasto que suponen sus desplazamientos, escolta y otros, si va a cazar, cuando el mismo coste o superior lo lleva teniendo toda la familia durante años al ir a esquiar, o de vacaciones, sin que nadie haya comentado nunca nada. Antes, ¿que un ministro salía a cazar?, palo, que hablamos de caza. ¿Que un torero cazaba?, yu-yu, que ya entonces pasaba a ser el malo e incluso seguramente toreaba peor. ¿Que en la operación Malaya aparecía un oso disecado?, sacrilegio, eso es lo importante de todo el proceso; que falta el Cites oiga, qué osadía, y nunca mejor dicho. Pero todo cambia. Ahora aparecen fotos de Bárcenas cazando en África y, puff, da igual, los escándalos cinegéticos ya no venden. ¿La razón?, que cada uno saque conclusiones, aunque quizá una pueda ser que en el sector crítico a la caza se han dado cuenta de algo. ¿Para qué va a gastar tiempo y esfuerzos en criticar una actividad, que ella sola lleva camino de autodestruirse? Digo yo que pensarán los ecologistas y demás tropa crítico-cinegética: ¿para qué vamos a vincular a Bárcenas, y por tanto a la caza, como algo de malos al estar relacionado con imputaciones judiciales, si el propio presidente de la federación tiene, al parecer y según se comenta, más de cincuenta denuncias y recursos interpuestos, intentando batir todos los récords del mismo Al Capone? Patético. ¿Para qué vamos a molestarnos en buscar ejemplos que demuestren lo agresivos que son los cazadores, si ellos mismos comentan en notas de prensa que su máximo responsable, en un surrealista ejemplo de falta de educación y saber estar, se dedica a montar un cuadrilátero en una asamblea y pretende imponer sus criterios a puñetazos al más puro estilo Mike Tyson? Señor Piera, dé usted gracias a que todavía cuenta con las dos orejas enteras. Vergonzoso. ¿Que antes se emitían torticeros textos contando elaboradas falacias contra la caza?, todos quietos paraos, que algunos en determinadas entidades están aprendiendo mucho de nuestra técnica y es posible que en lugar de usarlo con su propio colectivo, lo termine usando contra nosotros y nos quiten las subvenciones, pensará Theo Oberhuber. Si viendo que por mantener sus puestos algunos se dedican a criticar, aún sin razón, al resto, sean oposición, personas, medios de comunicación o cualquier entidad o empresa del sector que no les apoye. Si viendo que los mismos políticos terminan haciendo más caso a personas o entidades con menos representación —se entiende que por verlos con mayor seriedad—, cediendo sus instalaciones a, por ejemplo, la Junta Nacional de Homologación, o a la ONC, en lugar de a la RFEC. Si viendo que la única forma de mantener las estructuras es a base de fomentar lo que, popularmente, ya se conoce en el sector cinegético como estómagos agradecidos, o rodearse de personas sin la formación mínima, fácilmente influenciables y que nunca harán competencia, aunque esa falta de formación les haga inútiles para sus cargos. Si viendo que se fomenta entre los rectores y los cazadores la desunión y la desinformación. Si viendo que personas de reconocido prestigio en el sector como Patxi Andión, Jorge Bernad, Antonio Pérez Henares, Santiago Ballesteros o José Luis Garrido, abandonan sus colaboraciones en puestos en defensa de la caza. Si viendo que los intereses personales impiden pedir responsabilidades y cuentas, permitiendo que se gaste en fruslerías, la inversión que el sector necesita en cosas útiles y en mejorar. ¿Para qué narices vamos a mover un dedo ni molestarnos en trabajar, cuando estos señores se van a cargar su sector ellos solos en dos telediarios? Seguro que así piensan todos los que llevan años atacándonos. Diez a uno a que el planteamiento que ahora tienen todos aquellos contra los que siempre hemos tenido que luchar, es algo del tipo: «mira, déjalos tranquilos que con alguno de los pájaros que tienen en su sector, ellos mismos van a terminar cargándoselo. Pide dos cervezas y vamos a esperar, que en la caza están tan atontados, que ni se enteran de lo que tienen dentro ni de lo que les espera».
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