Nueva Zelanda

La cazadora maorí que enseña a cazar a mujeres que necesitan comida para alimentar a sus hijos

La protagonista es Pania Tepaiho, una mujer de 38 años que prioriza que las madres solteras, con un largo historial de sufrimiento o que necesiten comida, puedan acudir a las jornadas que organiza para llevarse después la carne hasta sus casas.


 Cazadora enseña cazar para conseguir carne ante crisis
Cazadora enseña cazar para conseguir carne ante crisis

Impresionante historia la publicada por Eleanor Ainge en el periódico The Guardian. Una cazadora maorí ayuda a otras mujeres que necesitan comida para alimentar a sus familias. ¿Y cómo lo hace? Pues enseñándoles a cazar. Para ello, desde hace unos años, organiza fines de semana de caza por Horowhenu, en Nueva Zelanda y, actualmente, tiene a más de 3.500 personas en lista de espera. La protagonista es Pania Tepaiho, una mujer de 38 años que prioriza que las madres solteras, con un largo historial de sufrimiento o que necesiten comida, puedan acudir a las jornadas para llevarse la carne a sus casas.

«Ayudo a mujeres independientes»

«A nosotras no nos enseñan cómo reparar un coche o a usar un destornillador. Parece que dependemos de los hombres y yo quise romper con todo eso. Por eso, ayudo a mujeres independientes a alimentar a sus hijos», declaró Pania, que también tiene dos pequeños y, explica, estuvo inmersa en una relación tóxica en la que dependía completamente de un hombre.

El lema de esta cazadora es «quiero llenar vuestro congelador», labor que desempeña junto con su marido, con el que tuvo otros tres hijos. Él también es un amante del campo y de la carne de caza y fue el motivo por el que esta luchadora se decidió a comprar una escopeta y a probar puntería.

Tranquilidad y habilidad

Esta mujer recuerda bien la primera vez que salió a cazar, cuenta que fue difícil pero que, finalmente, le cogió el truco. «Merece la pena por la tranquilidad y por las habilidades que adquieres», explica. Así, tiene claro que, si se queda sin trabajo, al menos tendrá los congeladores llenos para alimentar a sus hijos.

Las jornadas escapan de todo elemento tecnológico. No se permite que acudan niños ni hay wifi o teléfonos. Otra de las ventajas de estos eventos es la relación de amistad que surge con las asistentes, «conectas de una manera alucinante, no vuelves a sentirte sola», cuenta Pania.

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